Elias despertó sobresaltado, tendido en el frío suelo de su habitación. La pesadilla que lo había atormentado se desvaneció tan rápido como había llegado, dejándolo con una sensación de inquietud. Se incorporó con dificultad, sintiendo el frío del suelo contra su espalda. No toco la cama, simplemente se habia tendido en el suelo y se habia dejado llevar por el sueño. No era la primera vez que dormía asi , pues en su pasado le habían acostumbrado a ello. Sin embargo, esta vez, la dureza del suelo parecía acentuar su desasosiego.
Recordó vagamente haber sido conducido a esta habitación, una habitación que no era suya, a un lugar donde parecia no ser bien recidido. Miró a su alrededor, observando los detalles de la estancia. Muebles antiguos, tapices bordados, una chimenea que nunca había sido utilizada. Todo parecía tan ajeno, tan fuera de lugar. Se preguntó cómo haria para adaptarse a esto, La habitación, con sus muebles antiguos y sus tapices oscuros, le resultaba cada vez más extraña y opresiva. Un suave golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Con lentitud, se levantó y abrió la puerta. Del otro lado se encontraba una omega, de baja estatura pero de una belleza delicada. lo miró sorprendida cuando abrió y m****a, Elias se sonrojó en demasía al ser consciente de sus fachas. Recién despertado y con la ropa de la noche anterior, joder, su aliento debía apestar- La omega frente a él reverenció profundamente en un gesto de respeto, lo que lo hizo palidecer y Elias no dudó en devolverle el saludo, haciendo a la mujer mirarlo atónita, sus labios dudando antes de decir. “Buenos días, Señor”, dijo la omega con una voz suave ¿Señor? Le habian llamaron señor ¿Que demonios..? "La jefe Lee me ha pedido que le avise que el desayuno está listo. Puede bajar cuando guste" le dijo amablemente, con la voz demasiado aguda, con las mejillas sonrojadas igualmente. ¿Lee? Que hacia una Lee en... Elias asintió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y curiosidad. "Es..Esta bien, pero podria cambiarme?, no quisiera llegar asi" La omega solo sonrio, reverencio una vez más y cerro la puerta, Elias suspiro un poco nervioso, en serio no esperaba tal cosa, y la incertidumbre del no saber lo ponia ansioso. Se dirigió al baño, donde se lavó la cara con agua fría. Al mirarse en el espejo, se vio a sí mismo como un extraño. Su cabello estaba revuelto, sus ojos oscuros y hundidos. Ay, Elias Kim. Había que admitir que lo importante no era la imagen que estaba por dar en su primer día como inquilino en la realeza moderna de los Clark, por más atractivo que Kim Elias fuera, su apariencia no era algo de lo que se preocuparía luego de tener su vida en peligro durante tantos años. Aunque había notado que incluso el personal se mostraba presentable y se suponía que él era un alfa de élite protegido por la líder. Después de una ducha rápida y de ponerse la ropa más presentable que encontró en su maleta, salió de su habitación en busca de la omega que lo guiaria, pero ella no se encontraba afuera cosa que le parecio extraña, asi que por sus propios medios salio en busca del camino hacia el comedor. Elias se sentía como un náufrago en una isla desierta. El palacio de los Clark era inmenso, un laberinto de mármol y cristal que lo dejaba sin aliento. La suerte parecía sonreírle cuando se cruzó con una omega, una joven de mirada dulce y movimientos gráciles. Llevaba un uniforme impecable y se movía por los pasillos con una confianza que a él le faltaba. “Disculpe,” comenzó Elias, rascándose la nuca. “Soy nuevo aquí. ¿Podría indicarme dónde está el comedor?” La omega sonrió amablemente. “Claro que sí, señor Elias. Sígame, por favor.” Mientras lo guiaba, Elias no pudo evitar sentir una mezcla de alivio y vergüenza. Por un lado, estaba agradecido de tener a alguien que lo orientara en este nuevo entorno. Por otro lado, se sentía como un niño perdido que necesitaba que lo llevaran de la mano. La omega lo condujo a través de varias salas, cada una más impresionante que la anterior. Elias admiraba las obras de arte, los muebles antiguos y las alfombras persas, pero no podía evitar sentirse como un intruso en ese mundo de lujo. Finalmente, llegaron al comedor. La mesa estaba repleta de manjares, y el aroma de la comida lo hizo sentir un poco de hambre. La omega le indicó su asiento y se retiró discretamente. Elias se sentó y miró a su alrededor. Se sentía solo y fuera de lugar, a pesar de la belleza que lo rodeaba. Levantó su copa y dio un pequeño sorbo al jugo de naranja. Era un sabor familiar, pero en ese momento le supo a nostalgia. Tanto tiempo que paso sin probrar un bocado decente, hizo que su mente viajara a cuando vivia con su familia en el bosque, en tranquilidad, nunca penso que esa felicidad seria arrancada de la manera tan cruel en que fue hecha. Volvio a probrar algo de la mesa, pero esta vez una crema lleno su paladar de un sabor exquisito. Le supo a gloria. No supo en que momento, ya casi la mitad de los manjares habia sido devorado. Al cabo de un rato, Elias se quedó mirando su plato vacío, la soledad envolviéndolo como una manta pesada. El comedor, antes tan imponente, ahora le parecía triste y vacío. Ya no sabia que hacer, asi que se dispuso a volver a su habitación, no queria volver a molestar a alguien para que lo guiara, quería volver por su propio medio. Se levantó y vagó por la mansión en busca del camino que lo llevara a su recamara. Que tonto fue el no prestar atencion desde el principio, tal vez asi ni siquiero estuviera luchando por recordar el recorrido. Los pasillos eran largos y silenciosos, los cuadros en las paredes parecían observarlo con ojos curiosos. Una escalera de caracol, elegantemente tallada en madera oscura, lo atrajo como un imán. Con paso cauteloso, comenzó a subir los escalones, sintiendo una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Al llegar a la cima, se encontró en un amplio pasillo con varias puertas. Decidió explorar el ala este, guiado por una corazonada. Al abrir una de las puertas, se quedó sin aliento. Era un estudio enorme, con libros apilados hasta el techo y un escritorio antiguo en el centro. Detrás del escritorio, dos mujeres lo observaban fijamente. Una de ellas, de cabello largo y mirada penetrante, era la líder. A su lado, una mujer más joven, con una expresión de desaprobación. "¿Que hace aquí?"Elias se sobresaltó al instante y clavó la mirada en la omega que se hallaba junto a la líder, y a quien acababa de notar. La mujer se acercó con una expresión de desaprobación, dejando una tableta sobre la mesa junto al desayuno de la líder. “Creí haber enviado a alguien para que lo guiara al comedor común. No puede andar husmeando por la residencia a sus anchas,” reprochó la omega, señalando el camino por el que había venido. “Lo llevaré…” “Déjalo, Kyla,” interrumpió la líder. Elias giró la cabeza hacia ella. Sus ojos se encontraron. Una corriente de tensión recorrió el ambiente. Quizá existía alguna regla implícita que prohibía desafiar su autoridad con una mirada prolongada, pero Elias no pudo evitarlo. Elias, se sentía cansado y fuera de lugar en esa casa. Kyla tensó los hombros y apretó los labios, dirigiendo su mirada a la líder. “Yo envié a alguien para que le mostrara dónde desayunar,” dijo en voz baja, “pero asumiré la responsabilidad. No volverá a ocurrir.” ¿Tan
El lugar era inmenso, quizá pensada para banquetes donde la familia real recibiera a decenas de invitados, pues en el lado derecho del lugar habia un gran meson. Era el escenario perfecto para eventos de tal magnitud. Sin embargo, Elias se sentía diminuto en ese espacio, como un grano de arena en un desierto."¿Es el comedor para eventos?" preguntó, su voz apenas un susurro en la inmensidad de la sala.La líder quien lo observaba con atención. Asintió lentamente."Para cuando la élite del clan tiene un evento y vienen muchas personas a cenar," explicó, su tono suave pero firme. "El comedor común está en la parte de abajo, como pudiste observar, pero a mí me gusta sentarme aquí. Pareces no estar acostumbrado a este tipo de reuniones."Elias sintió cómo se ruborizaba. Cada palabra de la líder era como una aguja clavándose en su ego."No... no estoy acostumbrado," admitió. "Como su alteza sabe, yo no soy parte de la familia real."Un silencio tenso se apoderó de la sala. La líder frunció
El alba pintaba el cielo con tonos pastel, bañando la mansión Clark en una luz tenue y fría. El crujido de la nieve bajo sus botas era el único sonido que rompía la tranquilidad de la mañana. Elías, se encontraba en el jardín, su mirada perdida en el horizonte donde las montañas se erguían imponentes, cubiertas de un manto blanco.Un mes había pasado desde su llegada. Un mes en el que había aprendido a convivir con la opulencia y la rigidez de la vida en la mansión. Los sirvientes lo trataban con una deferencia que lo incomodaba profundamente. El frío calaba hondo en sus huesos, pero no sentía la necesidad de buscar abrigo. La sensación gélida le recordaba a su hogar, a los inviernos crudos de su infancia. Y con ellos, a los recuerdos de su familia, de una vida que había dejado atrás. Elias, estaba tan centrado en ver el horizonte, que no se percato que a lo lejos desde lo alto de un ventanal, se encontraba la lider observandolo."Parece perdido en sus pensamientos", comentó Kyla, ro
Un suave crepúsculo teñía de rosa los vidrios de la mansión Clark. Helena, la líder del clan, estaba sumergida en un mar de papeles revisando los ultimos reportes, Su expresión era serena, pero sus ojos reflejaban una profunda inteligencia y una cautela innata. La posición que ocupaba la había obligado a construir un muro alrededor de sus emociones, permitiendo que solo una fría racionalidad guiara sus acciones. Una misiva, sellada con el emblema del clan Kim, yacía sobre su escritorio.fijo su mirada en ella, habia estado posponiendo en revisarla, pues la letra elegante y familiar la había desconcertado al principio; no reconocía la caligrafía, pero la firma al final la dejó sin aliento. Era un viejo amigo de su padre, un hombre perteneciente al poderoso clan Kim. La carta contenía una petición desesperada: refugiar a un desertor de la Segunda División. Lider Clark, Primero que nada, me veo en la lamentable posición de ofrecerle mis condolencias por la caída del antiguo líder
"Di dónde están"El alfa hizo silencio.Miró sus manos en el suelo frente a él, con los ojos llenos de lágrimas y contuvo un grito cuando el martillo volvió a caer sobre sus dedos, rompiendo un par de huesos. Jadeó por aire, con más lágrimas cayendo por sus mejillas y mezclándose con la sangre de su rostro, alzando la cabeza cuando los dedos hundidos en su cabello le hicieron hacerlo.Encaró al alfa frente a él, quien ladeó la cabeza, mirándolo a los ojos y se tensó de sobremanera cuando lo vio acercarle un cuchillo a la mejilla.Apretó los dientes, sus ojos oscuros expresando odio cuando el otro apretó la punta del cuchillo en la piel."Mátame" masculló, apenas pudiendo decir entre sus dientes apretados y su voz áspera, como si su garganta estuviera cubierta de lija. "No te diré algo. Mátame ya"El alfa frente a él le sonrió."Si quisiera matarte, ya estarías muerto" respondió en un susurro, mas no se privó de sacar un arma de la cintura de sus pantalones para apuntar al joven arrod