PARTE 3: ¿Coincidencia?

La Cita Cincuenta y Siete.

Capitulo 3.

Me saqué los audífonos y comencé a estirarme antes de entrar a mi hogar. Durante esta semana, por las mañanas, no hubo ningún rastro del misterioso Evs. Ross. Sin embargo, no había dejado de pensar en el, en ningún momento.

Moví mi cabeza suavemente hacia los costados para despejar mi mente.

Camine hasta el comedor, en donde predominaba el estilo clásico; muebles de maderas que mantenían su color original, empapelado de tonos grisáceos, casi sombríos, y una gran lampara colgante notoriamente antigua. Recordé las corridas de pequeña, los enojos de adolescente y hasta las falsas sonrisas siendo adulto.

-Buenos días- susurre encontrándome con mi padre y madrastra.

-Buenos días- dijeron al unisonó sin siquiera observarme. La falta de atención ya era normal para mí, ya no dolía.

El desayuno estaba transcurriendo en el común silencio de siempre hasta que mi padre deja de golpe sobre la mesa el diario asustándonos a todos.

-M****a, perdimos- tomo su cabeza entre sus manos mientras que vacilaba palabras que no lográbamos escuchar. - Nos estafaron.

- ¿Quiénes querido? - interfirió mi madrastra.

-Los Ross terminaron haciendo alianza con los Saimon. - me apuntó a mi- Diablos, Rachael. Si tan solo hubieras aceptado casarte con el no estaríamos en esta situación- se levantó abruptamente mientras que su mirada se hacía más colérica con cada minuto que seguía mirándome- Pero eres igual a ella, solo piensas en tu propio beneficio.

Reí y me levanté de la mesa- Tu eres quien siempre busca su propio beneficio y el de la empresa. Nunca piensas en los demás, nunca piensas en nadie más que no seas tú y tu estúpido trabajo.

Doble mi cabeza debido a la bofetada que recibí de mi padre, mi mejilla ardía.

-No te permitiré que me hables de esa forma. - tomo su saco dispuesto a retirarse sin más- Estoy esperando ansiosamente el día que te vayas- escupió aquellas hirientes palabras y no pude evitar mirarlo con demasiado odio; escuchamos una leve risa y ambos giramos hacia aquel ruido, mi madrastra estaba casi riendo a carcajadas.

Mi padre se retiró de la mesa muy furioso, mientras yo que me sentaba nuevamente y trataba de terminar mi desayuno.

-Parece que no aprendes, querida. - dijo con una media sonrisa mientras terminaba de leer el periódico- Mientras sigas sin seguir las ordenes de tu padre, el seguirá despreciándote.- advirtió antes de también retirarse dejándome completamente sola en el inmenso comedor.

Apoye mi cabeza en ella y suspire, tratando de tranquilizarme y que ninguna de las lágrimas que se acumularon en mis ojos salgan. No debía llorar, esto no debería afectarme.

Sali al jardín en busca de relajación y camine en pasos lentos hacia el estudio. Una vez en él, tome de nuevo el block de hojas y un lápiz.

El rostro del desaparecido Ross, vino a mi mente y no dude en realizar un retrato de las partes que más recordaba de su persona; comencé por sus ojos, por sus facciones hasta terminar de dibujar sus labios. Sus lindos y llamativos labios.

Me quedé mirando el retrato que había finalizado y como si el estuviera presente en este momento sentí aquella misma sensación como cuando por primera vez lo note en el parque. Cerré mis ojos sintiéndome muy estúpida. ¿Como podría sentirme atraída con alguien que lo había visto solo dos veces?

Mi teléfono vibro sobre la superficie del escritorio y lo tome enseguida al ver que el remitente era ni mas ni menos que Dolores, es decir, Lola.

Se sale dentro de unas horas, Rachael.

                                                                            ¿Es una invitación o una orden?

Llámalo como quieras. Pero tienes que venir.

                                                             Está bien, si tanto insistes. ¿A qué hora es?

Pasa por mi casa antes.

Tengo muchas cosas que contarte bebé.

Te veo a las 21:00

                                                                                                               Está bien.

                                                               (...)

Me estacione frente a casa de Lola y espere pacientemente a que ella saliera, como siempre, la puntualidad no era parte de ella.

-Dios, Rachael- se dejó caer pesadamente sobre el asiento para luego girarse hacia mi- Lamento tardarme tanto. - suspiro y una embobada sonrisa se instaló en su rostro- Pero no tienes idea de lo que me paso. Creo que me enamore.

-¿Tu, dolores, enamorada? Estoy sorprendida-Simplemente me limite a negar con una sonrisa, conociendo perfectamente a mi amiga. - ¿ya es la cuarta vez que te enamoras de lo que va el año?- pregunte recibiendo como respuesta un fuerte golpe en el hombro- ¿Estas loca? No sabía que querías provocar un accidente.

-Recuerda, es Lola...Vaya que eres exagerada. - por su tono note como empezaba a molestarse- Pero esta vez siento que es de verdad, que me encuentro realmente enamorada, Rachael.

No hice mención de algo más mientras que mi amiga seguía explicando y divagando en sus pensamientos. No duro mucho el recorrido por lo que en menos de diez minutos ya nos encontrábamos en el destino indicado.

Era un club, pero que sólo solían frecuentar la gente de alta sociedad. No eran como otros clubes en donde la música era bastante fuerte, el olor a tabaco abundaba ni mucho menos la gente se arrinconaba en la oscuridad para tener sexo. En estos lugares la música que resonaba era puro jazz, todos se mantenían sentados tranquilamente, tomando una que otra copa de alcohol. No era del todo desagradable, pero había veces en donde solo quería divertirme y simplemente evitar pensar en lo que podrían decir los demás. Simplemente no ser Rachael Jamet.

Junto con Lola nos encontramos con otras chicas e hicimos una ronda, todas pedíamos tragos. Estaba por mi tercer vaso de vodka y ya sentía un hormigueo en mi nariz, decidí salir al balcón para tomar un poco de aire.

Escuché unos pasos detrás mío, pero no les di importancia y seguí viendo la ciudad.

-Bonita noche ¿No? - inquirió el chico se había colocado a un metro mío.

- Si, lo es. - conteste secamente manteniéndome en mi postura, sin siquiera voltearme.

-Pero no más bonita que usted señorita.

Ahí lo reconocí, era el misterioso. Me gire y tenía su sonrisa traviesa, sus ojos transmitían algo misterioso, pero tan tentador para mí.

-Así que es usted. - sonreí y me enderecé- No me esperaba encontrarlo por aquí, Ross.

-Veo que no se olvidó de mí. - su sonrisa de satisfacción era muy notoria y no dudo en avanzar un poco más hacia mi- Déjeme presentarme.- me extendió la mano.-Soy Evans Ross

-Rachael Jamet- acepte su mano, pero no esperaba que la tomara y la llevara directamente a sus labios, depositando en ella un suave pero prometedor beso.

-Todo un gusto volver a verla- estando frente a él, grabaría cada una de sus facciones para luego pasarlas al papel, porque Evans me resultaba digno de hacer miles retratos sobre él.

Dolores, apareció de repente y me pidió que nos vayamos rápidamente. Al parecer, no se había percatado que estaba conversando con alguien.

-Debo irme, Joven Ross.- Nuestro agarre se fue deshaciendo y comencé a alejarme hacia la salida pero su profunda y gruesa voz me detuvo haciéndome voltear.

-Por favor dígame, Evans - Camino hasta mí y me entrego una tarjeta con su nombre escrito en ella. - Espero hablar con usted pronto.

Me limite asentir y nos fuimos con Lola.

Pero al estar en mi habitación no pude evitar preguntarme: ¿Todo esto es una simple coincidencia?

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