IDRIS LYNCH
—Qué mujer tan poco detallista… —ronroneó Evan ansioso, acercando su boca a la de ella, intentando atrapar sus labios.
—¡Evan! —exclamó Annie empujándolo suavemente por el pecho, sin obtener resultados.
—¿Qué? ¿Te da pena que vean que te deseo? —agregó en su oído antes de besar suavemente su mejilla.
—¿De qué me perdí? —pregunté confundida y al mismo tiempo Liam y Finn refunfuñaron.
—Así han estado desde hace unos días —contestó Finn jugando con su reloj, abriéndolo y cerrándolo—. Al principio es vomitiv
IDRIS LYNCH—¿Exageré? —pregunté sentada en el borde de la cama de ese elegante hotel. Habíamos hecho una parada a medio camino para descansar y comer. Me preocupaba que mi actitud en esa taberna hubiera cambiado algo en Liam, que caminaba de un lado a otro, pensativo, con una mano en la cintura y otra en su mentón. ¿Creería que había enloquecido?De pronto se detuvo y me vio de reojo al mismo tiempo que se mordió el labio. Como respuesta a mi pregunta, se inclinó hacia mí y comenzó a besarme con lujuria y desesperación. —Mentiría si no te dijera que estoy dispuesto a que me ates a la cama y me hables sucio, con la misma intensidad con la que amenazaste a esas personas —dijo en un ronroneo en mi oído, poniéndome nerviosa.
IDRIS LYNCH —Sí puede… —contestó Finn acercándose con un documento en la mano—. Dejó esto en la mesa de la entrada. Esto dicta que Liam no es suficiente para criar a los niños él solo ya que, hasta el momento, tú sigues estando muerta, o eso es lo que cree el señor Alexander. Así que la señora Helen Blake ahora es la tutora legal, y no solo eso, el señor Alexander Grant participó como testigo. Annie había sido internada en el hospital, Evan no se separaba de ella, temeroso de que alguien llegara a acabar con el trabajo, mientras que el pequeño Zack se había quedado con nosotros y Sharon cuidaba celosamente de él, al solo haber recibido un golpe en la cabeza se sintió capaz de continuar con su trabajo como niñera, apenada por no haber sido suficiente para detener la invasión. —Ahora, ¿qué? —preguntó Liam conteniendo su furia, viendo a través de la ventana. —¿Por qué se llevaría a los niños? —preguntó Beth cruzada de brazos. —Al volverse el tutor de ambos, podrá disponer de la
IDRIS LYNCHAntes de dar el primer paso hacia mis hijos, el señor Blake posó su mano sobre mi hombro, queriendo detenerme. —¡No se atreva a tocarme, maldita alimaña asquerosa y despreciable! —exclamé iracunda y de pronto sentí el pecho lleno de odio.—Entras a mi casa y ¿te atreves a hablarme así? —siseó sorprendido de mi actitud. Suspiré buscando recobrar la calma y saqué un sobre de mi bolso para entregárselo. —Esto es para usted… —Me lo arrebató con violencia y lo abrió, descubriendo las fotos de su querida «hija» Allegra, que ahora estaba en manos del mismo monstruo de aquel pueblo—. Le pedí a esa señora y a su hijo que le hicieran a Allegra todo lo que me iban a hacer a mí.—¿Me estás chantajeando? —preguntó indignado. —¡No! Yo no soy así —contesté sorprendida—. Yo sé que usted preferiría mil veces ver muerta a Allegra que aceptar negociar, o por lo menos eso es con lo que cuento. —Sonreí divertida—. Así que por eso le indiqué al hombre que no se detuviera, que hiciera con ell
IDRIS LYNCH—Fuertes acusaciones contra la familia Grant —dijo la presentadora del noticiero con tono serio, sus reacciones eran frías e incluso le daban la apariencia de que se sentía asqueada—. La noticia ha inundado todos los medios de comunicación, la modelo de talla internacional, Allegra Grant ha compartido un video donde se le ve gravemente golpeada. En este afirma que su padre, Alexander Grant se dedica a la venta de mujeres y que, para su mala suerte, ella terminó siendo una víctima más. Volteé hacia Liam con curiosidad. ¿Cómo había logrado que Allegra hiciera algo así? ¿No era fiel a su «padre»?—¿Qué es más efectivo? ¿El amor o el dolor? —preguntó Liam con media sonrisa, sin despegar su atención de las noticias. —El dolor… por algo la tortura es el mejor método para sacar información —contestó Finn viendo con asco el video de Allegra, quien tartamudeaba llena de horror y lágrimas. —El dolor es más efectivo que el amor, siempre y cuando este último no sea tan fuerte. —Lia
LIAM BLAKE—Necesito un arma —dijo Beth volteando hacia Clark—. ¡Por favor! Es obvio que alguien como tú tiene una. No eres el ayudante de Blake, eres su maldito guardaespaldas, un matón. —Entre mercenarios nos reconocemos, ¿cierto? —dijo Clark con media sonrisa antes de dirigirle una mirada incómoda a Beth—. En la guantera. De inmediato la rubia buscó con insistencia, tirando papeles al suelo y sacando un arma tipo escuadra semiautomática. La revisó, sacó el cargador y contó las balas. Cortó cartucho y sonrió. Este era su entorno donde se sentía cómoda.—Solo necesito una bala y siete segundos en tramo recto —pidió viendo a Clark.—En siete segundos pueden acabar con uno de nosotros si dejo de zigzaguear. —No lo creo… Yo soy mejor —contestó llena de seguridad. —Demuéstralo… solo cinco segundos —agregó Clark. —¡Bien! A partir de que me asome —contestó Beth molesta. Me pareció sorprendente la confianza con la que asomó medio cuerpo, sin tener miedo a recibir un balazo. Clark dejó
FINN LYNCH —Como abogado pensé que tendrías ojos en la nuca —dijo Beth entre risas—. Ya vi que no, eres muy confiado. De seguro hiciste algo que la hizo enojar, pero ¡mira!, provocaste un milagro, hiciste caminar a la inválida con tal de llevarse tu vida. En ese momento Beth giró hacia mí y me ofreció una sonrisa con ese semblante cansino y pálido. Bajo la mirada hacia su abdomen y entonces lo vi. Uno de esos dos disparos se había alojado en ella. La sangre no paraba y escurría entre sus dedos. Me acerqué antes de que sus rodillas doblándose la hicieran tocar el suelo. —Te salvé el pellejo… Me debes una —dijo con una risa adolorida. —¡Beth! ¡¿Qué hacías aquí?! —exclamé tomándola en brazos y corriendo hacia mi auto. —Sabía que algo te podría ocurrir… El hospital donde está Evan está bajo ataque. De seguro son hombres de ese tipo. ¿Crees que sea prudente ir y pedir servicio médico? ¿Esos terroristas dejarán que algún doctor me atienda? —preguntó divertida mientras la acomodaba
IDRIS LYNCHEscuché como Tina cerraba la puerta y la bloqueaba con los muebles. Esperaba que eso fuera suficiente. Quise llamar a Liam, pero no contestaba, y de pronto una mano se afianzó a mi cabello, tirando de él, haciendo que mi teléfono cayera al suelo.—Hace años le rompí el cuello a esa maldita coneja para darle una lección a Liam —dijo el señor Blake justo en mi oído—. No creí que tendría que volver a hacer algo parecido —siseó lleno de odio antes de arrojarme al piso, haciéndome deslizar por la duela de madera hasta chocar con la pared—. Me has hecho perder dinero, tiempo y esfuerzo… Creí que en ese maldito pueblo acabarían con tu vida, pero me quedó claro que si quieres algo bien hecho tienes que hacerlo tú mismo.
IDRIS LYNCHMi cerebro no podía procesar lo que había pasado. Alexander había atravesado ambos corazones. Mi madre no pareció sorprendida ni asustada, como si estuviera esperando que su viejo amante reaccionara de esa forma. ¿Cómo era posible? ¿En verdad quería hacerlo? ¿Morir con él? ¿Abandonarnos así? ¿Tanto lo amaba como para perecer a su lado?Mi percepción sobre el amor cada vez era más confusa. En este punto no sabía si te hacía fuerte o débil, pero si comprendí que podía llegar a doler tanto que la muerte parecía insignificante. Era un sentimiento que podía darte toda la felicidad que necesitabas o sumirte en una miseria insoportable, con la cual parecía imposible lidiar.Último capítulo