Capítulo 3

Narrador:

Antes de dormir, Pandora revivió noche anterior llena de pasión con Marcos.

Al entrar sintió que la tomaban de un brazo y la ponían contra la pared, obviamente era él que la estaba esperando. Quien juntó los labios con los de la joven y con su lengua se abrió paso, mientras acariciaba todo su cuerpo con las manos

− Marcos, deja que me duche, he estado todo el día en la agencia y luego hice un largo viaje al pueblo, estoy transpirada –

El pasó su lengua por el cuello de Pandora desde el hombro hasta la oreja.

− Mmm… que sabor salado tan exquisito – tenía el brillo malicioso de costumbre

− Marcos… - dijo mientras sucumbía a las caricias y besos recibidos

La llevó a la cama y la desvistió son una prisa abrumadora. Le tomó los tobillos y los separó, la obligó a levantar las rodillas y sin más

preámbulos se metió dentro de ella casi con furia. La joven emitió un grito, él sonrió complacido. Dio una corta pero brusca cabalgata

− Ahora, vas a sentarte y dejarás que me corra en tu boca, y lo harás con esmero –

Ella asintió con su cabeza y obedeció, tomó el miembro de Marcos en sus manos y lo llevó a la boca, pasando su lengua hasta lograr que él gimiera de placer y sus rodillas se aflojaran. Una vez culminó, pasó sus dedos por la comisura de los labios

− Eres una maestra dando placer –

Se puso de rodillas, colocó las piernas de Pandora sobre sus hombros y sumergió sus labios en la pelvis de la joven. Pasó su lengua hasta que está jadeó mientras temblaba por completo.

La mañana se abrió paso por entre las cortinas y dio justamente en su rostro

La alarma retumbó en la habitación de Pandora provocando que ésta saltara de la cama. Habitualmente no la programaba, pero ese día era por demás importante. No solo ella lo sabía sino que todos se lo habían recordado. Como pudo despegó sus ojos, se sentía por demás

cansada, es que tener pasión con Marcos era por demás gratificante pero sumamente agotador, y, si no fuera una acontecimiento de tal magnitud, hubiera cancelado para quedarse un rato más durmiendo. A regañadientes se sentó en la cama y bajó sus pies al suelo, se frotó los ojos tratando de despejarse. Unos segundos después se dirigió al baño para darte una caliente y larga ducha. Trató de quitarse el cansancio de encima con el agua que golpeaba su cuerpo. Permaneció allí más rato de lo que lo hacía siempre. Luego de unos minutos por fin salió. Se secó cuidadosamente, luego se recogió el cabello en un moño alto, pero algo desalineado, con algún mechón suelto como alocado que rizó un poco. Con sumo cuidado se maquilló, pero de forma fresca y natural. Era muy temprano como para ostentar un maquillaje cargado. Ya por fin, se puso unas medias negras de fantasía y se metió en su nuevo vestido blanco, muy ceñido a su cuerpo, dos dedos por encima de la rodilla, con algún detalle de encaje blanco y un escote en la espalda que llegaba casi al borde de su cadera. Se puso unos tacones muy altos blancos, tomó una chaqueta a juego junto con su bolso y bajó al lobby del edificio a esperar al uber solicitado, es que ella cuando

iba a algún evento nunca manejaba, de esa forma no se preocupaba de donde estacionar o si quería beber algo.

Como había prometido llegó 15 minutos antes de la hora pactada. Se sorprendió al ver que no era la primera en llegar

“Pero… ¿quién llega temprano a un bautismo?”

Su hermano Apolo se acercó a ella para saludarla

− Pan, llegaste, estás hermosa - le dio un beso en cada mejilla

− Hola Apolo, te dije que vendía temprano y aquí estoy –

− Sí, me has hecho muy feliz, ayer creí, por un momento, que lo habías olvidado – ella sonrió

− ¿Cómo crees? – se tomó del brazo de su hermano y entraron a la iglesia – Apolo, me tienes intrigadísima –

− ¿Con qué?

− No has querido decirme quien es el padrino de los mellizos

− ¡Ah… eso! – Apolo sonrió – es que quería que fuera una sorpresa, espera aquí que lo voy a buscar –

Pandora se quedó con su cuñada charlando afablemente mientras esperaba a su hermano. De pronto sintió que alguien le pasaba el dedo por la espalda, comenzando por su cadera hasta subir a su nuca. Su cuerpo entero se estremeció por completo. Florencia, la esposa de Apolo, sonrió ampliamente y se retiró. Pandora giró sobre su eje dispuesta a propinarle una cachetada, pero en lugar de eso esbozó una enorme sonrisa mostrando todos sus dientes y le dio un abrazo

− Ramiro, ¡por Dios!, que susto me has dado – le dio un fuerte beso en la mejilla - pero que alegría tan grande verte luego de tanto tiempo - él la abrazó con fuerza

− Pandora, querida. ¡Tanto tiempo!, que divino verte. Estás hermosa como siempre –

− Anda, que debes decirle eso a toda las chicas

− No creas - sonrió – no podía creer cuando tu hermano Apolo me dijo que eras la madrina de los pequeños.

− Pues sí, fíjate que esos mocosos me tienen embobada –

− A mí también, aunque no los he visto lo que quisiera, tu hermano fue aplazando el bautismo para que coincidiera con alguna licencia mía, para poder venir. Soy el padrino – Pandora abrió muy grande los ojos

− ¡Eres tú el misterioso padrino!, Apolo no me ha querido decir ni mu, al principio no quería bautizarlos, pero papá estuvo insistiendo y se decidió.

− Pues sí, soy yo - Pandora miró a todos lados

− ¿Y Valeria, dónde está? –

− No, ella no vino, ¿recuerdas que te conté que estaba todo mal?

− Sí, lo recuerdo -

− Bueno, hace más de 1 año que estamos separados, ya pronto firmaremos el divorcio – Pandora llevó una mano a su pecho

− Anda, no me digas. Lo siento tantísimo Ra, que pena de verdad. ¿Tú estás bien? – puso su otra mano en el hombro del joven

− De maravilla, fui yo quien quiso separarse. Pero eso te lo contaré en otro momento, ahora debemos acercarnos que el

sacerdote nos está haciendo señales – ella volteó para ver y fue cuando apareció Apolo

− Qué bueno que ya se vieron. Vamos debemos comenzar –

Así que se ha separado de ella. Por fin, luego de tanto tiempo se dio cuenta al final no era buena idea casarse. Lo lamento por Lautaro. Pero… ¿dónde se había metido todo este tiempo?, seguirá siendo futbolista o habrá cambiado. Tenemos tantas cosas de qué hablar. Lo invitaré a cenar a casa. No, a casa mejor no, lo invitaré a un restaurante, eso será lo más apropiado. Pero mírenlo, ¡qué guapo está, por Dios!

Pandora no podía despegar sus ojos de Ramiro, en un momento determinado se mordió el labio inferior. Este lo notó y sonrió. Por supuesto ella ardía de vergüenza.

El bautismo en sí culminó y se dirigieron al salón de fiestas para la celebración, era a una calle de la iglesia en un predio al aire libre que culmina en el lago, un paisaje verdaderamente hermoso. Todos se acercaban a Ramiro para sacarse fotos y pedirle autógrafos. Ella se mantenía separada de todos y lo observaba desde lejos. Andrea la interrumpió

− ¡Qué guapo está Ramiro! –

− En realidad está infartante, amiga

− ¡Ups!, hacía muchos años que no veía ese brillo en tus ojos

− ¿De qué estás hablando, boba?

− De ese brillo – dijo señalándole los ojos – él no ha dejado de mirarte –

− Anda… -

− Pues sí, me voy porque allí viene –

Pandora estaba de espaldas a la fiesta, con su vista fija en el lago. Al enterarse que Ramiro venía a su encuentro su corazón empezó a latir con más fuerza.

Ella había estado enamorada de él durante la adolescencia, es más, él había sido quien le diera el primer beso. Recordar eso la estremeció. Pero luego él se había enredado con Valeria, que quedó embarazada y quien en aquel entonces era su amiga. Y jamás se metería en el medio, así que dio un paso al costado. Desde aquel momento trataron de ser amigos, pero luego él tuvo la oportunidad de

ir a jugar en un equipo en el extranjero, ella comenzó la universidad y así empezó su distanciamiento. Tan así que hacía más de 2 años que no se hablaban.

Al acercarse Ramiro apoyó ambas manos en los hombros de Pandora y le dio un largo beso en la mejilla. Luego la mantuvo abrazada por la espalda.

− ¿Recuerdas las escapadas que nos dábamos para venir a bañarnos al lago, cuando venía de la capital porque el equipo me daba licencia?– ella suspiró

− ¡Cómo podría olvidarlo!, esa fue la mejor época de mi vida –

− ¿Y allí? – preguntó él señalando un viejo embarcadero

− No… - sonrió

− ¿No? – ahora la soltó y se puso frente a ella - ¿de verdad no recuerdas donde te dieron tu primer beso? – su mirada era intensa

Por supuesto que lo recordaba, solo no quería recordarlo junto a él en ese momento. Ramiro la ponía especialmente nerviosa, le agitaba el alma y le aceleraba el latido del corazón.

− ¡Claro que sí!, pero fue tan malo que a veces prefiero olvidarlo – se sonrojó, ella no era de sonrojarse, pero ese día ya llevaba dos veces – me parece que no es una conversación apropiada para dos amigos que hace años no se ven – él rió

− Ok, llevas la razón, disculpa, ¿qué tal si te invito a cenar y nos ponemos al día? – acarició con dulzura el rostro de Pandora – Prometo ser más cortes –

− Me encantaría –

− Bien, pásame tu celular – ella se lo dio y él se agendó – ya tienes mi número, pásame tu dirección y te paso a buscar mañana a las 7 ¿te parece?

− Fantástico –

Luego de esa conversación un tanto intensa, volvieron con los demás a la fiesta. Bebieron, y se sacaron muchas fotos con los mellizos. Luego de eso, Pandora se retiró sin despedirse de nadie, ni

siquiera de sus flamantes ahijados. Apolo y Ramiro la buscaron por todas partes.

− Se ha ido, ya no la busquen, me pidió que la despidiera y te pidiera disculpas Apolo por irse tan rápido, pero la llamaron del trabajo - Dijo Andrea al interceptarlos.

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