–¿A dónde rayos vas Emily? ¿No eres nueva en este lugar? ¿A dónde rayos puede ir de noche una persona que no conoce a nadie aquí?
–Me voy a un concierto –lo admitió de forma espontánea y natural, como si hacerlo fuera de mayor alivio para él–
–No vas a ir a ningún lado, vas a volver a casa y a meterte en la cama de nuevo para no despertar a tu padre.
–¿A meterme a la cama de nuevo? –Negó– eso es muy aburrido, la noche todavía es joven…
–Me vale un rábano que la noche sea joven, vas a regresar a la cama Emily –Ella se mordió los labios para contener una cándida sonrisa, la mano masculina aún seguía sujetando su delgado brazo y ella por supuesto no iba a hacerle ni el más mínimo caso–
–¿Quieres que me vaya a la cama? ¿Contigo? –aquello lo dejó perplejo, logrando el mutismo que ella tanto esperaba, se carcajeó en silencio aprovechando la oscuridad del lugar– Si eso va a suceder entonces me regresó, si no, ni te molestes en seguir dándome sermones.
–Eres bastante astuta para haber estado en un internado de chicas –por no llamarle de otra forma–
–Tú, al igual que los demás creen mucho en lo que no es –Drew suspiró, recordó de repente las palabras de su hermano Sebastián aquella tarde en el bar: “Cuídate de las aguas mansas” – ahora si me disculpas y no planeas meterte a la cama conmigo, tengo un concierto al cual asistir, estás quitándome un poco del tiempo que pretendo pasar bailando.
–Tu padre estaba preocupado por ti… creía que no ibas a poder adecuarte con facilidad a este lugar.
–Dah… ¡Patrañas!
–¿Acaso no te importa ni siquiera un poco?
–¿Y qué? ¿Vas a ir corriendo a contarle? ¡Anda entonces! ¡Ve! Por favor ¡Te ruego que lo hagas! Para que veas lo mucho que me vale…
Drew había lidiado durante toda su vida con gente de todo tipo, sobre todo con personas necias, haciendo uso de la paciencia por la que siempre era conocido, sin embargo, el comportamiento de Emily provocaba en él unas ganas enormes de dejarla tirada en medio de la nada. Se dio la vuelta, dispuesto a abandonarla, de no ser por la imagen preocupada de su jefe que le cruzó la mente de forma involuntaria. Maldijo a la consciencia y lo pensó dos veces antes de regresar.
–¿En dónde queda ese dichoso concierto? –las facciones de la morena obtuvieron un aire socarrón–
–¿Qué está diciendo señor Drew? ¿Acaso piensa acompañarme al concierto?
–Te voy a acompañar, pero no creas que es por qué me simpatizas, simplemente lo hago por tu padre, él no merece esto, mucho menos el susto que se va llevar si te pasa algo –ella bufó hastiada– ¿Dónde es ese dichoso concierto? Mi auto está aparcado por allá…
Examinó el pequeño ticket cuando estuvieron dentro del vehículo, la dirección estaba a casi cuarenta minutos desde su punto.
Emily jugaba con las estaciones de radio de forma exasperante, tantas voces y canciones diferentes atropellandose una tras otra con tantos cambios de emisora estaban a punto de volverlo loco.
–¡Para ya Emily! ¡Decídete por una! –Elevó la voz mal humorado, ella quitó la mano del radio, no por miedo a su reacción, sino por finalmente haber encontrado una canción muy horrible–
–¡Hey! ¡Esa canción es genial! –Subió los pies al asiento y bajó la ventanilla de su lado– ¿Debo considerar esto como una cita?
–No es ninguna cita, te he dejado en claro que solo hago esto por Liam.
–Claro, si querías salir conmigo simplemente debías pedirlo, no tenías por estar espiándome –el sujetó el volante fuerte ¿Acaso no escuchaba lo que decía? –
–Mejor cállate, ya bastante tengo con oír esa estúpida canción que has puesto.
–¿Qué? ¿No son estás las canciones que se escuchan en una primera cita? –Él negó con la cabeza, de haber sido otra ocasión y otro tiempo le hubiera sonado divertido, no era tan serio o rígido como pretendía ser–
–Detesto con toda mi vida el reggaetón –aclaró como primer punto– y te he dicho ya que esto no es una cita.
–¿No te gusta el reggaetón? ¡Caray! ¡Pero si está de moda en todos lados!
–Para mí no, es música sucia. No me parece nada bonito narrar con pista la forma salvaje en la que se tiene sexo –eso creía él y la opinión nadie se la podía quitar–
Entonces, como si hubiera dicho todo lo contrario a lo explicado, ella elevó la música a un volumen muy alto, alzó las manos al techo del auto moviendo las cinturas sobre el asiento y canturreó muy fuerte.
–¡Eh! ¡Quédate quieta y baja el volumen!
Pero Emily empezó a cantar de forma estruendosa, siguiendo la letra de forma muy correcta, aturdiéndolo con aquella voz chillona y enfermiza, era como si en vez de decirle que odiaba el reggaetón le hubiera dicho: ¡Amo! ¡Me fascina el Reggaetón!
–Qué romántica eres para una primera cita –murmuró por lo bajo, haciendo alusión a su propia perspectiva de aquella salida–
–Entonces admites qué es una cita…
–Emily, cállate… –advirtió por última vez–
Solo hasta ese momento se dio cuenta de cómo estaba vestida. La ropa que lucía distaba mucho de los vestidos inocentes que usaba comúnmente con su padre, tenía una falda de jean rasgada en ciertas partes junto una camiseta pequeña que dejaba al descubierto su pequeña cintura. Detuvo en seco el auto, provocando que ambos cuerpos se balancearan hacia adelante bruscamente, retenidos por los cinturones de seguridad.
–O te calmas o nos quedamos aquí el resto de la noche… –advirtió– Esto es en serio Emily –su voz tenía una tranquilidad inquietante– o te comportas o no vamos a ningún lado.
–Vale. Qué aguafiestas.
Permanecieron poco tiempo. El show no duró mucho debido a que llegaron casi al final de la presentación de dicho cantante desconocido para él.A Drew le pareció una pérdida de tiempo y sueño ir hasta un lugar tan lejano para regresar unos cuantos minutos más tarde sin haber hecho suficiente alboroto como le habían prometido a la chica, sin embargo, no hizo mención alguna, bastaba con tan solo ver el rostro aburrido de la morena para captar su desilusión.–Por lo menos nos hemos divertido en el trayecto de ida y vuelta –comentó después de que ingresaran a la zona residencial ––Omitiré todo lo que tengo por decir, no quiero recordar la pérdida de tiempo
–¿Estás jugando? –Preguntó Sebastián incrédulo– No te creo, mentiroso.–Es verdad ¿Crees que sería capaz de inventar algo tan bizarro como esto? Yo tampoco puedo terminar de procesarlo…–Eres un maldito Suertudo Drew… Solo a ti pueden presentarse situaciones como esa y no aprovecharla –Después empezó con las cuestiones, típico después de una narración como tal– ¿Cómo se veía anoche? ¿Qué te pareció?–Se veía bien, aunque eso era lo de menos, estaba muy enfadado por su comportamiento tan altanero… –Confesó sincero– cuando trepó por el árbol le vi la ropa interior…–¿Y…. de q
Drew no desempolvaba su vieja raqueta desde hace dos años atrás, solía jugar con Sebastián cada vez que tenían tiempo libre, pero todo ello fue quedando de lado tras hacerse novio de Marceline, otro asunto que tenía pendiente y no podía dejar a medias.Nunca había sido un experto jugando, de hecho, le habían ganado varias veces otros contrincantes; aún así consideraba que podía defenderse lo bastante bien de un partido para no lucir como un perdedor. Para cuando apartó una cancha Emily todavía no se aparecía, diez minutos más tarde de lo pactado con su padre ella se presentó, luciendo un traje blanco que la hacía ver más fresca y libre, los flequillos de la falda bailaban al compás de los trotes que daba al bajar los escalones, mostrándole un poco de su tersa piel cada vez que ponía un pie en el suelo.
El perfume de la morena llegó hasta su nariz, haciéndolo caer en un tipo de trance en el que jamás había estado antes. Como si estuviera fuera de sí, se acercó un poco más para disfrutar del olor y empleó una voz más ronca de la que pretendía.–Por lo menos ahora ya sé que aroma tiene tu cuerpo –aspirando descaradamente el perfume que emanaba su cuello, probablemente Chanel, el olor era exquisito––Empiezo a creer que esto ha sido una estrategia de tu parte para tenernos así –Mentira, en realidad había fingido ser lo bastante tonta como para no entender un absurdo paso de tenis–
–¡Emily! ¡Emily! ¿Dónde has estado ingrata? ¡Prometiste llamarme en cuanto llegaras a casa de tu padre! ¡Han pasado seis días! –La voz de Helena se oyó muy fuerte en auricular, Emily tuvo que cerrar la puerta de la habitación con llave por si a su hermano se le ocurría ingresar sin tocar––Lo siento, no tengo teléfono todavía, he tenido que pedirle prestado a papá el suyo, además, he estado ocupada en estos días ¡He ido a una fiesta de beneficencia, a un concierto y hasta he jugado tenis! ¿Cómo te ha quedado el ojo? –Mofándose de su propia suerte––¿En serio? Parece que estás mejor con tu papá ¿Cómo son las cosas por allá? ¿Cómo está tu hermano? ¿Igual de bueno que siempre? Marceline disparaba una cantidad increíble de palabras por minuto, bebía un poco de vino para tomar un poco más de fuerza e iniciar nuevamente, como en toda la velada. Drew, por el contrario, se había perdido en el universo paralelo de recuerdos, devolviéndose al momento más emocionante de esa mañana: Emily pegada a sus pantalones.No era fácil quitar aquella escena de su mente, ni siquiera con Marceline en frente, hablándole sobre lo mucho que Katherine, su hija, había progresado en la escuela. Estaba claro que a él no le interesaba saber el día de una infante en el jardín.–Le he preguntado a la prCapítulo 11: Adicto al trabajo
Emily vio como Drew esperaba por ella, apoyado sobre la puerta cerrada de su modesto auto negro. No volvieron a hablar más por teléfono hasta ese momento y todavía dudaba en preguntarle por qué había cortado la conversación de esa manera la noche anterior.Lo hizo esperar casi diez minutos antes de salir a su encuentro. Lucía más casual que las otras veces, con unos jeans negros y una camisa azul oscuro, los tonos opacos le iban de maravilla. Ella en cambio, se había puesto un vestido lo suficientemente alto y unas zapatillas cómodas para caminar, esa tarde iba a provocarlo hasta con la respiración.–¿Siempre eres así de tardona? –Preguntó al verla llegar con ese aire de superioridad que caracterizaba a los de su familia–<
–¿Qué? ¿Estás demente o qué?–Has aceptado el reto y te he pedido que me beses ¿Acaso he hablado en griego o en ruso?–Emily –La miró realmente serio, no sabía en realidad como sentirse al respecto. El temor, confundido con la adrenalina y la presión del momento eran mala combinación– sabes que no puedo hacerlo, te seré directo ¿bien? Tu padre me cae muy bien, adoro mi trabajo y no voy a exponerme a perderlo todo solo porque tienes ganas…–Y porque tú también las tienes –agregó, escuchando atenta su explicación––Lo que sea que fuese Emily… no estoy dispuesto a ganarme complicaciones p