Permanecieron poco tiempo. El show no duró mucho debido a que llegaron casi al final de la presentación de dicho cantante desconocido para él.
A Drew le pareció una pérdida de tiempo y sueño ir hasta un lugar tan lejano para regresar unos cuantos minutos más tarde sin haber hecho suficiente alboroto como le habían prometido a la chica, sin embargo, no hizo mención alguna, bastaba con tan solo ver el rostro aburrido de la morena para captar su desilusión.
–Por lo menos nos hemos divertido en el trayecto de ida y vuelta –comentó después de que ingresaran a la zona residencial –
–Omitiré todo lo que tengo por decir, no quiero recordar la pérdida de tiempo que esto ha sido.
El auto se detuvo, supo que era hora de regresar a casa, ambos bajaron del auto, probablemente él quería cerciorarse de que ingresara.
–¿Tan poca confianza me tienes? Voy a ingresar a la casa ¿A dónde más podría ir?
–No seas sin vergüenza Emily… –Ella no pudo evitar lanzar una carcajada, el tipo era divertido– Vamos, entra a la casa…
–Bien… Gracias por la cita –Iba a repetirle que no era una cita pero no tenía caso, sus ojos se agrandaron al notar que no se dirigía a la puerta si no al árbol por donde había bajado– ¡Oye! –se aproximó incluso arriesgándose a pisar el césped– ¿Qué carajos crees que estás haciendo?
–¿A qué te refieres? ¿No querías que entrara a la casa? ¿Quién te entiende?
–¡Por la puerta, estúpida!
–¡Ah no! Yo he salido por aquí y tengo que entrar por el mismo lado –El rogó a los cielos invocando un poco más de la paciencia infinita que se esfumaba cada vez que hacia ese tipo de cosas–
–¿Por qué te empeñas en hacer las cosas de modo tan incoherente?
Ella se encogió de hombros y elevó una pierna de forma muy normal, omitiendo incluso que llevaba puesta una falda. Drew se aproximó hacia ella para auxiliarla en caso de que cayera al suelo.
–Es peligroso esto que estás haciendo –Para ella no lo parecía, había tenido años de práctica escapando y regresando al internado, incluso giró la cabeza para guiñarle un ojo de forma cómplice–
Desde su punto pudo ver como de entre las piernas y la falda se le podía echar un vistazo con facilidad a su ropa interior, era negra, con encaje de color gris, debía ser un mal sueño, porque todavía no podía asimilar que ella, la hija más tranquila y buena de Liam Dunhee, criada en un internado mujeres, le estuviera haciendo aquello.
–Adiós príncipe –se despidió cuando llegó a lo alto de su balcón– te veré mañana…
Él negó con un cierto aire de indignación y enfado mezclados, además de haberse desvelado en un día de semana, había echado a perder sus zapatos en el césped
–¿Estás jugando? –Preguntó Sebastián incrédulo– No te creo, mentiroso.–Es verdad ¿Crees que sería capaz de inventar algo tan bizarro como esto? Yo tampoco puedo terminar de procesarlo…–Eres un maldito Suertudo Drew… Solo a ti pueden presentarse situaciones como esa y no aprovecharla –Después empezó con las cuestiones, típico después de una narración como tal– ¿Cómo se veía anoche? ¿Qué te pareció?–Se veía bien, aunque eso era lo de menos, estaba muy enfadado por su comportamiento tan altanero… –Confesó sincero– cuando trepó por el árbol le vi la ropa interior…–¿Y…. de q
Drew no desempolvaba su vieja raqueta desde hace dos años atrás, solía jugar con Sebastián cada vez que tenían tiempo libre, pero todo ello fue quedando de lado tras hacerse novio de Marceline, otro asunto que tenía pendiente y no podía dejar a medias.Nunca había sido un experto jugando, de hecho, le habían ganado varias veces otros contrincantes; aún así consideraba que podía defenderse lo bastante bien de un partido para no lucir como un perdedor. Para cuando apartó una cancha Emily todavía no se aparecía, diez minutos más tarde de lo pactado con su padre ella se presentó, luciendo un traje blanco que la hacía ver más fresca y libre, los flequillos de la falda bailaban al compás de los trotes que daba al bajar los escalones, mostrándole un poco de su tersa piel cada vez que ponía un pie en el suelo.
El perfume de la morena llegó hasta su nariz, haciéndolo caer en un tipo de trance en el que jamás había estado antes. Como si estuviera fuera de sí, se acercó un poco más para disfrutar del olor y empleó una voz más ronca de la que pretendía.–Por lo menos ahora ya sé que aroma tiene tu cuerpo –aspirando descaradamente el perfume que emanaba su cuello, probablemente Chanel, el olor era exquisito––Empiezo a creer que esto ha sido una estrategia de tu parte para tenernos así –Mentira, en realidad había fingido ser lo bastante tonta como para no entender un absurdo paso de tenis–
–¡Emily! ¡Emily! ¿Dónde has estado ingrata? ¡Prometiste llamarme en cuanto llegaras a casa de tu padre! ¡Han pasado seis días! –La voz de Helena se oyó muy fuerte en auricular, Emily tuvo que cerrar la puerta de la habitación con llave por si a su hermano se le ocurría ingresar sin tocar––Lo siento, no tengo teléfono todavía, he tenido que pedirle prestado a papá el suyo, además, he estado ocupada en estos días ¡He ido a una fiesta de beneficencia, a un concierto y hasta he jugado tenis! ¿Cómo te ha quedado el ojo? –Mofándose de su propia suerte––¿En serio? Parece que estás mejor con tu papá ¿Cómo son las cosas por allá? ¿Cómo está tu hermano? ¿Igual de bueno que siempre? Marceline disparaba una cantidad increíble de palabras por minuto, bebía un poco de vino para tomar un poco más de fuerza e iniciar nuevamente, como en toda la velada. Drew, por el contrario, se había perdido en el universo paralelo de recuerdos, devolviéndose al momento más emocionante de esa mañana: Emily pegada a sus pantalones.No era fácil quitar aquella escena de su mente, ni siquiera con Marceline en frente, hablándole sobre lo mucho que Katherine, su hija, había progresado en la escuela. Estaba claro que a él no le interesaba saber el día de una infante en el jardín.–Le he preguntado a la prCapítulo 11: Adicto al trabajo
Emily vio como Drew esperaba por ella, apoyado sobre la puerta cerrada de su modesto auto negro. No volvieron a hablar más por teléfono hasta ese momento y todavía dudaba en preguntarle por qué había cortado la conversación de esa manera la noche anterior.Lo hizo esperar casi diez minutos antes de salir a su encuentro. Lucía más casual que las otras veces, con unos jeans negros y una camisa azul oscuro, los tonos opacos le iban de maravilla. Ella en cambio, se había puesto un vestido lo suficientemente alto y unas zapatillas cómodas para caminar, esa tarde iba a provocarlo hasta con la respiración.–¿Siempre eres así de tardona? –Preguntó al verla llegar con ese aire de superioridad que caracterizaba a los de su familia–<
–¿Qué? ¿Estás demente o qué?–Has aceptado el reto y te he pedido que me beses ¿Acaso he hablado en griego o en ruso?–Emily –La miró realmente serio, no sabía en realidad como sentirse al respecto. El temor, confundido con la adrenalina y la presión del momento eran mala combinación– sabes que no puedo hacerlo, te seré directo ¿bien? Tu padre me cae muy bien, adoro mi trabajo y no voy a exponerme a perderlo todo solo porque tienes ganas…–Y porque tú también las tienes –agregó, escuchando atenta su explicación––Lo que sea que fuese Emily… no estoy dispuesto a ganarme complicaciones p
No volvió a saber nada de Emily después de su último encuentro. Una parte de él se sentía serena y aliviada de haber prácticamente acabado con todo lo poco que tenían, la otra parte en cambio, se sentía impotente y poco conforme de haber concluido de forma tan tajante lo que parecía convertirse en una relación divertida y amena.Por lo menos tenía la seguridad de que ya no tendría que preocuparse por ese miedo de hacer cosas a espaldas de su jefe, o por la turbación de ser descubierto a cada instante.Cuando atravesó el pasillo que dirigía a su oficina, atisbó la silueta alta de Lían en medio del camino, el muchacho hablaba por teléfono muy malhumorado –como siempre–