Nikolay abriĂł los ojos y se sentĂł en la cama, su cuerpo estaba perlado en sudor, su corazĂłn latĂa con violencia... Aquella pesadilla, aquel maldit* recuerdo vuelto pesadilla... hacĂa mucho tiempo que no soñaba con la muerte de Irina, aquello le atormentaba. Su esposa la mujer de su vida, la Ăşnica a la que habĂa amado con locura, la Ăşnica que habĂa logrado ternura y devociĂłn en su corazĂłn. Odiaba soñar con aquello, no solo por la oscuridad que representaba, sino porque le.revordaba todo lo.qie habĂa perdido. —¿Estás bien?— le preguntaron y se girĂł para encontrarse con el rostro de Amaia lleno de preocupaciĂłn. Sus preciosos ojos azules mostraban una turbaciĂłn que antes no habĂa visto. —Si... estoy bien, solo fue un mal sueño. —Muy malo por lo visto, no dejabas de quejarte, no sabĂa si despertarte. ÂżSeguro que estás bien? —Si, por supuesto— se pasĂł las manos por el rostro un par de veces como queriendo ahuyentar la pesadilla— estoy bien, solo... vuelve a dormir. Volvamos
El viaje fue bastante largo, pero nada novedoso para Nikolay, Ă©l estaba acostumbrado a los largos viajes. Durante todo el trayecto no pudo dejar de pensar en su noche con Amaia, el sexo con ella habĂa resultado muy placentero, esos deliciosos sonidos que emitĂa cuando el se movĂa en su interior, la forma de aferrarse a su espalda cuando la poseĂa, o la delicadeza con la que sus labios se separaban para gemir y suspirar de placer... era un banquete visual, un exquisito deleite... Su cuerpo... que deliciosa y jugosa fruta, solo de pensar en la forma en la que ella lo aprisionaba dentro, o lo exquisitamente estrecha que era... solo pensarla bastaba para endurecerlo... Su matrimonio serĂa muy placentero, sin lugar a dudas. AĂşn ni siquiera empezaba la gran transformaciĂłn que sufrirĂa Amaia, y le gustaba que estuviese poniendo tanto empeño. PensĂł en que quizás hubiese sido mejor decirle que se marchaba de la isla, pero odiaba las despedidas. La muerte de Irina le habĂa hecho odia
Amaia habĂa tomado la cena, estaba enojada y muy frustrada al encontrarse comiendo sola y peor aĂşn, sin saber cuándo volverĂa Nikolay. TenĂa el cuerpo agotado de tanto entrenamiento, y la mente agotada de tanto pensar. DespuĂ©s de la cena se fue directamente a la biblioteca, le gustaba mucho estar allĂ, un lugar hermoso que siempre parecĂa darle la bienvenida con sus mĂşltiples libros como infinitas opciones disponibles para ella. TomĂł un ejemplar de una novela romántica y se fue al cĂłmodo sofá para leer, aunque intentaba enfocar su mente en la lectura sus pensamientos divagaban hasta llevarla una y otra vez directamente hacia Nikolay... aquel enorme y musculoso cuerpo, aquellos tatuajes añadiĂ©ndole un aura oscura, su largo y abundante cabello, sus ojos grises... la manera en la que habĂa reclamado su cuerpo... y la manera en la que se habĂa marchado aquella mañana sin siquiera decir adiĂłs. ¡Maldit* desconsiderado! Se dijo una y otra vez mientras tras intentaba enfocarse en
Los dĂas pasaron con rapidez y pronto se convirtieron en dos largas y eternas semanas Nikolay no habĂa vuelto a la isla y lo que era peor aĂşn, solo la habia llamado en dos oportunidades, Amaya se sentĂa frustrada porque cuando solicitaba el telĂ©fono para llamar a su hermana tanto Katerina, como los hombres de la Isla no hacĂan más que decirle que el jefe no habĂa dejado indicaciones de que ella pudiese hacer llamadas, Aquello la tenĂa furiosa puesto que en vez de estar en aquella Isla como en calidad de esposa parecĂa más bien que Ă©l la hubiese secuestrado para aislarla de todos, asĂ que mientras los dĂas pasaban, ella esperaba el retorno de su esposo. Se dedicĂł a enfocarse en su nueva rutina y esforzarse al máximo, confiando en que a su regreso podria tener su recompensa. Escuchar la voz de Aimara asegurándole que todo marchaba bien, nada más. Aquello era lo Ăşnico que deseaba. El entrenamiento se estaba volviendo rutinario, su cuerpo se habĂa acostumbrado al continuo agotamient
El fuego contenido en el cuerpo de ambos explotĂł en una serie de picos de Ă©xtasis mientras sus cuerpos alcanzaban la cima de la satisfacciĂłn. Amaia estaba embelesada por la forma en la que Nikolay la tocaba, y se dedicaba a complacer su cuerpo, darle la bienvenida en su interior era un cĂşmulo de sensaciones... la forma en la que bombeaba dentro de ella, en ocasiones tan fuerte y profundo que la hacĂa enloquecer al sentir un dolor satisfactorio, nada que hubiese conocido antes... Agotada por el anterior momento de satisfacciĂłn Amaia se acurrucĂł junto a Ă©l, se dedicĂł a acariciar el desnudo pecho de su esposo. —PensĂ© que llamarĂas más seguido... —¿Podemos hablar de Ă©sto mañana?— preguntĂł mostrando el poco ánimo que tenĂa de conversar— he vuelto a casa despuĂ©s de varios dĂas fuera, está noche no quiero hablar de estos temas. —¡Pero estoy enfadada contigo, Nikolay!— le recordĂł. —Eso quiere decir que no hice un buen trabajo—sonriĂł burlĂłn— dĂ©jame recuperarme un poco y me esforza
Emprendieron la caminata una al lado del otro, tras haber dejado en la mansiĂłn la pequeña Alba que dormĂa y los regalos que serĂan llevados por Igor hacia la habitaciĂłn matrimonial. —Creo que comienzas a ponerme un poco nerviosa —le dijo Amaia— desde anoche has estado renuente a hablar conmigo. —No se trata de estar renuente precisamente aunque, si querĂa retrasar un poco este momento porque querĂa que disfrutáramos de mi regreso. SĂ© que estás enfadada porque me fui sin despedirme pero tenĂa asuntos que atender, debes entender que mi estilo de vida me exige que en muchas ocasiones me mueva de lugar de forma inmediata, por lo cual te pido que seas comprensiva con este hecho. —No es algo que no pueda entender, Nikolay, Pero me enfadĂł un poco que te marcharas asĂ sin siquiera despedirte cuando se supone que estamos en luna de miel. —Lo sĂ©, me acusaste de haber hecho temblar los cimientos de nuestra de nuestro lecho matrimonial y luego haber huido de ti— sonriĂł malicioso— pero no
Amaia lo mirĂł furiosa y luego mirĂł hacia Ă©l acantilado sintiĂ©ndose aterrorizada porque frente a ella no habĂa más que agua... Âż realmente Ă©l le habĂa dicho que saltara? —¿QuĂ©?— le preguntĂł furioso mientras caminaba hacia ella. —¿ Ahora de pronto has perdido el valor ante la posibilidad de saltar del acantilado e intentar escapar de aquĂ nadando?, Âż no es con eso que me estás amenazando?, ¡entonces salta de una put4 vez, que estoy ansioso de verte convertida en sirena?, no me jodas la paciencia Amaia— le dijo enojado— porque me estoy esforzando para que las cosas no sean tan difĂciles para ti, olvidĂ© la deuda de tu padre, te tomĂ© como esposa, te traje aquĂ para entrenarte para asegurarme de que vivas, me encarguĂ© de la colegiatura de tu hermana y ahora durante mi Ăşltima visita me encarguĂ© de dejarle una tarjeta con dinero para sus necesidades, vengo aquĂ y me esfuerzo en complacerte, te traigo regalos con la intenciĂłn de que estĂ©s cĂłmoda a mi lado y estĂ©s más motivada para tu entr
Amaia, estaba completamente decidida a llegar a la orilla, le estaba exigiendo a su cuerpo máximo rendimiento haciendo uso de su conocimiento para nadar y de la habilidad que katerina le habĂa enseñado, se mantuvo nadando y nadando por lo que le parecĂa una eternidad, su cuerpo mostraba claros sĂntomas de agotamiento sin embargo, no estaba dispuesta a rendirse, iba a salir de ese lugar porque iba a encarar al desgraciado de su esposo y recriminarle el hecho de haberla lanzado al agua sin ningĂşn tipo de escrĂşpulos. DespuĂ©s de haber nadado por mucho tiempo Amaia al fin logrĂł llegar a la orilla, abandonĂł el agua gateando con sus pulmones ansiosos de respirar libremente, en cuanto estuvo sobre la arena se dio vuelta y se dejĂł caer con la espalda sobre la misma mirando hacia el cielo, boqueaba como un pez fuera del agua, sus pulmones ansiando buscando oxĂgeno. De acuerdo, sabĂa que lo habĂa hecho mal, sabĂa que Nikolay con aquello querĂa darle la lecciĂłn de que era Ă©l quien estaba al