La Caja de Pandora
La Caja de Pandora
Por: Calironi
Prologo

Pandora:

            Mi nombre es Pandora Ferrari, ¡sí ya sé!, un poco extraño para la época, pero mi madre, quién es un poco loca, está coladísima por la mitología griega y todas estas porquerías místicas, fíjense que a mi hermano gemelo lo llamó Apolo.  Aunque para quedar bien con la familia de mi padre nos castigó con dos nombres bíblicos, a mí María y a mi hermano José, así que somos María Pandora y José Apolo. No combinan en lo absoluto y rozan la ridiculez. Obviamente toda la vida fuimos conocidos como María y José, los hermanos Ferrari, así era más fácil poder sobrellevarlo, sobre todo en nuestra época de la preparatoria. Es que allí los críos son muy crueles. Cuando la estamos cursando creemos que nos llevaremos el mundo por delante, y que lo que pase durante ese período será para el resto de nuestras vidas. Pero créanme que nada que ver. Hoy veo a los “populares” de la época y dan pena. Como por ejemplo Carmen, a quién nunca se le podía destituir de su reinado, sirve café en la Agencia de Publicidad que dirijo y Ricardo, quién era su pareja hasta que la embarazó y no quiso hacerse responsable del crio, es el conserje del edificio donde vivo. Ambos la estaban pasando mal y me dieron un poco de pena, está mal, ya lo sé, ¿pero qué podía hacer?, así que les conseguí empleo para que pudieran tener una vida digna, así como su hijo, el pequeño Juan. El pobrecito, siempre a la deriva, rehén de dos padres que peleaban constantemente utilizándolo como excusa para todo, ella para reprocharle a Ricardo de forma contínua por la falta de dinero y él para recordarle que no quería hijos y que ella se había negado a un aborto. ¡Uff!, historia triste por demás. Luego estábamos los nerds, los inadaptados de siempre, los cerebritos que no nos parecíamos a nada, a quienes solo se acercaban si necesitaban alguien que les hiciera la tarea. Pero fuimos, en muchos de los casos porque excepciones siempre hay, los que, en los años posteriores, triunfamos. Eso demuestra que una cara bonita no lo es todo en la vida. A pesar de eso, Andrea, mi mejor amiga desde la primaria, y yo, nos hemos preocupado por nuestra estética. En mi caso le dedico varias horas semanales al gimnasio para mantener tonificado y atlético mi cuerpo, y en el caso de ella, adelgazó unos 20 kilos, para mi gusto se le fue la mano, creo que con 10 lo hubiera arreglado. Pero bueno, como ella siempre dice mi cuerpo, mis reglas”  así que ni más, solo espero que no se enferme, pues tengo mis sospechas de que o no come o lo vomita. Siempre me dio terror eso, pero por suerte nunca tuve la necesidad de llegar a tanto, es que yo soy por naturaleza de complexión muy delgada, así que debo abusar un poco del gimnasio para tener algo de forma. Obviamente mi vida sexual fue en crecimiento. Bueno, la verdad es que soy un poco adicta a él, me gusta y me gusta mucho. No soy muy exigente a la hora de elegir amantes, pero lo que nunca hago es repetir más de 2 o 3 veces, ¡y eso si me gusta mucho!, porque si no luego ya sería una relación y no estoy interesada en tener una. Si bien tengo ya 29 años, no siento la necesidad de “sentar cabeza”, estoy perfectamente así. Andrea, por el contrario, sueña con el príncipe azul en su caballo banco. Mi hermano, por su lado, sí se casó y me dio ya 2 sobrinos, son unos diablillos, pero los amo con locura.

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