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Capítulo 7: Suertudo

–¿Estás jugando? –Preguntó Sebastián incrédulo– No te creo, mentiroso. 

–Es verdad ¿Crees que sería capaz de inventar algo tan bizarro como esto? Yo tampoco puedo terminar de procesarlo… 

–Eres un maldito Suertudo Drew… Solo a ti pueden presentarse situaciones como esa y no aprovecharla –Después empezó con las cuestiones, típico después de una narración como tal–  ¿Cómo se veía anoche? ¿Qué te pareció? 

–Se veía bien, aunque eso era lo de menos, estaba muy enfadado por su comportamiento tan altanero… –Confesó sincero– cuando trepó por el árbol le vi la ropa interior… 

–¿Y…. de qué color era? 

–¿Qué clase de pregunta es esa? Eres un maldito pervertido Sebastián –La carcajada de su hermano sonó más jocosa de lo normal a través del teléfono–  

–¿Qué harás entonces? ¿Vas a seguir repeliéndola como si fuera una peste? Si yo fuera tú ya hasta la hubiera invitado a mi departamento… 

–Sigue siendo la hija de mi jefe, lo último que quiero es que Liam piense lo peor de mí por tenerle ganas a su hija…  –Suspiró– debo mantenerme alejado de ella por mucho que me guste, además solo es atracción física. 

–Pero si es ella quién ha empezado todo esto, no tienes por qué sentirte mal. 

–Su padre va a matarme si descubre lo que puede suceder entre nosotros, no quiero eso, me gusta mi trabajo, me agrada Liam, no deseo decepcionarlo, mucho menos por no poder controlar la bragueta –Su hermano rodó los ojos desde donde estaba– 

–Bien, entonces deja pasar a Emily, ni vuelta que darle… 

–¿Eso es todo? ¿No vas a decirme nada más o darme otra cantidad de razones para seguir mirándole el trasero cada vez que se voltea? 

–¡Acabas de decir que está prohibida para ti! ¿Qué rayos quieres que te diga entonces? –Se oyó un suspiro de confusión– ¿Sabes qué? Deja pasar todo lo que tenga que pasar, si ella te empieza a mandar indirectas respóndelas como debe ser. Amas mucho tu trabajo ¿No es así? Te gusta trabajar con el señor Liam Dunhee e incluso en el bloque de hielo de su hijo. Debes ir con cuidado, no es cualquier chica que conociste en un bar. 

–Buena idea –El toque de la puerta desvió la conversación, Caroline, su secretaría, la abrió con sumo cuidado, asomando medio cuerpo para mirarlo– 

–Señor Lee, lamento molestarlo pero el señor Dunhee está de camino aquí, me ha dicho que desea conversar con usted.

–Bien, deja que pase cuando venga –la hermosa pelirroja asintió y lo dejó a solas– 

–Debo cortar, Liam vendrá. 

–Tu adorado jefe… –bromeó Sebastián, lejos de aportar la seriedad del caso a la despedida telefónica– ¡Puedes iniciar dándole gracias por la hija tan buena que te está dando! 

–¿Has bebido tan temprano? –Cuestionó en un sarcasmo– 

–Te veré luego. 

–Hecho 

La puerta se abrió pocos minutos después de colgar y la imagen de Liam Dunhee apareció tras ella, se acercó al escritorio en el que se encontraba sentado, tenía un mejor semblante que el de la velada anterior, aparentemente no se había dado cuenta para nada de la ausencia de Emily durante la noche. –Qué maldita suertuda– Pensó para sus adentros mientras Liam se acomodaba en uno de los sofás cercanos a la ventana. 

Casi no pudo concentrarse en el saludo del hombre, tampoco en toda la cantidad de cosas que le dijo al principio, debido a que no le era posible sacar de su mente la imagen de una Emily inocente durante el desayuno preguntándole si había dormido bien, como si nunca hubiera abandonado la enorme mansión a escondidas. 

–Emily me ha hablado maravillas de ti –enfocó la atención en la conversación después de oír aquel dichosos nombre– Me ha comentado hoy durante el desayuno que hablaron mucho el día de ayer en la fiesta de beneficencia, siendo sincero me agrada que haya hecho amistad con alguien como tú, podrás ayudarla a darse una idea del rumbo que puede tomar su vida, sobre todo con la elección de una buena universidad.

–Sí, supongo, el día de ayer no llegamos a ese tema pero en cuanto tenga oportunidad intentaré aconsejarla lo mejor que pueda –Lo miró con agradecimiento, aparentemente estaba muy preocupado por el futuro de su hija, después de todo ya había encaminado bien a Lian, su hijo mayor– 

–Me ha contado también que la invitaste a jugar tenis en el club el día de mañana –¿Qué? ¿Cuándo? –  está un poco emocionada al respecto, el día de hoy iremos a comprarle ropa deportiva por la tarde. 

–¿Mañana? 

–Si, por la mañana –La mirada de Liam se tornó dudosa, seguramente había notado la sorpresa en su pregunta– 

–Sí –disimulo muy bien la afirmación de inmediato, detestaba que organizaran y manejaran su tiempo a su antojo sin antes consultarle así que    debía darle una lección para que aprendiera a no hacer las cosas como se le antojaban– Me contó que planeaba unirse al club y aproveché para preguntarle si deseaba jugar tenis conmigo, los sábados acostumbro jugar ahí. 

–Gracias por invitarla, supongo que con el tiempo hará más compañías y dejará de fastidiarte tanto, por lo pronto eres su único amigo aquí –La seguridad volvió a Liam, creyéndole de inmediato– 

–No tiene que preocuparse, además, es interesante charlar con ella… 

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