Un suave crepúsculo teñía de rosa los vidrios de la mansión Clark. Helena, la líder del clan, estaba sumergida en un mar de papeles revisando los ultimos reportes, Su expresión era serena, pero sus ojos reflejaban una profunda inteligencia y una cautela innata. La posición que ocupaba la había obligado a construir un muro alrededor de sus emociones, permitiendo que solo una fría racionalidad guiara sus acciones.
Una misiva, sellada con el emblema del clan Kim, yacía sobre su escritorio.fijo su mirada en ella, habia estado posponiendo en revisarla, pues la letra elegante y familiar la había desconcertado al principio; no reconocía la caligrafía, pero la firma al final la dejó sin aliento. Era un viejo amigo de su padre, un hombre perteneciente al poderoso clan Kim. La carta contenía una petición desesperada: refugiar a un desertor de la Segunda División. Lider Clark, Primero que nada, me veo en la lamentable posición de ofrecerle mis condolencias por la caída del antiguo líder y su Luna, que en paz descansen, aunque hayan ya pasado años. Ha sido una tragedia que la ha sentido toda la nación, así como lo ha sido el ataque a los demás líderes, aunque no es ningún secreto que el clan Clark se haya llevado la peor parte. Espero que sea consciente de que su pesar es compartido en cada parte del país, mil disculpas por no poder haberle dado el pésame antes ni en persona. Sé que usted sabrá ser una líder excepcional. Es grosero de mi parte, y quizá la desesperación me hace olvidar mis modales, pero permítame expresarle las razones por las que la he contactado de esta manera tan impulsiva y anticuada. Mis intenciones con esta carta, su majestad, es nada más y nada menos que rogar protección. Sé que esta petición le sorprenderá. Quizás incluso le asustará. Pero confío en usted y en su sabiduría. Recuerdo el día de su nacimiento como si fuera ayer. Una niña pequeña, pero con una fuerza interior que brillaba más que la luna llena. Esa fotografía que adjunto se lo recordará. Como sabe, las lunas llenas son momentos de gran poder en nuestro mundo. Pero una superluna, y más aún una que trae al mundo a un Alfa, es un evento que marca un antes y un después. Y Usted, Lider, nació bajo esa luz especial, destinada a cosas grandes. Ahora le pido un favor que podría cambiar el curso de muchos destinos. Uno de los nuestros, un joven Alfa llamado Elias, ha logrado escapar de las garras de la Segunda División. Sé que conoce la reputacion de esta division. Pero también sabes los peligros que enfrenta mi ahijado ahora. La Segunda División no descansará hasta encontrarlo. Sus tentáculos se extienden por todas partes, incluso dentro de nuestros propios clanes. Por eso, no puedo pedirle ayuda directamente al líder del clan Kim. Temo que haya ojos y oídos de la Segunda División entre nosotros. Le pido, su majested, que le brinde refugio a Elias. Sé que es una decisión difícil y arriesgada. Pero Su clan es fuerte, y con su liderazgo, estoy seguro de que podrán protegerlo. El sabra pagarle con Lealtad. Si acepta mi petición, no solo estará salvando la vida de un hombre valiente, sino que también estará protegiendo a nuestros clanes de la amenaza de la Segunda División. Con la esperanza de su comprensión y apoyo. Sin más, me despido de usted, larga vida a la lider Clark. Att: Hector Kim, Barón de la primera Division del Clan Kim La lider Clark apreto la carta entre sus dedos y la apartó a un lado, su mirada fija en el sobre que la contenía. Con dedos temblorosos, extrajo una fotografía amarillenta por el paso del tiempo. La imagen mostraba a dos alfas, jóvenes y llenos de vida, sosteniendo un bebé recién nacido. Uno de ellos era inconfundible: Clark Damian Una oleada de emociones la inundó al leer la fecha y los nombres escritos en la parte trasera de la foto: 12 de agosto de 1998. La semana posterior a su nacimiento. Clark Damian y Hector Kim. El segundo nombre la desconcertó. despertando una oleada de preguntas. Helena sabía que aceptar esta petición la pondría en una situación extremadamente delicada. Las relaciones entre los clanes eran tensas, y el clan Kim, especialmente, era un rival formidable. Sin embargo, la lealtad a la memoria de su padre y un instinto protector la impulsaron a decir que sí."Di dónde están"El alfa hizo silencio.Miró sus manos en el suelo frente a él, con los ojos llenos de lágrimas y contuvo un grito cuando el martillo volvió a caer sobre sus dedos, rompiendo un par de huesos. Jadeó por aire, con más lágrimas cayendo por sus mejillas y mezclándose con la sangre de su rostro, alzando la cabeza cuando los dedos hundidos en su cabello le hicieron hacerlo.Encaró al alfa frente a él, quien ladeó la cabeza, mirándolo a los ojos y se tensó de sobremanera cuando lo vio acercarle un cuchillo a la mejilla.Apretó los dientes, sus ojos oscuros expresando odio cuando el otro apretó la punta del cuchillo en la piel."Mátame" masculló, apenas pudiendo decir entre sus dientes apretados y su voz áspera, como si su garganta estuviera cubierta de lija. "No te diré algo. Mátame ya"El alfa frente a él le sonrió."Si quisiera matarte, ya estarías muerto" respondió en un susurro, mas no se privó de sacar un arma de la cintura de sus pantalones para apuntar al joven arrod
Elias despertó sobresaltado, tendido en el frío suelo de su habitación. La pesadilla que lo había atormentado se desvaneció tan rápido como había llegado, dejándolo con una sensación de inquietud. Se incorporó con dificultad, sintiendo el frío del suelo contra su espalda. No toco la cama, simplemente se habia tendido en el suelo y se habia dejado llevar por el sueño. No era la primera vez que dormía asi , pues en su pasado le habían acostumbrado a ello. Sin embargo, esta vez, la dureza del suelo parecía acentuar su desasosiego. Recordó vagamente haber sido conducido a esta habitación, una habitación que no era suya, a un lugar donde parecia no ser bien recidido.Miró a su alrededor, observando los detalles de la estancia. Muebles antiguos, tapices bordados, una chimenea que nunca había sidoutilizada. Todo parecía tan ajeno, tan fuera de lugar. Se preguntó cómo haria para adaptarse a esto, La habitación, con sus muebles antiguos y sus tapices oscuros, le resultaba cada vez más extrañ
Elias se sobresaltó al instante y clavó la mirada en la omega que se hallaba junto a la líder, y a quien acababa de notar. La mujer se acercó con una expresión de desaprobación, dejando una tableta sobre la mesa junto al desayuno de la líder. “Creí haber enviado a alguien para que lo guiara al comedor común. No puede andar husmeando por la residencia a sus anchas,” reprochó la omega, señalando el camino por el que había venido. “Lo llevaré…” “Déjalo, Kyla,” interrumpió la líder. Elias giró la cabeza hacia ella. Sus ojos se encontraron. Una corriente de tensión recorrió el ambiente. Quizá existía alguna regla implícita que prohibía desafiar su autoridad con una mirada prolongada, pero Elias no pudo evitarlo. Elias, se sentía cansado y fuera de lugar en esa casa. Kyla tensó los hombros y apretó los labios, dirigiendo su mirada a la líder. “Yo envié a alguien para que le mostrara dónde desayunar,” dijo en voz baja, “pero asumiré la responsabilidad. No volverá a ocurrir.” ¿Tan
El lugar era inmenso, quizá pensada para banquetes donde la familia real recibiera a decenas de invitados, pues en el lado derecho del lugar habia un gran meson. Era el escenario perfecto para eventos de tal magnitud. Sin embargo, Elias se sentía diminuto en ese espacio, como un grano de arena en un desierto."¿Es el comedor para eventos?" preguntó, su voz apenas un susurro en la inmensidad de la sala.La líder quien lo observaba con atención. Asintió lentamente."Para cuando la élite del clan tiene un evento y vienen muchas personas a cenar," explicó, su tono suave pero firme. "El comedor común está en la parte de abajo, como pudiste observar, pero a mí me gusta sentarme aquí. Pareces no estar acostumbrado a este tipo de reuniones."Elias sintió cómo se ruborizaba. Cada palabra de la líder era como una aguja clavándose en su ego."No... no estoy acostumbrado," admitió. "Como su alteza sabe, yo no soy parte de la familia real."Un silencio tenso se apoderó de la sala. La líder frunció
El alba pintaba el cielo con tonos pastel, bañando la mansión Clark en una luz tenue y fría. El crujido de la nieve bajo sus botas era el único sonido que rompía la tranquilidad de la mañana. Elías, se encontraba en el jardín, su mirada perdida en el horizonte donde las montañas se erguían imponentes, cubiertas de un manto blanco.Un mes había pasado desde su llegada. Un mes en el que había aprendido a convivir con la opulencia y la rigidez de la vida en la mansión. Los sirvientes lo trataban con una deferencia que lo incomodaba profundamente. El frío calaba hondo en sus huesos, pero no sentía la necesidad de buscar abrigo. La sensación gélida le recordaba a su hogar, a los inviernos crudos de su infancia. Y con ellos, a los recuerdos de su familia, de una vida que había dejado atrás. Elias, estaba tan centrado en ver el horizonte, que no se percato que a lo lejos desde lo alto de un ventanal, se encontraba la lider observandolo."Parece perdido en sus pensamientos", comentó Kyla, ro