El perfume de la morena llegó hasta su nariz, haciéndolo caer en un tipo de trance en el que jamás había estado antes. Como si estuviera fuera de sí, se acercó un poco más para disfrutar del olor y empleó una voz más ronca de la que pretendía.
–Por lo menos ahora ya sé que aroma tiene tu cuerpo –aspirando descaradamente el perfume que emanaba su cuello, probablemente Chanel, el olor era exquisito–
–Empiezo a creer que esto ha sido una estrategia de tu parte para tenernos así –Mentira, en realidad había fingido ser lo bastante tonta como para no entender un absurdo paso de tenis–
–¡Emily! ¡Emily! ¿Dónde has estado ingrata? ¡Prometiste llamarme en cuanto llegaras a casa de tu padre! ¡Han pasado seis días! –La voz de Helena se oyó muy fuerte en auricular, Emily tuvo que cerrar la puerta de la habitación con llave por si a su hermano se le ocurría ingresar sin tocar––Lo siento, no tengo teléfono todavía, he tenido que pedirle prestado a papá el suyo, además, he estado ocupada en estos días ¡He ido a una fiesta de beneficencia, a un concierto y hasta he jugado tenis! ¿Cómo te ha quedado el ojo? –Mofándose de su propia suerte––¿En serio? Parece que estás mejor con tu papá ¿Cómo son las cosas por allá? ¿Cómo está tu hermano? ¿Igual de bueno que siempre? Marceline disparaba una cantidad increíble de palabras por minuto, bebía un poco de vino para tomar un poco más de fuerza e iniciar nuevamente, como en toda la velada. Drew, por el contrario, se había perdido en el universo paralelo de recuerdos, devolviéndose al momento más emocionante de esa mañana: Emily pegada a sus pantalones.No era fácil quitar aquella escena de su mente, ni siquiera con Marceline en frente, hablándole sobre lo mucho que Katherine, su hija, había progresado en la escuela. Estaba claro que a él no le interesaba saber el día de una infante en el jardín.–Le he preguntado a la prCapítulo 11: Adicto al trabajo
Emily vio como Drew esperaba por ella, apoyado sobre la puerta cerrada de su modesto auto negro. No volvieron a hablar más por teléfono hasta ese momento y todavía dudaba en preguntarle por qué había cortado la conversación de esa manera la noche anterior.Lo hizo esperar casi diez minutos antes de salir a su encuentro. Lucía más casual que las otras veces, con unos jeans negros y una camisa azul oscuro, los tonos opacos le iban de maravilla. Ella en cambio, se había puesto un vestido lo suficientemente alto y unas zapatillas cómodas para caminar, esa tarde iba a provocarlo hasta con la respiración.–¿Siempre eres así de tardona? –Preguntó al verla llegar con ese aire de superioridad que caracterizaba a los de su familia–<
–¿Qué? ¿Estás demente o qué?–Has aceptado el reto y te he pedido que me beses ¿Acaso he hablado en griego o en ruso?–Emily –La miró realmente serio, no sabía en realidad como sentirse al respecto. El temor, confundido con la adrenalina y la presión del momento eran mala combinación– sabes que no puedo hacerlo, te seré directo ¿bien? Tu padre me cae muy bien, adoro mi trabajo y no voy a exponerme a perderlo todo solo porque tienes ganas…–Y porque tú también las tienes –agregó, escuchando atenta su explicación––Lo que sea que fuese Emily… no estoy dispuesto a ganarme complicaciones p
No volvió a saber nada de Emily después de su último encuentro. Una parte de él se sentía serena y aliviada de haber prácticamente acabado con todo lo poco que tenían, la otra parte en cambio, se sentía impotente y poco conforme de haber concluido de forma tan tajante lo que parecía convertirse en una relación divertida y amena.Por lo menos tenía la seguridad de que ya no tendría que preocuparse por ese miedo de hacer cosas a espaldas de su jefe, o por la turbación de ser descubierto a cada instante.Cuando atravesó el pasillo que dirigía a su oficina, atisbó la silueta alta de Lían en medio del camino, el muchacho hablaba por teléfono muy malhumorado –como siempre–
–¿Mal agradecida? Te has equivocado, eres tu quien se mete en donde no lo llaman ¿Quién rayos crees que eres para tratarme de esta forma? –Drew no podía contener la ira, era una joven muy guapa y provocadora, sin embargo, despertaba en su ser la carencia de la paciencia, lo enfadaba como ninguna otra persona podía hacerlo, hasta el punto de querer desaparecerla––¡Eso no decías cuando movías tu trasero en mis pantalones! –Se arrepintió de inmediato tras haber dicho aquello. ¡Carajo! ¡No debí decir eso! Se regañó completamente asustado, presa de la ira había dicho lo primero que le llegó a la cabeza sin pensar en las consecuencias. Aquella muchacha lo volvía irracional, com
La casa de los Berner era espaciosa y suntuosa, ostentaba cada mínimo detalle, desde las alfombras hasta las arañas de cristal que colgaban del techo o los ventanales transparentes a la luz de la noche. La gente iba llenando poco a poco la gran sala central, uniéndose en grupos grandes o conversando entre ellos por donde quiera que se cruzaran.No era para nada divertido observar cómo la gente parloteaba o exhibía distintos encantos materiales hacia los demás, mucho menos entrar en temas laborales de compra o venta de propiedades. Su hermano Lían, en cambio, no parecía nada aburrido o intruso a aquel ambiente, se desenvolvía con facilidad entre los distintos socios que llegaban a saludar a su padre. –Sumamente tormentoso para una persona como ella–
Maldijo fuerte en cuanto se cercioró de que la morena hubiera desaparecido del mirador, se tomó la copa de un solo sorbo en seco y lamentó el no haber sido lo suficientemente avezado como para continuar.Volvió a la reunión después de varios segundos a solas, la divisó nuevamente junto a su padre y hermano, hablando sonriente con todos los que se encontraban junto a su mesa, percibió que no era el único interesado en admirarla, alguien más gozaba de su presencia vigilandola al acecho. A lo lejos, Brett, el hijo menor de los Benner, admiraba a Emily sin poder quitarle la vista de encima o siquiera disimular.La morena capturó su mirada desde que pisó la mansión, el joven sentía que debía acercarse a ella antes de que alguien más pensara hacerl