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— Vamos bebé, cierra los ojitos, ya te canté y te hice un cuento, ¿de dónde sacas toda esa energía? Descansa y verás qué rápido llega mañana para que sigas jugando.

Raven subía la esponjosa mantita para tapar a su tesoro.

— Mamita, ¿cuándo mamá Sena me va a llevar a correr por el bosque? – le preguntó inocente, agarrando contra su pequeño pecho, su lobito de peluche naranja, sin el cual no podía dormirse.

— Bueno, mamá ha estado ocupada, pero prometo que pronto saldremos de aventura, ¿bien?

Raven miraba a su pedacito de cielo con esa carita sonrojada y por mucho que lo haya querido ocultar, cada rasgo de Aidan le recordaba a Cedrick.

— Mamá, esto… — Aidan pensó en su mente infantil cómo enamorar a su madre para hacerle la próxima petición

— Si me porto muy bien, ¿puedo… puedo sacar a Theo?

Raven frunció el ceño.

— ¡Es que él se siente solito mamita y quiere jugar! – enseguida Aidan se incorporó y le echó los bracitos al cuello.

Su madre era bastante permisible, pero cuando se trat
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