—Mi cuerpo no tiene nada que ver—respondió ella con seguridad— solo me siento avergonzada de verte desnudo o de estar desnuda frente a alguien que no conozco. —¿Aunque sea tu esposo?— le preguntó burlonamente. —Aunque sea mi esposo, lo siento si esperabas que mi actitud fuese diferente, pero no te conozco— respondió ella. —Quizás sea momento de que empezamos empecemos a conocernos— extendió una mano y acarició la humedad mejilla de Amaia, ella tembló internamente y se sintió traicionada por su cuerpo al descubrir que aquel toque le había gustado—eres una mujer preciosa, que ojos tan preciosos tienes eres toda una belleza— le dijo sonriendo mientras que su enorme mano se deslizaba por la cara de ella haciendo un recorrido por sus cejas, el puente de su nariz, el contorno de su boca, sus mejillas y su mandíbula. Amaia sintió dio un paso atrás y recargó la espada la espalda contra los azulejos del baño— ¿acaso me tienes miedo?— le pregunto con sinceridad. —Sería lo más natural, er
Después de aquel momento de tensión donde Nikolay se había vuelto muy distante ante la pregunta de Amaia con referencia a su tatuaje de escorpión, ella reconoció que aquel debería ser un tema demasiado sensible para él, tomaron una ducha juntos, mientras se enjabonaban uno a otro para luego salir y meterse bajo las tibias sábanas de seda. Amaia se acostó lo suficientemente retirada de él, sin embargo Nikolay con una sonrisa se acercó hasta ella y la abrazó hasta su cuerpo. —No Amaia, no me casé para seguir durmiendo con frío cada noche— le dijo en tono jocoso mientras la estrechaba y la acercaba aún más a su cuerpo Amaia suspiró con satisfacción e incomprendiendo por qué su cuerpo comenzaba a sentirse tan cómoda cerca de Nikolay y aquello le preocupaba— sé que estás agotada por el entrenamiento de hoy, intenta descansar— le dijo con voz tranquila— quiero que sepas que te haré cambiar de opinión Amaia, voy a mostrarte cuán placentero es el sexo. —No creo que pueda cambiar de op
Amaia despertó a causa del llamado a la puerta de su habitación, se giró hacia la cama viendo que Nikolay no estaba y se encontraba completamente sola. —¿Quién es?— preguntó ante el insistente toqueteo, sintiendo que necesitaba al menos media vida mas de sueño. —Soy Katerina, señora. —¡Rayos!— gruñó por lo bajo, advirtiendo de ante mano lo que sucedería— ¡Adelante, Katerina! —Buenos días, señora. — dijo en cuando entró a la habitación. —Es muy temprano, Katerina. Por Dios, déjame dormir— se quejó. —Es hora de levantarse, tiene treinta minutos para estar lista para su entrenamiento. —Creo que no me caes bien— suspiró sentándose en la cama y la mujer contuvo una sonrisa, por el contrario, su nueva señora le agradaba mucho y sabia que lo que decia no era del todo cierto— espero hoy seas misericordiosa porque me siento agotada. —Nunca he sabido lo que es la misericordia — le dijo con tono amable. — no tendremos días fáciles, señora. ¡Arriba!, trotaremos para calentar
—Asi que un gimnasio personal... —No estés tan celosa, puedes usarlo a tu gusto. —Gracias. Te gusta mantenerte en forma por lo que veo. —Es necesario, me da agilidad y me provee un buen cuerpo para que lo disfrutes— Amaia rodó los ojos. —Eres un engreído insufrible — Nikolay sonrió y la tomó de la muñeca, tirando de ella para acercarla a su cuerpo. Amaia chocó con aquella pared de músculo una vez más sintiéndose pequeña ante él, elevó el rostro y lo miró con sus ojos tan azules... Nikolay sintió deseo, hacia mucho que no deseaba con tanta fuerza a una mujer y no es que hubiese vivido en el celibato, ni mucho menos, había tenido varias amantes, unas más importantes que otras. Pero ninguna que despertara en él un deseo instantáneo. — Sé que te gusto, el cuerpo y sus reacciones no mienten. —Y aparentemente es mutuo— respondió orgullosa, elevando el mentón en un gesto desafiante. —Absolutamente, nunca lo negué. Esos ojos son la perdición de cualquier hombre— sus palabr
Nikolay cerró la puerta de la habitación tras él, tomó nuevamente a Amaia reclamando su boca una vez más, no quería seguir alargando aquello, sabía que ella había tenido malas experiencias, así que le mostraría lo placentera que podía ser su cama. La escuchó gemir cuando presionó sus pechos con firmeza, y allí embelesada por sus besos comenzó a despojarla de su ropa, deslizando sus dedos por la enfebrecida piel, Amaia no le permitió tomar gran ventaja, comenzó a desvestirlo buscando ansiosa sentir el roce piel a piel... nunca había estado tan excitada. Pronto ambos estuvieron desnudos, completamente expuestos. Nikolay interrumpió el beso y se alejó para observar su cuerpo desnudo. —Eres jodidamente perfecta— le dijo con sinceridad— cada curva en el lugar perfecto. —A mi también me agrada lo que veo— dijo retribuyendo la sinceridad de su esposo. Un cuerpo grande y sexy. Se acercó a él y colocó las manos en su pecho, acariciando el León, luego descendió con lentitud hasta ap
—¡Corre carajo, corre Irina, no te detengas!— dijo Nikolay, mientras corría en medio de la vegetación, los disparos resonaban con fuerza en todo el lugar, mientras seguía corriendo, con su arma en las manos, disparaba de cuando en cuándo, intentando que sus adversarios se mantuvieran alejados. Necesitaba proteger a Irina. —¡Estoy cansada, Nikolay!—gimió su esposa, sintiendo que las piernas le fallaban, y respiraba con dificultad.— ¡No puedo más! —No podemos detenernos, Irina. ¡Corre!, ¿Dónde carajos están todos?— se preguntó mientras solo veía a Igor correr junto a él y disparar para defenderlos. Igor, sacó su celular y marcó un número, en medio de los balazos resonando. —Hola, Igor ... —¡El jefe necesita un puto helicóptero!, ¡CONSIGUE UN HELICÓPTERO, VAN A MATARNOS!—y de inmediato dió su ubicación, en medio de los jadeos por el esfuerzo físico, cortó la comunicación y pronto un grito escalofriante llenó el lugar, un grito femenino. —¡AHHHH!—le habían dado, a Irina le ha
Nikolay abrió los ojos y se sentó en la cama, su cuerpo estaba perlado en sudor, su corazón latía con violencia... Aquella pesadilla, aquel maldit* recuerdo vuelto pesadilla... hacía mucho tiempo que no soñaba con la muerte de Irina, aquello le atormentaba. Su esposa la mujer de su vida, la única a la que había amado con locura, la única que había logrado ternura y devoción en su corazón. Odiaba soñar con aquello, no solo por la oscuridad que representaba, sino porque le.revordaba todo lo.qie había perdido. —¿Estás bien?— le preguntaron y se giró para encontrarse con el rostro de Amaia lleno de preocupación. Sus preciosos ojos azules mostraban una turbación que antes no había visto. —Si... estoy bien, solo fue un mal sueño. —Muy malo por lo visto, no dejabas de quejarte, no sabía si despertarte. ¿Seguro que estás bien? —Si, por supuesto— se pasó las manos por el rostro un par de veces como queriendo ahuyentar la pesadilla— estoy bien, solo... vuelve a dormir. Volvamos
El viaje fue bastante largo, pero nada novedoso para Nikolay, él estaba acostumbrado a los largos viajes. Durante todo el trayecto no pudo dejar de pensar en su noche con Amaia, el sexo con ella había resultado muy placentero, esos deliciosos sonidos que emitía cuando el se movía en su interior, la forma de aferrarse a su espalda cuando la poseía, o la delicadeza con la que sus labios se separaban para gemir y suspirar de placer... era un banquete visual, un exquisito deleite... Su cuerpo... que deliciosa y jugosa fruta, solo de pensar en la forma en la que ella lo aprisionaba dentro, o lo exquisitamente estrecha que era... solo pensarla bastaba para endurecerlo... Su matrimonio sería muy placentero, sin lugar a dudas. Aún ni siquiera empezaba la gran transformación que sufriría Amaia, y le gustaba que estuviese poniendo tanto empeño. Pensó en que quizás hubiese sido mejor decirle que se marchaba de la isla, pero odiaba las despedidas. La muerte de Irina le había hecho odia