51. Una verdad desesperada

—¡Eso no puede ser posible!

Es lo primero que se escucha a Antonella cuando el juez dicta su decisión a todos.

—No, no —Virginia repite confundida y de una vez sus ojos reflejan la oscuridad de su rabia—. Esa mujer es una criminal. ¡¿Qué hay de mis hijos?! ¡Esa mujer secuestró a mis hijos y se lo quedaba ella!

—¡Orden! —el juez dicta otra vez—, la audiencia terminó y esta sección también. Buenas tardes a todos —dentro de poco el juez es escoltado lejos del lugar por los oficiales.

Clara necesita unos momentos para ponerse a pensar en lo que está ocurriendo, ahora casi sin poder controlarlo, porque no hace sino mantener el estado de shock de todo esto. Pero cuando ve que el juez está a punto de marcharse aún esposada sale hacia él.

—¡Mi hijo! —le hace saber al juez deteniéndolo—. ¡Mi hijo! ¡Necesito ver a mi hijo! Señor, ésta mujer está mintiendo acerca de mi hijo. No es su hijo, es mi hijo, yo soy su madre y esa mujer miente. ¡Se lo ruego por favor!

El juez se quita los lentes par
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