–¿Más que tu amigo?
–Mejores amigos, a eso me refiero –esta vez lo miró, escondiendo entre un falso gesto de inocencia lo jocoso y perverso de sus palabras. Entendió entonces por qué su hermano la consideraba tan peligrosa– o… ¿Tú te referías a otra cosa?
–Creo que el show se va a tardar un poco en iniciar –haciendo alusión al inicio de la ceremonia benéfica– ¿Te gustaría dar un paseo en el jardín? –No podía exponerse a tener una boca la suya dentro de un evento de tal magnitud–
–Sí, cualquier cosa es mejor que estar sentada aquí.
En cuanto la ayudó a ponerse de pie divisó el hermoso vestido lila de encaje que llevaba puesto, adherido a su delgada figura y a su trasero, el mismo que no pudo dejar de mirar hasta que empezó a caminar. La fiesta aún no empezaba pero ya estaba repleta de gente que ayudó a camuflar su ausencia por un buen rato.
–Estos jardines son muy bonitos –comentó asombrada, era la primera vez que asistía a un evento de esa magnitud–
–Si caminamos un poco más podremos ver la playa, también hay una pérgola llena de rosas en el techo.
–¿Ya estuviste aquí antes? –preguntó sin dejar de caminar–
–La empresa de tu padre construyó este jardín, es su diseño.
–Entiendo, deben conocerlo como la palma de sus manos entonces, la vida aquí parece muy buena.
–Lo es ¿Cómo es la vida en el internado de Madrid?
–Ya sabes, todo es rutina… –distrayéndose con la figura de un ángel podada en un arbusto– ahora que estoy fuera deseo hace muchas de las cosas que no pude hacer durante todo el tiempo que estuve ahí.
–¿Cómo qué cosas? –preguntó realmente curioso, no había podido dejar de seguir su paso, incluso con la ventisca fría de verano azotando el lugar en el que se encontraban–
–Son secretas… quizás poco a poco las vayas descubriendo.
–Sinceramente, eso espero.
–¿De verdad? –Lo ojos de Emily obtuvieron un brillo peculiar, pudo notarlo incluso a la luz de la noche– supongo que podría decirte uno de ellos si me ayudas a cumplirlo…
–No es algo muy descabellado ¿Verdad? –Ella negó de inmediato–
–No lo creo, de hecho… mucha gente lo hace –se acercó a él de forma lenta, sin dejar de mirarlo fijamente– hacerlo solo es aburrido, ya sabes, debe ser con alguien más –por alguna razón aquella explicación tomaba un rumbo diferente, uno que no era el correcto– hay gente que lo hace de día, yo preferiría hacerlo en la noche… –se encogió de hombros– es más divertido y privado, varias de mis amigas lo han hecho y dicen que es genial cuando llegas –se detuvo a tan solo un paso de él– les ha gustado tanto que han repetido muchas veces…. Creo que a mí también me va a gustar, solo depende de con quién comparta el momento y de lo bien que la pasemos…
–¿A qué te refieres Emily? –Drew no era de los hombres que se ponían nerviosos muy a menudo, captaba las indirectas y dobles sentidos de inmediato, por ello estaba entercado en creer que aquello no era lo sucio y provocativo que parecía ser–
–Aún no me has dicho si me ayudarás a cumplirlo…
–Te he dicho que depende de lo que sea…
–Adivina, ya te he dado unas cuantas pistas, puedo apostar a que no te aburrirás estando conmigo…
–No me gustan las adivinanzas Emily… –Un móvil sonó en su bolsillo, quitando la tensión en el ambiente. Vio el mensaje de Lían en cuanto encendió la pantalla–
“Liam acaba de llegar, puedes regresar, él sabe cómo tenerla controlada. Ya no hay peligro”
–La playa Drew –Aclaró poniéndole fin a la pícara adivinanza y escondiendo nuevamente la falsa pureza de sus palabras– quiero ir a la playa por la noche… Hace varios años no veo el mar.
No pudo quitar los ojos de Emily durante toda la noche.No buscaba ser discreto, tampoco incomodarla con tal grado de insistencia visual, sin embargo, ella parecía no darse cuenta jamás y lejos de estar cohibida con ello actuaba de forma natural con cada invitado que su padre le presentaba.Más tarde, concluida la fiesta, siguió a Liam hasta su enorme mansión, en donde le daría mayores detalles de los acuerdos a los que llegó con la familia Berner. Vio a Emily por última vez subir las escaleras de la sala, mucho antes de seguir a Liam a su despacho.Terminaron de hablar cerca de las dos de la mañana, cuando su jefe expresó su notorio cansancio y le ind
–¿A dónde rayos vas Emily? ¿No eres nueva en este lugar? ¿A dónde rayos puede ir de noche una persona que no conoce a nadie aquí?–Me voy a un concierto –lo admitió de forma espontánea y natural, como si hacerlo fuera de mayor alivio para él––No vas a ir a ningún lado, vas a volver a casa y a meterte en la cama de nuevo para no despertar a tu padre.–¿A meterme a la cama de nuevo? –Negó– eso es muy aburrido, la noche todavía es joven…–Me vale un rábano que la noche sea joven, vas a regresar a la cama Emily –Ella se mordió los labios para contener una cándida sonrisa, la mano masculin
Permanecieron poco tiempo. El show no duró mucho debido a que llegaron casi al final de la presentación de dicho cantante desconocido para él.A Drew le pareció una pérdida de tiempo y sueño ir hasta un lugar tan lejano para regresar unos cuantos minutos más tarde sin haber hecho suficiente alboroto como le habían prometido a la chica, sin embargo, no hizo mención alguna, bastaba con tan solo ver el rostro aburrido de la morena para captar su desilusión.–Por lo menos nos hemos divertido en el trayecto de ida y vuelta –comentó después de que ingresaran a la zona residencial ––Omitiré todo lo que tengo por decir, no quiero recordar la pérdida de tiempo
–¿Estás jugando? –Preguntó Sebastián incrédulo– No te creo, mentiroso.–Es verdad ¿Crees que sería capaz de inventar algo tan bizarro como esto? Yo tampoco puedo terminar de procesarlo…–Eres un maldito Suertudo Drew… Solo a ti pueden presentarse situaciones como esa y no aprovecharla –Después empezó con las cuestiones, típico después de una narración como tal– ¿Cómo se veía anoche? ¿Qué te pareció?–Se veía bien, aunque eso era lo de menos, estaba muy enfadado por su comportamiento tan altanero… –Confesó sincero– cuando trepó por el árbol le vi la ropa interior…–¿Y…. de q
Drew no desempolvaba su vieja raqueta desde hace dos años atrás, solía jugar con Sebastián cada vez que tenían tiempo libre, pero todo ello fue quedando de lado tras hacerse novio de Marceline, otro asunto que tenía pendiente y no podía dejar a medias.Nunca había sido un experto jugando, de hecho, le habían ganado varias veces otros contrincantes; aún así consideraba que podía defenderse lo bastante bien de un partido para no lucir como un perdedor. Para cuando apartó una cancha Emily todavía no se aparecía, diez minutos más tarde de lo pactado con su padre ella se presentó, luciendo un traje blanco que la hacía ver más fresca y libre, los flequillos de la falda bailaban al compás de los trotes que daba al bajar los escalones, mostrándole un poco de su tersa piel cada vez que ponía un pie en el suelo.
El perfume de la morena llegó hasta su nariz, haciéndolo caer en un tipo de trance en el que jamás había estado antes. Como si estuviera fuera de sí, se acercó un poco más para disfrutar del olor y empleó una voz más ronca de la que pretendía.–Por lo menos ahora ya sé que aroma tiene tu cuerpo –aspirando descaradamente el perfume que emanaba su cuello, probablemente Chanel, el olor era exquisito––Empiezo a creer que esto ha sido una estrategia de tu parte para tenernos así –Mentira, en realidad había fingido ser lo bastante tonta como para no entender un absurdo paso de tenis–
–¡Emily! ¡Emily! ¿Dónde has estado ingrata? ¡Prometiste llamarme en cuanto llegaras a casa de tu padre! ¡Han pasado seis días! –La voz de Helena se oyó muy fuerte en auricular, Emily tuvo que cerrar la puerta de la habitación con llave por si a su hermano se le ocurría ingresar sin tocar––Lo siento, no tengo teléfono todavía, he tenido que pedirle prestado a papá el suyo, además, he estado ocupada en estos días ¡He ido a una fiesta de beneficencia, a un concierto y hasta he jugado tenis! ¿Cómo te ha quedado el ojo? –Mofándose de su propia suerte––¿En serio? Parece que estás mejor con tu papá ¿Cómo son las cosas por allá? ¿Cómo está tu hermano? ¿Igual de bueno que siempre? Marceline disparaba una cantidad increíble de palabras por minuto, bebía un poco de vino para tomar un poco más de fuerza e iniciar nuevamente, como en toda la velada. Drew, por el contrario, se había perdido en el universo paralelo de recuerdos, devolviéndose al momento más emocionante de esa mañana: Emily pegada a sus pantalones.No era fácil quitar aquella escena de su mente, ni siquiera con Marceline en frente, hablándole sobre lo mucho que Katherine, su hija, había progresado en la escuela. Estaba claro que a él no le interesaba saber el día de una infante en el jardín.–Le he preguntado a la prCapítulo 11: Adicto al trabajo