KYLE LYNCH—Yo no hice nada… —dijo Sally abrazando su bolso, con la mirada perdida en la mesa de metal.Mientras nosotros buscábamos exhaustivamente, ella parecía decidida a abandonar el hotel, si no fuera por Beth que la interceptó en la entrada. A rastras la llevamos hasta ese pequeño cuarto donde interrogamos a los tramposos y embusteros.—Qué linda mascada… —añadió Beth inclinándose sobre la mesa para verla más de cerca.—No te me acerques ni un solo paso más, perra —dijo Sally escupiendo odio. Beth volteó hacia Finn, como un cachorro esperando la aprobación de su dueño. Mi hermano asintió y provocó una enorme sonrisa en su rubia esposa. Sin pensarlo dos veces, el puño de Beth se estampó con el rostro de Sally, haciendo que su cabeza se lanzara hacia atrás, en ese preciso momento, Beth tiró de la tela que rodeaba su cuello, exponiendo unas lesiones como arañazos. —¿Te peleaste con un gato? —preguntó Beth divertida antes de tomar por el cabello a Sally.—¡Suéltame! ¡No pueden hac
TINA WILLIAMS—Necesitas ayuda… —dije entre dientes, sintiendo que estaba a punto de vomitar.De pronto Patrick me dejó caer al suelo, refunfuñando y peinando su cabello hacia atrás, molesto, caminando frente a mí de un lado a otro, como un tiburón. —¡No quiero ningún tratamiento ni operación! ¡No quiero luchar por una esperanza inexistente! ¡Estoy condenado a morir, es lo único seguro que tengo en esta jodida vida! Es todo lo que me espera… —Me tomó del brazo y me levantó de un tirón, lastimándome el hombro, sentí como crujió, pero no me dolió gracias al fármaco en mi sangre. —Solo quiero pasar el poco tiempo que me quede al lado de una mujer que me ame, que me conforte y tome mi mano hasta mi último suspiro. ¿Es demasiado pedir? »No te ataré a un discapacitado toda tu vida, solo te pido que te quedes a mi lado hasta que deje de existir… Mi última voluntad es morir besándote y sintiendo un poco de amor.Comprendía sus palabras, ¿no era lo mismo que Kyle había deseado hace tiempo? ¿
KYLE LYNCHSin perder tiempo y con torpeza, Tina se levantó y me abrazó, presionando mi mejilla contra su pecho y recargando su rostro en mi cabello. Podía escuchar los suaves latidos de su corazón. —Si te vas… Me voy contigo —susurró llenándome el pecho de angustia.—¡Tina! ¡Quítate! —exclamó Patrick tirando del percutor, listo para jalar el gatillo. —No… —contestó Tina, permitiendo que me levantara—. Él es el hombre al que amo, y si lo matas, haré hasta lo imposible por morir a su lado. Prefiero eso a vivir contigo. —Tina, no seas estúpida… —dijo Patrick claramente herido—. Deja de ser una mártir. —¡Solo dispárales! —exclamó Ethan poniéndose a su lado— Mujeres, hay muchas.—Patrick, por favor, esto no tiene que terminar así… —volvió a suplicar Tina con ese semblante cansado y débil—. Déjame ayudarte.—Tina… deja que yo me encargue —pedí intentando hacerla a un lado, pero ella se aferró a mi torso.—Te amo, Kyle… —Tomó mi rostro entre sus manos e ignorando al par de hermanos arma
TINA WILLIAMS Por un instante pude imaginarme esa vida que hubiera tenido al lado de Patrick de haberme quedado. Tal vez no hubiera sido enfermera, tal vez me hubiera convertido en una doctora. Tal vez no estaríamos en esta situación hoy, tal vez Patrick y yo estaríamos juntos, formando una familia, tal vez no y sería el padrino de Lucy y mejor amigo de Kyle. Tal vez… tal vez… tal vez… ¿Tenía sentido pensar en todos los posibles caminos que una decisión diferente hubiera creado? Sentí como sus lágrimas se mezclaron con nuestros labios, haciéndome creer que él también estaba atrapado con todos esos «tal vez». Nuestros labios se separaron lentamente y cuando abrí los ojos, no vi al monstruo, tampoco al ángel piadoso, vi al hombre torturado, triste por todo lo que tuvo en sus manos y se fue como agua por una enfermedad que vino sin avisar, se apoderó de sus buenos sentimientos y los reemplazó por odio y violencia. El verdadero monstruo estaba dentro de su cráneo, creciendo, no solo c
TINA WILLIAMS Todo el camino de regreso a Irlanda lo pasé dormida. No solo estaba cansada, sino que deseaba no hablar de lo que había ocurrido. Mi única compañera era Lucy, quien no dejaba de acurrucarse en mi regazo, sintiendo mi dolor, mi incertidumbre y queriendo confortarme, mientras que Kyle parecía indeciso de acercarse. Tenía miedo de que ese beso que le había dado a Patrick lo hubiera lastimado más de lo que imaginaba. Al llegar a Dublín, fue reconfortante volver a pisar la mansión Lynch, abracé con efusividad al mayordomo, mi mejor amigo en la casa. Lo primero que hice una vez que todos se fueron, fue tomar una taza de té en la mesa de la cocina con él, mientras le platicaba todo lo que había ocurrido, haciéndolo pasar del suspenso al horror y consiguiendo un par de risas perdidas en todo lo largo de mi relato. —¿Tú ya sabías que Kyle…? —No pude terminar mi pregunta. —Señorita Tina, conozco a los pequeños niños Lynch desde que nacieron. Los vi crecer, los acompañé durante
TINA WILLIAMS Kyle había renunciado a cada casino, algunos habían sido demolidos, otros habían sido vendidos. Aunque no me dio nombres, podía apostar a que ahora estaban en manos de alguno de esos mafiosos, pero ya no importaba, pues incluso el nombre de «El trébol dorado» había sido cambiado. Lo que había vivido en Inglaterra se convirtió en un sueño que a veces no estaba segura de que hubiera pasado. Pensaba en Patrick y ya no podía recordar sus ataques de violencia, pero sus ojos tristes y ese beso de despedida seguía clavado en mi corazón y dolía. Aún seguía sintiendo lástima por todo lo que pudo ser ese hombre y cómo terminó. A diferencia de la noticia de la muerte de mi padre, que se resumía en un pequeño párrafo en una de las tantas páginas del periódico, la muerte de los hermanos Marshall y el incendio que devoró su mansión abarcó la primera plana del diario y fue noticia en redes sociales hasta el cansancio. A la gente importante se les da más protagonismo, no importa cóm
IDRIS DOYLE—¡Qué gusto me da conocerte por fin! —exclamó la rubia en la mesa mientras me veía con aparente diversión—. Entonces, tú eres Idris, la asistente personal de Liam.—Así es, señorita Spencer —contesté con una sonrisa mecanizada y tomando su abrigo del armario—. Su taxi la espera. Mi deber siempre era despedir a las mujeres con las que se citaba mi jefe, entregarles educadamente su abrigo y encaminarlas hacia el auto que las estaría esperando para llevarlas a su casa, pero cada vez era más complicado convencerlas.—Pero si la noche aún es joven y pienso divertirme en la cama de Liam —dijo entre risas mientras tomaba su copa—. Mejor guarda mi abrigo y danos privacidad, ¿quieres?Liam estaba refrescándose en el baño, esperando a que, al regresar, la señorita Spencer ya no estuviera. —No entiende, necesito que se retire, ya es muy noche y el señor Blake necesita descansar. —No, tú eres la que no entiende. —Se levantó altiva y presuntuosa—. Se dice que te gusta frustrar los e
IDRIS DOYLELa paleta con el número cinco descansaba sobre mi regazo mientras la subasta seguía con la siguiente pieza. Estaba esperando pacientemente la obra de arte por la que había venido. Solo tenía un único trabajo, comprar la pintura que tanto ansiaba mi jefe y podía disponer de todo el dinero que fuera necesario para luchar por ella. En ese momento mi teléfono sonó, irrumpiendo en la calma de la sala, haciendo que todas las miradas se posaran sobre mí de manera acusatoria. Me levanté del asiento y saliendo con la cara llena de vergüenza, contesté. —¿Señora Doyle? —reconocí la voz de mi vecina, quien cuidaba a mi hijo mientras trabajaba, sonaba angustiada.—¿Qué ocurre? —Oliver se puso muy mal y lo traje al hospital, no sabía qué más hacer —contestó haciendo que mi alma se despegara de mis huesos. Mi pequeño Oliver había estado enfermo recientes días, todo indicaba que era solo un resfriado, incluso había pensado, hoy por la mañana, que estaba mejor de salud. Abandoné el lug