IDRIS LYNCH
Apenas había dormido un par de horas cuando tuve que levantarme de ese catre maltrecho y ponerme ropa vieja y pesada. Por lo menos ya no tendría frío. Caminamos por el bosque, la chica se guiaba con la posición de la luna y se detenía para escuchar los ruidos a su alrededor. Así como ella también tenía miedo de que nos estuvieran buscando esa tribu de salvajes.
—Ya falta poco… —dijo en un susurro y seguimos.
La idea era llegar a un lugar donde pudiera hacer una llamada. Aún no me decidía a quien contactaría, pero quien contestara debía de sonar lo suficientemente convincente para instar a mi nueva captora de que podría recibir bastante dinero de llevarme a casa.
IDRIS LYNCHTodo el camino de regreso me la pasé dormida entre los brazos de Liam, temblando entre pesadillas y anhelos. En cuanto el auto se estacionó frente al pórtico, desperté y mi cuerpo se estremeció. Abrí la puerta del auto pese a la petición de Liam para que no hiciera ningún esfuerzo. Subí los escalones con rapidez y atravesé la entrada. —¿Dónde están mis bebés? —pregunté víctima de la angustia. —Están dormidos —contestó Liam tomándome por los hombros—. Por favor, no hagas ningún esfuerzo hasta que un doctor te revise. Ignoré su petición y subí corriendo las escaleras, directo a la habitación de los niños. En cuanto abrí la puerta, lo primero que vi fue a Annie, quien parecía haber visto un fantasma. —¿Idris? —preguntó y su voz se quebró. Corrió hacia mí y me estrechó, llorando desconsolada mientras acariciaba mi cabello. Tardé un momento en reaccionar y regresarle el abrazo. Era extraño este gesto cuando recordaba todo por lo que habíamos pasado. ¿En verdad estaba tan fe
FINN LYNCH—Déjame adivinar… —dijo la cazadora divertida recargándose en la pared sin despegar la punta de mi cuello—. Tú debes ser el abogado. Se te nota por lo arrogante y soberbio… —Nadie me había juzgado de esa forma sin conocerme —contesté posando mi mano sobre su muñeca, sin alejar la punta de mi garganta, entonces percibí un líquido cálido y pegajoso que escurría de su palma, se estaba cortando al empuñar con tanta fuerza el vidrio roto. —Puedo detectar un ciervo a kilómetros y atravesarle el corazón de un solo disparo… ¿Crees que no puedo detectar a una persona mala cuando la veo? Apreté más su muñeca y aunque fingió que la presión no le dolía, terminó por abrir la mano y dejar caer el trozo de espejo. —Llamaré a un doctor… —dije ignorando sus acusaciones.—No lo necesito —contestó viendo su mano con apatía y enjuagándola en el lavabo como si la sangre solo fuera suciedad. —¿Te darás un baño? —Tal vez… pero no creas que usaré ese asqueroso vestido de ahí —contestó malhumo
IDRIS LYNCHTal vez me daban horror sus palabras, pero no era lo que yo deseaba, lo que yo más quería era seguir a su lado como su mujer. ¿Estaba dispuesta a condenarme al infierno solo por él, a morir con ese sucio secreto en mi consciencia? Cuando se deslizó dentro de mí, gruñendo contra mi hombro, descubriéndolo lentamente para morderlo, arremetiendo contra mi cuerpo aún de espaldas contra la pared, supe que no me importaba arder en el infierno por él. Yo tampoco estaba dispuesta a renunciar, pasara lo que pasara. Le recordó a mi cuerpo lo que significaba ser presa del suyo. Tuve que morder las sábanas para no llenar la mansión con mis gemidos y gritos que salían desgarrando mi garganta mientras Liam me embestía cada vez con más fuerza, sujetándome por las muñecas hasta hacerme colapsar entre temblores y espasmos producto del placer.—¿Aún sigues pensando que te dejaré ir? —preguntó entre jadeos, cansado, pero satisfecho—. ¿Crees que hay un buen motivo para que renuncie a ti?Exte
IDRIS LYNCH—Qué mujer tan poco detallista… —ronroneó Evan ansioso, acercando su boca a la de ella, intentando atrapar sus labios.—¡Evan! —exclamó Annie empujándolo suavemente por el pecho, sin obtener resultados.—¿Qué? ¿Te da pena que vean que te deseo? —agregó en su oído antes de besar suavemente su mejilla.—¿De qué me perdí? —pregunté confundida y al mismo tiempo Liam y Finn refunfuñaron.—Así han estado desde hace unos días —contestó Finn jugando con su reloj, abriéndolo y cerrándolo—. Al principio es vomitiv
IDRIS LYNCH—¿Exageré? —pregunté sentada en el borde de la cama de ese elegante hotel. Habíamos hecho una parada a medio camino para descansar y comer. Me preocupaba que mi actitud en esa taberna hubiera cambiado algo en Liam, que caminaba de un lado a otro, pensativo, con una mano en la cintura y otra en su mentón. ¿Creería que había enloquecido?De pronto se detuvo y me vio de reojo al mismo tiempo que se mordió el labio. Como respuesta a mi pregunta, se inclinó hacia mí y comenzó a besarme con lujuria y desesperación. —Mentiría si no te dijera que estoy dispuesto a que me ates a la cama y me hables sucio, con la misma intensidad con la que amenazaste a esas personas —dijo en un ronroneo en mi oído, poniéndome nerviosa.
IDRIS LYNCH —Sí puede… —contestó Finn acercándose con un documento en la mano—. Dejó esto en la mesa de la entrada. Esto dicta que Liam no es suficiente para criar a los niños él solo ya que, hasta el momento, tú sigues estando muerta, o eso es lo que cree el señor Alexander. Así que la señora Helen Blake ahora es la tutora legal, y no solo eso, el señor Alexander Grant participó como testigo. Annie había sido internada en el hospital, Evan no se separaba de ella, temeroso de que alguien llegara a acabar con el trabajo, mientras que el pequeño Zack se había quedado con nosotros y Sharon cuidaba celosamente de él, al solo haber recibido un golpe en la cabeza se sintió capaz de continuar con su trabajo como niñera, apenada por no haber sido suficiente para detener la invasión. —Ahora, ¿qué? —preguntó Liam conteniendo su furia, viendo a través de la ventana. —¿Por qué se llevaría a los niños? —preguntó Beth cruzada de brazos. —Al volverse el tutor de ambos, podrá disponer de la
IDRIS LYNCHAntes de dar el primer paso hacia mis hijos, el señor Blake posó su mano sobre mi hombro, queriendo detenerme. —¡No se atreva a tocarme, maldita alimaña asquerosa y despreciable! —exclamé iracunda y de pronto sentí el pecho lleno de odio.—Entras a mi casa y ¿te atreves a hablarme así? —siseó sorprendido de mi actitud. Suspiré buscando recobrar la calma y saqué un sobre de mi bolso para entregárselo. —Esto es para usted… —Me lo arrebató con violencia y lo abrió, descubriendo las fotos de su querida «hija» Allegra, que ahora estaba en manos del mismo monstruo de aquel pueblo—. Le pedí a esa señora y a su hijo que le hicieran a Allegra todo lo que me iban a hacer a mí.—¿Me estás chantajeando? —preguntó indignado. —¡No! Yo no soy así —contesté sorprendida—. Yo sé que usted preferiría mil veces ver muerta a Allegra que aceptar negociar, o por lo menos eso es con lo que cuento. —Sonreí divertida—. Así que por eso le indiqué al hombre que no se detuviera, que hiciera con ell
IDRIS LYNCH—Fuertes acusaciones contra la familia Grant —dijo la presentadora del noticiero con tono serio, sus reacciones eran frías e incluso le daban la apariencia de que se sentía asqueada—. La noticia ha inundado todos los medios de comunicación, la modelo de talla internacional, Allegra Grant ha compartido un video donde se le ve gravemente golpeada. En este afirma que su padre, Alexander Grant se dedica a la venta de mujeres y que, para su mala suerte, ella terminó siendo una víctima más. Volteé hacia Liam con curiosidad. ¿Cómo había logrado que Allegra hiciera algo así? ¿No era fiel a su «padre»?—¿Qué es más efectivo? ¿El amor o el dolor? —preguntó Liam con media sonrisa, sin despegar su atención de las noticias. —El dolor… por algo la tortura es el mejor método para sacar información —contestó Finn viendo con asco el video de Allegra, quien tartamudeaba llena de horror y lágrimas. —El dolor es más efectivo que el amor, siempre y cuando este último no sea tan fuerte. —Lia