POV Maite.De repente, a mi lado, Aris se puso muy nervioso. Su semblante se veía tenso, con la mandíbula apretada con una fuerza que le marcaba las facciones. Sus dedos se cerraban con fiereza sobre su teléfono, y murmuraba insultos en un tono apenas audible, pero lo suficientemente cargado de rabia como para helarme la sangre. ¿Qué le habían enviado para que se enojara tanto? Abrí la boca para preguntarle qué le sucedía, pero antes de que pudiera emitir palabra, una empleada de servicio se acercó con expresión neutral.—Señor Greco, lo que ha pedido está listo —le informó con voz profesional.Aris asintió y volvió a guardar su teléfono en su bolsillo con un movimiento brusco. Luego se levantó y, forzando una sonrisa que no alcanzó sus ojos, extendió la mano hacia mí.—Vamos a relajarnos un poco.Acepté su invitación, aunque mientras caminaba a su lado, mi mente estaba lejos de la aparente tranquilidad que intentaba transmitir. No dejaba de pensar en la extraña manera en que Vittor
Narrador omnisciente:Esa mañana, sin poder dormir hasta tarde, como acostumbraba antes de haberse convertido en la burla después de la fiesta fallida con Aris, Marina no estaba de buen humor. Y no era para menos, ya que todo le había salido mal y sentía que la culpa era de Maite.“Maldita Maite siempre sale victoriosa y ahora tiene a Aris protegiéndola”, bramó internamente.—¡Esto sabe asqueroso!—gritó furiosa, arrojando la taza de café contra la pared. El líquido oscuro salpicó el suelo de mármol y la única empleada que aún no se había marchado dio un respingo.—Señorita, lo siento…—dijo angustiada.—¡No sirves ni para hacer un buen café!—le espetó Marina con desprecio.La sirvienta apretó los labios y, con gesto decidido, se quitó el delantal.—Me quedé por la señora Lucía, pero veo que no vale la pena servirles. ¡Usted es una bruja desagradecida! —declaró, lanzándole el delantal a Marina.Quien se puso de pie de un salto, con la mano alzada, lista para abofetearla, pero en ese mo
Narrador omnisciente:Con los ojos inyectados en sangre por la falta de sueño, Leonardo tambaleó al salir de su apartamento. La noche anterior había sido un infierno, ya que recorrió cada rincón de la ciudad buscando un lugar donde apostar los últimos ochenta dólares que le quedaban, como un adicto desesperado. Pero la adrenalina del juego no fue lo único que lo atormentó. Si no que esa noche, a cada paso, sintió la sombra del hombre al que le debía dinero, y que había engañado.Leonardo apretó los puños. Solo le quedaba una opción: trabajar. Pagar sus deudas, para poder sobrevivir.Pero justo cuando pulsó el botón del ascensor, Marina y Lucía estaban allí, con maletas en mano.—¿Y ustedes qué hacen aquí? —Vinimos a quedarnos —respondió Marina sin un atisbo de vergüenza ni pudor.Leonardo rió con ironía, pero su risa no tenía ni una pizca de humor.—No puedo recibirlas. Como ven, voy a trabajar. Vuelvan otro día… y solo si traen un plan para hacer que mi billetera andante regrese a
POV. MAITELas luces del camerino me cegaban mientras el equipo de maquillaje trabajaba con precisión sobre mi rostro. En ese espejo gigante veía a la mujer que había soñado ser toda mi vida. Estaba a punto de interpretar el papel más importante de mi carrera, el que me llevaría a la cima, al estrellato en Hollywood. Pero en ese momento, mi mente estaba a mil kilómetros de distancia.Un golpe suave en la puerta me hizo girar la cabeza. Una empleada, con una expresión tímida, se asomó.—Señorita Maite, esto es para usted.Con el ceño fruncido, tomé el sobre que me entregaba. Apenas cerró la puerta, lo abrí con curiosidad. Un pendrive cayó sobre mi mano.«¿Qué demonios será esto?», pensé. Sin darle demasiadas vueltas, conecté el dispositivo a mi laptop y lo abrí. Dentro había una sola carpeta con mi nombre. Mi corazón comenzó a latir más rápido.Un video. Al darle clic, la pantalla se llenó de imágenes explícitas. Me quedé sin aliento.—¡Dios mío! ¿Qué es esto? —jadeé, llevándome una ma
POV. MAITE.Ella, en lugar de enojarse, estalló en una carcajada, como si mi furia le divirtiera más de lo que le molestaba.—Ay, hermanita, no seas tan dramática. —Se quitó las gafas de sol y me miró con esa sonrisa cínica que siempre lograba desquiciarme—. Lo que quiero de ti es una tontería.—¿Qué tontería? —pregunté, aún más furiosa.—Solo necesito una noche —dijo, alzando un dedo en el aire como si estuviera pidiendo algo insignificante—. Una sola noche en la que te hagas pasar por mí.—¡Eso es imposible! —respondí, cruzándome de brazos y mirándola con incredulidad.Marina se inclinó hacia mí, con un brillo en los ojos que me puso los pelos de punta.—¿Imposible? Por favor, Maite. Eres actriz. ¿No se supone que eres la mejor en lo que haces? Esto es un papel. Una gran película, pero en la vida real.—No voy a hacerlo, Marina. Búscate a otra persona para tus locuras.—No hay nadie más que pueda hacerlo como tú. Recuérdalo embrión no deseado, solo tú puedes fingir ser yo —respondió
POV. Aris.El coche avanzaba por las intrincadas calles, pero mi mente estaba atrapada en un torbellino de dudas, planes y recuerdos amargos.Había llegado a Italia con un solo objetivo: destruir a ese hombre ruin que vendió a mi padre como si fuera una mercancía. En mis manos, los documentos que el investigador que contraté me había entregado parecían pesar más que el plomo. No los leía; no era necesario. Ya conocía cada palabra, cada detalle. Vittorio, el hombre al que aborrezco con cada fibra de mi ser, era un estratega despiadado. Protegía sus bienes con la precisión de un ajedrecista paranoico, cerrando cada brecha antes de que alguien pudiera siquiera vislumbrarla.Era el dios del engaño, un maestro de las apariencias, y su naturaleza desconfiada lo hacía casi intocable.¿Era justo usar a una chica para mi venganza? La pregunta me carcomía, pero el odio que sentía por Vittorio sofocaba cualquier remordimiento. Al fin y al cabo, ¿no era ella parte del sistema corrupto que él ha
POV. Aris.Nunca tuve la menor intención de conocer a Marina a fondo. Ella no era más que una pieza en mi tablero, un instrumento para alcanzar mis fines. Utilizarla y desecharla era el plan desde el principio. Sin embargo, con su cuerpo temblando entre mis brazos, había algo distinto en ella. Algo que no lograba descifrar.Era Marina, ¿quién más podría ser? Pero esa mirada… había algo en sus ojos que me hacía fruncir el ceño. No entendía qué, pero esa sensación me molestaba, me desafiaba. Entonces, de repente, ella tomó la iniciativa. Nerviosa, pero decidida, unió sus labios con los míos.Acepté su beso sin resistencia, recordándome que esto era solo parte de mi papel como el prometido perfecto, ese hombre amoroso que ella creía que era. Pero mientras sus labios acariciaban los míos, algo no encajaba. El sabor, la textura, incluso su manera de besar… no eran las mismas. Más allá de la confusión, me sorprendí disfrutándolo, mucho más de lo que quería admitir. Pero la inquietud persi
POV: Maite.Mis ojos se abrieron de par en par, mi mente entró en shock. Marina estaba tergiversando todo.—¡¿Qué estás diciendo?! —intenté defenderme—. Marina, ¡eso es mentira!Pero ella, con un gesto calculado de molestia, sacó su teléfono y lo mostró a mi madre.—Mira, mamá. Aris me dijo que tuvo que dejarme sola en la cama porque tenía una reunión, ¡y resulta que la aprovechada que estaba en su cama no era yo, sino Maite! La mirada de mi madre fue como una daga atravesando mi pecho.—¡Eso no es cierto! Marina, estás loca, tú misma me pediste que te sustituyera…Antes de que pudiera terminar, el impacto de otra bofetada me silenció, pero esa no era de Marina, sino de mi madre, ese golpe no solo encendió un ardor abrasador en mi mejilla, sino que también trajo consigo una vergüenza que me llenó el paladar. —¡Eres una desvergonzada! ¿Cómo pudiste hacerle eso a tu hermana?Mis labios saborearon la sangre y, por un momento, el ruido se convirtió en un zumbido ensordecedor. —¡¿Por qu