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Capítulo uno

Pov Zuani

Me pregunto si hay personas como yo que se acuestan en la madrugada y se levantan a medio día.

Estiro mi cuerpo en la cama y junto mis cejas al sentir el sudor en mi cuello, llevo una de mis manos a la parte trasera de este y abro mis ojos poco a poco.

—Despierta ya, dormilona. Recuerda que hoy pasaremos el día en la casa de la manada principal —siento el colchón hundirse a un costado, las manos de mi madre quitan el alborotado pelo de mi cara y enfoco rápidamente sus ojos verdes.

—Recuerdame, ¿por qué todos los meses tienen que limpiar los conductos de ventilación? —pongo un brazo encima de mis ojos.

—Levántate, Zuani. No tenemos todo el día para esperarte, aparte me muero de calor —Kayla entra a mi habitación y alza una ceja al verme —¿No tienes calor con esa pijama de stitch?

Niego —solo el cuello y es por el cabello.

Rueda sus ojos —Da igual. Apurate, pequeña hormiga —bufo al escuchar ese odioso sobrenombre que me ha puesto y salgo de la cama —Madre, el señor Dhall la busca, dice que vaya a su habitación —sonrío.

Tres, dos, uno...

—Mira Kayla, estoy hasta arriba con tus cosas y realmente no sé qué tengo que hacer para que empieces a llamarnos como es debido —mi madre se levanta de mi cama y observa en mi dirección —¿y tú que te ríes? Apurate que llegamos tarde por tu culpa, menuda perezosa — miro a mi hermana quien contiene su sonrisa y muerdo mis labios.

—Mira quien lo dice... Gusanin—digo por lo bajo y entro de golpe al baño.

—Te escuché, Zuani. Ya vas a ver cuando te agarre —niego sonriendo y me despojo de la ropa.

La puerta de mi cuarto es cerrada y tomo una ducha rápida, hago mis demás cosas y salgo con una toalla atada a mi cuerpo.

¿Qué me pongo hoy?

Reviso mi armario y observo los gigantes tejanos que casi nunca uso, volteo mi cabeza a los suéter y doy con uno de arcoiris que casualmente poco uso también.

Pues nada, vestimenta ochentera será.

Tomo la ropa y me visto, agarro mi móvil de la mesita de noche y salgo, bajo las escaleras corriendo y camino a la cocina que es de donde provienen todos los gritos de mi familia.

—Ya estoy aquí, manada —muevo mis manos dramática y los ojos de todos se posan sobre mi cuerpo.

—¿No pudiste encontrar algo más... Raro? —habla Yannick y le hecho un ojo por última vez a mi ropa.

Zapatillas, medias altas a rayas, pantalón suelto más arriba del tobillo, suéter de arcoiris por dentro del pantalón, correa negra para combinar con las zapatillas y mi bolsa.

¿Esta todo bien? ¿No?

Me encojo de hombros —Yo me veo bien.

—Ya dejala, sabes que le gustan ese tipo de cosas — Elián me defiende.

—Bueno, basta de parloteo. Tenemos que irnos, suficiente retraso —mi madre se levanta del taburete —su padre y yo iremos en la camioneta, Yannick y Elián en sus autos —voltea hacia mí y ve por el rabillo de su ojo a Kayla —¿ustedes se van con ellos o con nosotros?

—No gracias, yo quiero leer en mi aplicación móvil y con semejante música que ponen estos dos no voy a poder.

—Le doy la razón a ésta —mi hermana se coloca a mi lado.

Papá toma las llaves del auto y pasa a nuestro lado—Nos vamos.

El viaje en carro hasta la manada principal se me hace de lo más corto por las lecturas de mis novelas favoritas, alzo la vista para observar mi alrededor y bloqueo el móvil al ver que ya estamos llegando, Kayla cierra su libro sonoramente y sus ojos brillan con entusiasmo.

A ella le gusta más estar aquí que en el lado sur de la manada donde vivimos.

La camioneta se detiene y salgo, tomo una gran respiración y miro la inmensa casa de tres pisos.

Esto es demasiado grande para dos personas.

De la mansión salen mis viejos y camino hacia mi abuelo al ver sus manos extendidas en mi dirección, enredo los brazos a su cuerpo y me aprieta fuerte dejándome sin aire.

—Papá, recuerda que Zuani no es igual que los otros, ella es más frágil, asique por favor, ten cuidado.

—Lo siento, lo siento.

Me suelto de su agarre y rápidamente trato de buscar aire a cantidad —No hay caso, viejo —digo.

—¿Ya vamos otra vez con lo de viejo? —mi abuelo achica sus ojos y me encojo de hombros.

Mi vista recorre los carros de mis dos hermanos mujeriegos y alzo mis cejas divertidas —¿tan pronto como llegaron se fueron?

—Sabes que ellos son así, nunca podrán cambiar a menos que llegue su otra mitad—mi abuela me enreda en sus brazos y aspiro el aroma a galletas recién hechas por parte de ella.

Sonrío —supongo, pero, ¿qué esperamos aquí fuera? Entremos —corro a la entrada y escucho un plato de aluminio sonar desde la cocina, abro las puertas de par en par y la cantidad de gente de un lado para otro me miran expectante a la situación.

—¡Genial, Elián! Arruinaste la sorpresa —los dos chicos que tengo como hermanos salen de la cocina con manchas por toda su ropa.

Elián alza sus manos en sorpresa y hace una ridícula pose con estas —¡Feliz noticia!

Abro y cierro mi boca viendo a Elián sin entender la situación en la que estoy —¿De qué noticia me hablas? —volteo hacia mi padre —¿seguro que estos dos son mis hermanos? ¿No serán adoptados?

—Zuani—advierte mi madre y la risa de Kayla llena la casa.

—Pero que tontos, solo tenían una misión y terminaron de esta manera.

Yannick cruza sus brazos y alza sus cejas —Si era tan fácil, ¿por qué no viniste tú y la hiciste? —alza su dedo índice y finge estar sorprendido —se me olvida que no sabes hacer nada más que leer y escribir, aburrida de m****a.

—¿A quién llamas aburrida de m****a? —Kayla habla entre dientes y lanza el libro contra Yannick, sus piernas se mueven solas y rápidamente lo tiene debajo de ella dándole golpe tras golpe.

Mis ojos viajan a Elián quien trata de tomarla por el cabello y automaticamente me tiro a su espalda impidiendo su ataque a mi hermana. Lo golpeo una y otra vez con mis puños mientras agarro su cabello con una de mis manos y mis pies aprietan su cintura, las personas a nuestro alrededor ven el espectáculo que estamos montando asombrados y con curiosidad de quien es el que va a ganar.

Si hablamos de fuerza bruta aquí el más grande de mis hermanos por unos segundos nos lleva la delantera, Kayla es la más hábil a la hora de ataque y Yannick es el más rápido, yo por mi parte solo puedo ganarles en astucia.

Porque puede parecer que actuo de una manera, pero por dentro puede ser totalmente lo contrario.

—Hormiga, dejame en paz o tendré que ser malo contigo y mira que no me gusta pelear con las chicas, mucho menos contigo que eres mi hermana.

—¡Patrañas! Hormiga, pelea —grita Kayla.

Intensifico mi agarre en su cintura y él retrocede hasta darme de lleno contra la pared, siento sangre fresca salir de mi cabeza por la parte trasera y el dolor se expande en un dos por tres.

Joder, debí haberlo noqueado.

—¡Tienen tres segundos para detenerse y abstener sus poderes o se las verán conmigo! —el grito sonoro de mi padre hace eco en mis oídos y suelto a Elián, Yannick guarda sus dientes y sus ojos rojos desaparecen tan rápido como aparecieron, Kayla vuelve su cuerpo a la normalidad y Elián sólo mira con franqueza hacia el frente —no puedo creer que estén tan grandes y aún no sepan comportarse, son unos niños —cruza sus brazos y mira en mi dirección —la sorpresa de hoy era decirle a Zuani que finalmente puede estudiar en la universidad que quiera —¿Cómo? Muerdo mis labios para evitar sonreír y él voltea hacia mis otros hermanos —pero, en vez de pasar un buen rato en familia y convivir de forma sana están ustedes aquí haciendo el capullo —da un paso hacia nosotros —quiero una fila, de mayor a menor.

No... Correr otra vez, no.

—Pero... —me quejo.

Gira su cabeza en mi dirección y por esos ojos azules pasa un destello rojo —¿me vas a contradecir? —listo, la fregue a lo grande —Por Zuani harán cien flexiones cuando terminen de dar cincuenta vueltas corriendo a la manada entera, ¿alguien más tiene algo que decir? —cuestiona.

—No—decimos al unísono.

—Se cambian y en un minuto los quiero aquí abajo —toma a mi madre de la mano y camina con ella hacia la cocina, mis abuelos hacen lo mismo y desaparecen detrás de la puerta.

Los ojos de los tres caen sobre mí y finjo mirar el desastre que hemos hecho en la entrada, muevo mis pies hacia las escaleras y salgo corriendo antes de recibir los reclamos por parte de ellos, entro a mi habitación en el segundo piso y le pongo seguro, toco mi pecho agitado y corro al armario con euforia.

Creo que de todo lo malo que puede pasar hoy, nada cambiará el hecho de que este feliz y esta sea para mí la mejor sorpresa del mundo.

...

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