Capítulo 4; Hora de pagar. 💵💰

Amaia, estaba completamente agotada, suspiró de cansancio, después de llegar del trabajo se encontró con que su pequeña hermana Aimara estaba sentada en el recibidor con un libro en sus manos aquello le extraño pues aquel era el único día en el que Amaia salía temprano del trabajo y por lo general, su hermana no llegaba sino mucho después de ella.

—¡Hey preciosa!— le saludó con el entrecejo fruncido—¿ Qué estás haciendo en casa tan temprano?, deberías estar en clase de canto.

—Debería, pero me han echado— dijo y con un suspiro cerró el libro de golpe mientras su rostro reflejaba una profunda tristeza.

—Pero... usé todos mis ahorros para abonar a tu escuela, prometieron que podías seguir entrando a clases— exclamó Amaia frustrada mientras llegaba y se sentaba junto a su hermana para abrazarla.

—Lo mismo le dije a la directora, pero dijo que ya está por culminar el mes y padre no ha terminado de pagar, por lo tanto solo podré entrar a clases regulares pero no me darán más acceso a ninguna clase extracurricular, Así que adiós a las clases de natación, adios a la clase de canto y adios a las clases de ballet— terminó triste.

—¡No puede ser!— gimió frustrada— lo siento mucho Aimara— la abrazó— de verdad lo siento mucho cariño, ya no tengo nada, usé absolutamente todos los ahorros, bien sabes que no gano mucho. Esta situación ya me tiene molesta, no puede ser posible que padre no sea capaz de hacerse cargo de los gastos de tu colegiatura y lamento mucho que todo esto esté pasando pues sé cuánto amas cantar y bailar, encontraremos una solución lo prometo.

— Gracias Amaia, aunque sé perfectamente que no es tu culpa, la responsabilidad es de padre, pero cada día está peor ahora lo noto nervioso, angustiado y suele asomarse por las ventanas como si alguien estuviese vigilándolo, creo que se ha vuelto paranoico. ¿Crees que esté en peligro?

—¡Claro que está en peligro, el juego y el alcohol acaban con él, pero si no lo hacen, entonces lo hare yo!

—¿Se puede saber hasta cuándo seguiremos en esto, padre?— preguntó una furiosa Amaia entrando al despacho, el hombre elevó el rostro de los documentos y la miró;

—¿De qué hablas muchacha?

—¿De qué hablo?, hablo de que no has terminado de cancelar el semestre del instituto de Aimara, lo que di solo sirvió para un abono, por lo tanto ya le han prohibido las clases extracurriculares, solo la dejarán entrar a las clases corrientes.

—No necesita más por el moment, en cuanto logre estabilizarme podrá retomar las clases extracurriculares.

—¿Cuando logres estabilizarte?, ¿ y cuando será eso, padre?, porque cada vez estamos peor, tuvimos que despedir al personal de la casa y ya solo nos queda una mujer que nos ayuda con la limpieza y que nos ayuda también en la cocina, yo tengo que trabajar todo el día y llegar también para ayudar con los oficios de la casa, Aimara pronto no podrá ingresar más al instituto y todo ésto es tú culpa por no poder ser responsable.

—¡Está haciendo demasiado dura conmigo!— le dijo.

—¿Demasiado dura?, ¿ te parece que estoy siendo dura contigo?, supongo que alguien debe hacerlo padre, ¿acaso crees que puedo seguir ignorando que estás hasta el cuello de deudas?, ¿ que los libros contables de la empresa están en rojos?, ¿que has tenido que despedir al personal?, ¿ que solo estás trabajando con lo exclusivo y que estás a punto de declararte en bancarrota porque tu empresa no soportará un mes más?, ¿ A dónde piensas llevarnos, padre?. ¡Te has encargado de perder todo, todo a causa del juego y yo ya no lo soporto más, si no tomas una decisión voy a tomar a Aimara y me la llevaré lejos de todo esto y sí, sé que será difícil y que tendré que hacerme cargo de muchas cosas pero creo que puedo hacer lo mejor que tú!, así que toma una decisión, deja el juego, deja la m*****a bebida que está acabando contigo y dedícate a hacer lo que en el pasado sabías hacer muy bien; a mantener tu negocio y a sacarnos del hoyo de miseria en el que nos estás arrojando— dijo furioso mientras golpeaba con fuerza el escritorio— que tengas buenas noches padre— y sin más se dio media vuelta y se marchó.

Ethan se quedó allí frustrado ,enojado y desvalido, dos días... dentro de dos días se acababa el plazo que aquel hombre le había dado y se había encargado de que se percatara de que efectivamente lo estaban siguiendo continuamente, los bancos se negaban a otro préstamo, tenía a su banco principal tirándose a su yugular para que pagara la deuda o le quitaría la casa, así que estaba a un paso de morir y sus hijas ni siquiera tendrían un techo para vivir, maldijo una y otra vez su mala suerte, las decisiones que había tomado ,cada botella que había ingerido, maldijo una y otra vez todas las cosas que lo habían llevado al punto donde se encontraba, desde perder a su esposa y tener que ocuparse de sus hijas, hasta caer en la bebida y volverse un adicto al juego, todo lo había llevado a un paso de la muerte.

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El día de pago llegó sin embargo Ethan no apareció por el casino aquel día, ni la noche, estaba enfrascado en una reunión con un posible socio en un intento desesperado por encontrar algo de dinero, estaba terriblemente asustado por lo que aquel ruso pudiera hacerle.

Se reunió con el hombre en su oficina pero lamentablemente al ver la situación tan complicada la empresa de los Müllers se encontraba, el hombre decidió que inyectar capital en esa empresa sería una mala inversión, por lo tanto se disculpó con Ethan por haberle hecho perder el tiempo y se marchó, él quedó completamente frustrado se encontraba mal pues sabía que aquel hombre le mataría, el mes de gracia había concluido y él no tenía un centavo para pagar aquella deuda, salió cabizbajo de su edificio encaminándose hacia el estacionamiento donde iba a subirse a su auto el cual ya había decidido que tendría que vender, era lo único que le quedaba, el recuerdo del auto que eligio su esposa, y hasta eso perdería, al siguiente día se presentaría en el casino y le diría que el hombre que efectivamente concluido el tiempo de gracia aún no tenía nada con que pagar y le tocaría enfrentar las consecuencias,

Pero Nikolay tenía sus propios planes, en cuanto se acercó a su auto, se vio sorprendido por dos hombres que lo tomaron de los brazos y lo empujaron para que caminara mientras él alegaba y pedía ayuda, a la vez que le pedía a los hombres que lo soltaran, lo encaminaron a una camioneta negra, la puerta de la misma se abrió y lo empujaron dentro y otro hombre entró tras él cerrando la puerta, dejándolo sentado en medio de uno de aquellos matones y aquel hombre ruso.

—Se acabó tu tiempo de gracia, Ethan Müller. Te advertí que tenías que ir al club y que no se te ocurriera faltar

—Lo sé, lo sé, lo sé —dijo angustiado— estaba reunido con un posible socio pero no logré conseguir nada— el hombre tembló de miedo mientras observaba los grises ojos de aquel hombre— no tengo para pagarle, señor.

—Eso lo supe desde el principio, es un monto enorme y solo un milagro—le dijo burlón— te haría encontrar el dinero suficiente para cancelarme, sin embargo te tengo una nueva propuesta— Ethan tembló nuevamente , no podía evitarlo, porque ya conocía las propuestas de aquel hombre y no le agradaban en lo más mínimo

—¿Una... propu...esta?— preguntó tartamudeando.

—Sí, una propuesta, un negocio, una manera de saldar tu deuda, un modo de no morir, como quieras verlo. Tienes algo que yo quiero y si me lo entregas tu deuda será saldada y te dejaré vivir en paz, si te niegas a darme lo que deseo, morirás esta misma noche— las palabras le causaron un escalofrío porque sabía perfectamente que el hombre no estaba jugando y que no dudaría un segundo en arrebatarle la vida.

—Le daré lo que pida señor, lo juro— dijo angustiado y con los ojos llenos de lágrimas— solo dígame qué desea y se lo entregaré sin dudarlo, le dare mi auto, mi empresa, lo que quiera— Nikolay sonrío maliciosamente.

—Qué bueno que te estás tan dispuesto a negociar y qué bueno que asegures que no vas a negármelo porque lo que quiero de ti es ésto— le entregó una foto y los ojos de Ethan se llenaron de nuevas lágrimas al observar en la fotografía una imágen nítida y preciosa de su hija.

—¿Mi... mi hija?— preguntó confundido con el entrecejo fruncido.

—¡BINGO!, exactamente es lo que quiero, entrégame a Amaia Müller y te perdonaré no solo la deuda sino la vida, niégamela y morirás.

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