IDRIS LYNCH—Fuertes acusaciones contra la familia Grant —dijo la presentadora del noticiero con tono serio, sus reacciones eran frías e incluso le daban la apariencia de que se sentía asqueada—. La noticia ha inundado todos los medios de comunicación, la modelo de talla internacional, Allegra Grant ha compartido un video donde se le ve gravemente golpeada. En este afirma que su padre, Alexander Grant se dedica a la venta de mujeres y que, para su mala suerte, ella terminó siendo una víctima más. Volteé hacia Liam con curiosidad. ¿Cómo había logrado que Allegra hiciera algo así? ¿No era fiel a su «padre»?—¿Qué es más efectivo? ¿El amor o el dolor? —preguntó Liam con media sonrisa, sin despegar su atención de las noticias. —El dolor… por algo la tortura es el mejor método para sacar información —contestó Finn viendo con asco el video de Allegra, quien tartamudeaba llena de horror y lágrimas. —El dolor es más efectivo que el amor, siempre y cuando este último no sea tan fuerte. —Lia
LIAM BLAKE—Necesito un arma —dijo Beth volteando hacia Clark—. ¡Por favor! Es obvio que alguien como tú tiene una. No eres el ayudante de Blake, eres su maldito guardaespaldas, un matón. —Entre mercenarios nos reconocemos, ¿cierto? —dijo Clark con media sonrisa antes de dirigirle una mirada incómoda a Beth—. En la guantera. De inmediato la rubia buscó con insistencia, tirando papeles al suelo y sacando un arma tipo escuadra semiautomática. La revisó, sacó el cargador y contó las balas. Cortó cartucho y sonrió. Este era su entorno donde se sentía cómoda.—Solo necesito una bala y siete segundos en tramo recto —pidió viendo a Clark.—En siete segundos pueden acabar con uno de nosotros si dejo de zigzaguear. —No lo creo… Yo soy mejor —contestó llena de seguridad. —Demuéstralo… solo cinco segundos —agregó Clark. —¡Bien! A partir de que me asome —contestó Beth molesta. Me pareció sorprendente la confianza con la que asomó medio cuerpo, sin tener miedo a recibir un balazo. Clark dejó
FINN LYNCH —Como abogado pensé que tendrías ojos en la nuca —dijo Beth entre risas—. Ya vi que no, eres muy confiado. De seguro hiciste algo que la hizo enojar, pero ¡mira!, provocaste un milagro, hiciste caminar a la inválida con tal de llevarse tu vida. En ese momento Beth giró hacia mí y me ofreció una sonrisa con ese semblante cansino y pálido. Bajo la mirada hacia su abdomen y entonces lo vi. Uno de esos dos disparos se había alojado en ella. La sangre no paraba y escurría entre sus dedos. Me acerqué antes de que sus rodillas doblándose la hicieran tocar el suelo. —Te salvé el pellejo… Me debes una —dijo con una risa adolorida. —¡Beth! ¡¿Qué hacías aquí?! —exclamé tomándola en brazos y corriendo hacia mi auto. —Sabía que algo te podría ocurrir… El hospital donde está Evan está bajo ataque. De seguro son hombres de ese tipo. ¿Crees que sea prudente ir y pedir servicio médico? ¿Esos terroristas dejarán que algún doctor me atienda? —preguntó divertida mientras la acomodaba
IDRIS LYNCHEscuché como Tina cerraba la puerta y la bloqueaba con los muebles. Esperaba que eso fuera suficiente. Quise llamar a Liam, pero no contestaba, y de pronto una mano se afianzó a mi cabello, tirando de él, haciendo que mi teléfono cayera al suelo.—Hace años le rompí el cuello a esa maldita coneja para darle una lección a Liam —dijo el señor Blake justo en mi oído—. No creí que tendría que volver a hacer algo parecido —siseó lleno de odio antes de arrojarme al piso, haciéndome deslizar por la duela de madera hasta chocar con la pared—. Me has hecho perder dinero, tiempo y esfuerzo… Creí que en ese maldito pueblo acabarían con tu vida, pero me quedó claro que si quieres algo bien hecho tienes que hacerlo tú mismo.
IDRIS LYNCHMi cerebro no podía procesar lo que había pasado. Alexander había atravesado ambos corazones. Mi madre no pareció sorprendida ni asustada, como si estuviera esperando que su viejo amante reaccionara de esa forma. ¿Cómo era posible? ¿En verdad quería hacerlo? ¿Morir con él? ¿Abandonarnos así? ¿Tanto lo amaba como para perecer a su lado?Mi percepción sobre el amor cada vez era más confusa. En este punto no sabía si te hacía fuerte o débil, pero si comprendí que podía llegar a doler tanto que la muerte parecía insignificante. Era un sentimiento que podía darte toda la felicidad que necesitabas o sumirte en una miseria insoportable, con la cual parecía imposible lidiar. IDRIS LYNCHEvan había sido el primero en llamar, los policías fueron suficientes para reducir a esos terroristas en el hospital. Era un grupo pequeño con la única misión de encontrarlo a él y a Annie, matarlos y salir de ahí, pero habían tardado más de la cuenta para hallarlos y aún más para alcanzarlos, o tal vez solo habían tenido buena suerte, lo que importaba era que ambos estaban vivos.Finn fue el segundo en llamar, él no tenía buenas noticias, Beth estaba en el hospital, siendo operada de urgencia. Helen le había disparado y ahora luchaba por su vida. Noté en su tono de voz que estaba controlándose para no caer en la desesperación. Podía imaginármelo solitario y depresivo sentado en una de esas sillas de la sala de espera, con las Capítulo 115: Ven conmigo
FINN LYNCHApreté los dientes y contuve mis ganas de abandonar todo y seguirla. —Tienes una hora antes de que levante una denuncia por robo —contesté sabiendo que no quería verla detrás de las rejas, deseaba verla libre y plena, y por más que quisiera encontrar excusas para retenerla a mi lado, tenía que dejarla ir sin tener el valor de ir con ella.Me ofreció una sonrisa escueta, comprendiendo que no la seguiría. Asintió en silencio antes de alejarse con las llaves de mi auto en una mano y mi corazón en la otra.Miles de palabras se me ocurrieron cuando vi su silueta alejarse. Yo no podía abandonar la ciudad y mi profesión para vivir en una cabaña a mitad del bosque sobreviviendo de raíces y cazando animales. Ella parec&ia
IDRIS LYNCHAnnie y Tina trabajaron en equipo para el maquillaje y el peinado. Las dos, tan diferentes entre sí, se habían vuelto buenas amigas. Nos volvimos un trío dinámico y unido. Las hermanas que nunca tuve.El último detalle en ser colocado fue el collar de la abuela de Liam, ese rubí estrella que el abuelo atesoraba con amor, el recuerdo de la mujer que había amado con devoción, quien empezó como su ayudante y terminó como su esposa. Supongo que veía en mí algo de ella.Salí de la habitación, custodiada por mis damas de honor y mi pequeña Lily, que daba brinquitos de emoción. Llegué hasta el inicio de mi caminata nupcial. Levanté la mirada y vi en el altar a mis hermanos, los tres con «smo