Capítulo 5

Narrador:

La reunión había ido de maravilla y había terminado antes de lo esperado. Pero aún debía quedarse un rato más para ultimar detalles. Estaba por demás feliz, había cerrado un negocio de millones, eso posicionaba a la Agencia en el primer lugar del país, eso significaba prestigio y por ende más dinero. Se fue pasando la hora sin darse cuenta. De pronto entró Sofía casi corriendo a su oficina.

− ¡Por Dios Pandora!, ¿conoces al bombón de Ramiro Gancia?

Levantó la vista para prestarle atención y pudo ver a través de los cristales de su despacho a Ramiro parado en el gran salón rodeado de gente pidiéndole autógrafos y sacándose fotos.

− Si, somos amigos de la infancia. Hoy iré a cenar con él y sus padres –

− ¡Ay! Qué envidia me das –

Pandora se levantó de su sillón y riendo se dirigió al gran salón

− Ramiro, ¿Cómo estás? – y mirando a los empleados que lo rodeaban - chicos, ya es suficiente, dejen en paz al señor Gancia - le tomó el brazo y se dirigieron a su oficina

− Hola, preciosa, no me has dado mi beso – Pandora se acercó a él y le dio un beso casi en la comisura de los labios, pues él movió su cara

− Anda Ramiro, pórtate serio que tengo una imagen que cuidar - dijo tomando su chaqueta y su bolso

− Perdón, no pude evitarlo, es parte de mi esencia, además tú – la miró de pies a cabeza - con ese tajo en la falda estás que infartas –

− Ya, deja de pavadas y vámonos – pasó por el escritorio de Sofía y le dejó las llaves de su auto sobre el escritorio – Sofi, dale a Fernando las llaves de mi coche, dile que lo lleve a mi edificio y lo deje en mi estacionamiento por favor – rió – y ya cierra esa boca de babosa, ven que te lo presento – Sofía la siguió casi que corriendo – Sofía él es Ramiro Gancia, Ra ella es Sofía mi secretaria, bueno mi ángel de la guarda más bien

− Encantado Sofía – le dio un beso en la mejilla

− Encantada yo, ¿me firmas un autógrafo?, cuando le diga a mi esposo que he estado contigo va a enloquecer, es un ferviente admirador

− Anda, te firmo un autógrafo y nos sacamos una foto para que se la lleves – y así lo hicieron

Una vez en el coche, emprendieron el largo viaje a lo de la familia Gancia.

Ramiro:

Al subir a mi auto lo invadió con su perfume, había cambiado en estos años. Verla salir de la oficina con ese porte que ha adquirido fue majestuoso y ese tajo, Uff, ¿para qué vamos a hablar de eso?

− Hacía mucho que no venía por este camino, siempre que voy al pueblo lo hago por el camino recto, pero ésta ruta turística es mucho más bella – me dijo en un momento sacándome de mis pensamientos

− Bueno, si no es para venir a ver a mis padres no sé qué otro motivo podrías tener para aventurarte por estas tierras, porque aunque el otro camino es más recto, éste te lleva directo a la puerta de la chara – soltó una carcajada.

Qué bonita se ve cuando ríe, parece que el tiempo no hubiera pasado, me sigue causando las mismas sensaciones. Obviamente yo nunca le genere las mismas o no me hubiera apartado de su vida, pero… ¿Por qué nunca te casaste?

− Pues, supongo que nunca me interesó en realidad, eso de la familia no se me da muy bien – me respondió con amabilidad pero un poco sorprendida

Sin darme cuenta había hecho la pregunta en voz alta

− Yo hubiera querido no casarme nunca, aunque rescato algo bueno… -

− ¿Ah sí? – me preguntó algo incrédula

− Fíjate que si, a Lautaro, aparte de eso nada. Valeria se encargó de hacer de mi vida un calvario - me miró con pena – pero ya no hablemos de eso, otro día te cuento. Espero no te haya

molestado que le dijera a mis padres que te vi – dije tratando de cambiar de tema, pero ella seguía mirándome con esos ojos llenos de pena. No lo soporté y detuve el coche

− ¿Qué sucede Ramiro?

− Sucede que si me sigues mirando con pena voy a tener que besarte, pero ésta vez no lo olvidarás como la primera vez

− Ok, ok, ya no te miraré con pena. –

Obviamente eso había sido un rechazo, así que debía salir airoso, acaricié su rostro y sonreí

− ¿Ves?, todavía tengo el toque de hacerte cambiar la cara –

Reí tratando de disimular que ante la más mínima aceptación la hubiera besado como jamás he besado a nadie, pues ella es el amor de mi vida y siempre lo será. Ella siempre lo supo pero prefirió tratarme como su amigo para no interponerse entre Valeria y yo.

Pandora:

Lo seguí hasta su coche, que trasero maravilloso tiene, y que cuerpo tan atléticamente escultural, la verdad es que el futbol le ha

sentado muy bien. Pero no puedo mirarlo como otra cosa que no sea mi amigo, no está bien ya me acostumbré a mi vida sin él, no estoy hecha para las relaciones. Pero adoro como me mira. Por momentos es un niño grande, pero otros intensifica esa mirada caramelo suya y me vuelve loca. Toda mi vida me pregunté cómo sería tener sexo con él. Y como besaría ahora, porque nuestro beso fue un desastre aunque yo lo recuerde y me excite un poco.

Qué pena que lo nuestro nunca fuera, ¡con lo bueno que está!

Me preguntó si me molestaba ir a lo de sus padres, claro que no, estoy en un momento que quiero ir al pasado y volverlo a sentir todo con la misma intensidad.

− Sucede que si me sigues mirando con pena voy a tener que besarte, pero ésta vez no lo olvidarás como la primera vez -

¿Qué? Y ahora me sale con eso. Con las ganas que tengo de tirármele encima, comerme esa boca carnosa que tiene y demostrarle así que aprendí a besar. Arrancarle la ropa y lamerlo de pie a cabeza.

¡Pero no!, no es buena idea. Así que le sonreí y le dije que cambiaría mi cara. Me miró un poco decepcionado, creo que realmente quería besarme.

El resto del viaje hablamos de cualquier tontería. Ninguno de los dos quería ahondar en nada. Mejor así.

Narrador:

Ya estaban llegando a la casa de los Gancia. Al detener el coche Ramiro se tiró del mismo y fue a abrirle la puerta a Pandora. Le extendió la mano y ella se la tomó

− Pero que modales tan elegantes se te han pegado de Europa

− Sí, y tengo que acostumbrarme, pues voy a París

En ese momento Pandora recordó el programa radial que había escuchado y lo miró con sumo asombro

− ¿Entonces eres tú el fichaje millonario de Francia? - Ramiro soltó una carcajada

− Mira tú por donde, pues sí, fíjate que pagaron un platal por mi ficha y me espera un súper sueldo –

− Y yo que pensaba que habrías podido dejar el fútbol - dijo mientras se le tiraba encima y se colgaba de su cuello.

− ¿Dejarlo?, Pan creí que me conocías mejor – rieron y abrazados entraron a la casa.

− Pandora, mi vida, ¡que gusto verte! – dijo la madre de Ramiro estrechándola en sus brazos

− Antonia, el gusto es mío, tantísimo tiempo sin vernos –

Y ya despegándose de Antonia, recibió un afectuoso abrazo de Joaquín, el padre.

− Pero mírate muchacha, tan linda como siempre – le propinó un beso en la mejilla

Pandora se sentía feliz, pues la casa de Ramiro había sido como su casa, y sus padres su familia. El padre le había manifestado constantemente su deseo de que se convirtiera en su nuera, cosa que la joven le agradeció siempre.

− Joaquín, y por ti no pasan los años – el veterano sonrió ampliamente

− Mi reina, ¿cuándo me darás el placer de convertirte en mi nuera y darme esos nietos hermosos que sé que me darán? – Ramiro los separó

− Papá, no me avergüences, deja ya a Pandora en paz, siempre con lo mismo –

− Pero si lo estás deseando tú también, que me vienes ahora con cosas –

Ramiro tomó a Pandora de un brazo y la sacó por la puerta trasera.

− Ven sentémonos el porche –

− ¡Ah, cuanto extrañaba esta paz! – dijo mientras dejaba escapar un largo suspiro y entrecerraba los ojos

− Mamá debe estar con los preparativos de la cena, pero antes, ¿quieres algo de beber? –

− Voy a ayudarle - se puso de pie, pero Ramito la tomó de los hombros y la obligó a sentarse nuevamente

− Deja, eres la invitada. Ya la próxima vez que vengas podrás hasta lavar los platos si quieres. Pero hoy déjame agasajarte –

Ella miró esos tintineantes ojos caramelo y no pudo resistirse al encanto, así que impulsivamente, le acarició el rostro. El joven entrecerró sus párpados, para luego abrirlos y regalarle una profunda mirada, esas que estremecen el alma. Tal es así que por reflejo Pandora retiró bruscamente la mano, pero Ramiro se la tomó y besó el dorso de su muñeca. Esto hizo que ella le devolviera una honda mirada, que casi lo paralizó.

− ¡Ups! Pandora, me erizaste la piel – ella parpadeó deprisa tratando de cambiar el tono de su mirada

− Perdona, Ra, no nada más lejano a mi intención – él sonrió

− Tranquila, ¿te traigo un refresco?

− Sí, por favor

Pandora:

No puedo creer lo que acabo de hacer, lo he mirado como para comérmelo y lo notó. No sé qué me pasó. ¿Será el lugar que tantos recuerdos me trae, la tan extrañada paz que se respira aquí, o

simplemente son sus ojos?, pero más que nada su forma de mirarme que me enloquecen. El contacto de sus labios en la piel de mi pulso fue un golpe directo al corazón. Nunca supe por qué lo hacía, reconozco que adoraba que lo hiciera. Pero entonces cuando me dijo

− ¡Ups! Pandora, me erizaste la piel –

− Perdona, Ra, no nada más lejano a mi intención – Y ahí está, esa sonrisa suya tan encantadora, mi corazón dio un brinco, ¿lo habrá notado?

− Tranquila, ¿te traigo un refresco?

− Sí, por favor

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