Narrador omnisciente.—¿Por qué ese idiota siempre debe estar a tu lado? ¿Te gusta tanto? ¿Es por él que quieres divorciarte del inútil de Leonardo? — disparó con furia, mientras sus ojos se clavaban en los de ella, como si quisiera arrancarle la verdad a la fuerza.Maite soltó una risa irónica, sin poder asimilar que Aris estaba celoso y no furioso por el asunto de los niños. Pero su risa, lejos de calmarlo, encendió aún más su enojo, ya que sintió su orgullo herido y la interpretó como una burla.—Eres un…— Maite se mordió la lengua para no soltar el insulto que pasó por su cabeza. En su interior, una punzada de miedo se clavó al no saber qué actitud tomaría Aris si, en su enojo, decidía pelear por la custodia de los niños.Respiró hondo antes de responder: —Si lo quisiera, estaría a su lado, ¿no crees?El semblante de Aris cambió de repente. Aunque su expresión no se suavizó por completo, algo en sus ojos se transformó.—¿Esto… quiere decir que me quieres a mí? —preguntó alzando u
Continuación del flashback.Nikos, que había escuchado todo, lo miraba incrédulo.—Aris…Pero Aris no podía escuchar razones. Pateó una silla con furia y luego, jadeante, tomó una botella de licor, destapándola con manos temblorosas. Dio un largo trago antes de hablar.—Voy a esperar… quiero ver si Maite tiene el valor de decírmelo —murmuró, clavando su mirada en Nikos.Nikos sonrió de lado.—Mírale el lado bueno. Ya tienes el heredero que necesitas. Ese niño tiene carácter. ¡Con razón es tu hijo!Aris dejó escapar una risa seca y amarga. Movió la cabeza, intentando ordenar sus pensamientos.Luego sonrió recordando todo lo que sintió el día que vio a Gianna por primera vez, esa conexión que sentía extraña y que ahora tomaba sentido. Las similitudes que veía entre Gael y él, ese carácter aunque desafiante, le llenaban de orgullo.—Son mis hijos— murmuró incrédulo—son... son míos, yo soy su padre.—Amigo, estás feliz.—Claramente estoy feliz. Tan feliz que ni siquiera entiendo por qué
POV Aris.Nunca me había sentido tan nervioso como en ese momento. No cuando enfrenté a mis enemigos en la calle, no cuando la muerte me respiró en la nuca más veces de las que puedo contar. Pero ver al doctor revisando a Gael, con Maite aferrada a mi brazo, temblando como una hoja, con los ojos aguados por la angustia, me tenía al borde del colapso.El doctor finalmente terminó su revisión y se giró hacia nosotros. Aguanté la respiración.—Señor y señora Greco— dijo este considerándonos una pareja casada y Maite me observó como si me dijera "corrígelo", pero solo le dediqué una media sonrisa.— No se preocupen, su hijo, solo tiene un resfriado —prosiguió el médico con voz calmada—. No hay de qué preocuparse. Lo medicaré, pero si su temperatura alta persiste, me pueden volver a llamar.Sentí que me quitaban un peso de encima. Apreté la mandíbula y asentí, despidiéndolo con una gratitud que no me molesté en expresar con palabras. Cuando volví a la habitación, Maite estaba a punto de
POV Maite.De repente, a mi lado, Aris se puso muy nervioso. Su semblante se veía tenso, con la mandíbula apretada con una fuerza que le marcaba las facciones. Sus dedos se cerraban con fiereza sobre su teléfono, y murmuraba insultos en un tono apenas audible, pero lo suficientemente cargado de rabia como para helarme la sangre. ¿Qué le habían enviado para que se enojara tanto? Abrí la boca para preguntarle qué le sucedía, pero antes de que pudiera emitir palabra, una empleada de servicio se acercó con expresión neutral.—Señor Greco, lo que ha pedido está listo —le informó con voz profesional.Aris asintió y volvió a guardar su teléfono en su bolsillo con un movimiento brusco. Luego se levantó y, forzando una sonrisa que no alcanzó sus ojos, extendió la mano hacia mí.—Vamos a relajarnos un poco.Acepté su invitación, aunque mientras caminaba a su lado, mi mente estaba lejos de la aparente tranquilidad que intentaba transmitir. No dejaba de pensar en la extraña manera en que Vittor
Narrador omnisciente:Esa mañana, sin poder dormir hasta tarde, como acostumbraba antes de haberse convertido en la burla después de la fiesta fallida con Aris, Marina no estaba de buen humor. Y no era para menos, ya que todo le había salido mal y sentía que la culpa era de Maite.“Maldita Maite siempre sale victoriosa y ahora tiene a Aris protegiéndola”, bramó internamente.—¡Esto sabe asqueroso!—gritó furiosa, arrojando la taza de café contra la pared. El líquido oscuro salpicó el suelo de mármol y la única empleada que aún no se había marchado dio un respingo.—Señorita, lo siento…—dijo angustiada.—¡No sirves ni para hacer un buen café!—le espetó Marina con desprecio.La sirvienta apretó los labios y, con gesto decidido, se quitó el delantal.—Me quedé por la señora Lucía, pero veo que no vale la pena servirles. ¡Usted es una bruja desagradecida! —declaró, lanzándole el delantal a Marina.Quien se puso de pie de un salto, con la mano alzada, lista para abofetearla, pero en ese mo
Narrador omnisciente:Con los ojos inyectados en sangre por la falta de sueño, Leonardo tambaleó al salir de su apartamento. La noche anterior había sido un infierno, ya que recorrió cada rincón de la ciudad buscando un lugar donde apostar los últimos ochenta dólares que le quedaban, como un adicto desesperado. Pero la adrenalina del juego no fue lo único que lo atormentó. Si no que esa noche, a cada paso, sintió la sombra del hombre al que le debía dinero, y que había engañado.Leonardo apretó los puños. Solo le quedaba una opción: trabajar. Pagar sus deudas, para poder sobrevivir.Pero justo cuando pulsó el botón del ascensor, Marina y Lucía estaban allí, con maletas en mano.—¿Y ustedes qué hacen aquí? —Vinimos a quedarnos —respondió Marina sin un atisbo de vergüenza ni pudor.Leonardo rió con ironía, pero su risa no tenía ni una pizca de humor.—No puedo recibirlas. Como ven, voy a trabajar. Vuelvan otro día… y solo si traen un plan para hacer que mi billetera andante regrese a
POV. MAITELas luces del camerino me cegaban mientras el equipo de maquillaje trabajaba con precisión sobre mi rostro. En ese espejo gigante veía a la mujer que había soñado ser toda mi vida. Estaba a punto de interpretar el papel más importante de mi carrera, el que me llevaría a la cima, al estrellato en Hollywood. Pero en ese momento, mi mente estaba a mil kilómetros de distancia.Un golpe suave en la puerta me hizo girar la cabeza. Una empleada, con una expresión tímida, se asomó.—Señorita Maite, esto es para usted.Con el ceño fruncido, tomé el sobre que me entregaba. Apenas cerró la puerta, lo abrí con curiosidad. Un pendrive cayó sobre mi mano.«¿Qué demonios será esto?», pensé. Sin darle demasiadas vueltas, conecté el dispositivo a mi laptop y lo abrí. Dentro había una sola carpeta con mi nombre. Mi corazón comenzó a latir más rápido.Un video. Al darle clic, la pantalla se llenó de imágenes explícitas. Me quedé sin aliento.—¡Dios mío! ¿Qué es esto? —jadeé, llevándome una ma
POV. MAITE.Ella, en lugar de enojarse, estalló en una carcajada, como si mi furia le divirtiera más de lo que le molestaba.—Ay, hermanita, no seas tan dramática. —Se quitó las gafas de sol y me miró con esa sonrisa cínica que siempre lograba desquiciarme—. Lo que quiero de ti es una tontería.—¿Qué tontería? —pregunté, aún más furiosa.—Solo necesito una noche —dijo, alzando un dedo en el aire como si estuviera pidiendo algo insignificante—. Una sola noche en la que te hagas pasar por mí.—¡Eso es imposible! —respondí, cruzándome de brazos y mirándola con incredulidad.Marina se inclinó hacia mí, con un brillo en los ojos que me puso los pelos de punta.—¿Imposible? Por favor, Maite. Eres actriz. ¿No se supone que eres la mejor en lo que haces? Esto es un papel. Una gran película, pero en la vida real.—No voy a hacerlo, Marina. Búscate a otra persona para tus locuras.—No hay nadie más que pueda hacerlo como tú. Recuérdalo embrión no deseado, solo tú puedes fingir ser yo —respondió