Laura camina lentamente con el cofre de madera entre las manos, un gran bolso colgando de su hombro y la mirada fija hacia adelante.
Atraviesa el cementerio, y se para frente a la tumba de Angélica.
-Mami, vengo a despedirme, no sé cuando pueda volver a visitarte, dejo Washington, compré la antigua casa de tía Ana y me mudo a donde fue mi hogar durante la parte más importante de mi vida, en Kearneysville.
Abre el bolso y saca la carpeta verde, la deja sobre la tumba y hace lo mismo con la otra carpeta que contiene las respuestas de A
Laura luce cansada, las distintas internaciones voluntarias de su madre la agotan, sigue tratándola como una veinteañera a sus casi setenta. Angélica espera con ansias la visita de su hija. Con ochenta y nueve años ha vivido en tantos lugares diferentes que este nuevo sanatorio es una casa más para ella. Sentada mira por la ventana y se muerde las uñas, Laura, cargando varias bolsas entra con la respiración agitada, y el seño fruncido, le base la frente y toma asiento frente a ella. -Mamá, ya te dije que Richard y yo no tenemos problemas con que vivas con nosotros<
Angélica sola, parada frente al portón de madera suspira y se frota los brazos, traga saliva y bate las palmas. Esther viene pocos segundos después con una amplia sonrisa, las mismas botas, anchos pantalones desteñidos y otra camisa igual de suelta, le abre la puerta y la invita a pasar.Todo el jardín es el vivero, Angélica va caminando detrás de Esther y mira lo más detalladamente que puede cada rincón. La casa blanca, grande, con puertas de madera luce confortable, y muy antigua-En principio entiendo
Angélica sentada en la cama con las piernas cubiertas se acomoda los lentes, tiene la carpeta verde abierta y sobre estas, desparramadas todas las cartas que contenía, las junta y ordena, sigue buscando y abre nuevamente la carpeta.Con las manos un tanto temblorosas, un poco por sus años, otro poco por los nervios de no encontrar lo que buscaba, abre el cajón de su mesa de noche, ahí ve todas las píldoras que debe tomar a diario, recetas medicas, un par de lapiceras y una libretita, resopla y mete la mano más al fondo y al palpar lo que quería se le dibuja una gran sonrisa. Saca el teléfono móvil y lo pone
El domingo a la mañana los rayos de sol entran por la ventana y golpean los ojos de Angélica haciéndola despertar. Esther sigue durmiendo mientras ella se levanta, busca su ropa en el suelo, se viste y sube a mirar a Laura que también se encuentra dormida.Va hacia la cocina y comienza a hervir leche, pasa café y escucha pasos, no voltea a mirar, porque sabe que es Esther y esto hace que sus manos tiemblen y la respiración se entre corte-Buenos días ¿Laura aún no despierta?-No- responde con la voz m&aacu
Angélica se mira en el espejo del baño, se acomoda los anteojos, se acaricia las mejillas arrugadas, se recoge el cabello cano y se hace una especie de rodete, abre un bolsito que está sobre el lavabo y saca un lápiz labial color mate.Se pinta los labios, acentúa, se mira y sonríe-Pensar que tenías una boca que enloqueció a más de un hombre, y llegó a matar a una mujer, mírate ahora, nadie te creería Se mira las manos pecosas, marcadas por los años, las uñas cortas pin