Mientras tanto, Bastián continuaba siguiendo a los orcos. El cansancio y la sed lo agobiaban, pero las bestias continuaban a pasos firmes y rápidos. Él anhelaba llegar al lugar donde estaba seguro de que encontraría a Isis. En el camino visualizó un manantial, estaba dudoso de descansar allí, pero desestimó esa idea al pensar que si se quedaba perdería de vista a los orcos y él quería asegurarse de verlos llegar a su refugio. Pocos minutos después, los vio entrar en un área rocosa cubierta de maleza. Bastián los siguió y atravesó los arbustos estrechos, se quedó maravillado al encontrarse en un lugar frondoso, con vegetación muy colorida que rodeaban pequeñas cabañas. Buscó un escondite y comprendió que habían llegado. Tomó su forma humana y, desde su escondite, observó a Isis llegar junto a otros lobos, dando la bienvenida a los orcos. Ahora debía idear un plan de cómo acercarse a ella sin ser atacado, pero primero decidió dirigirse al manantial para refrescarse.*********************
Bastián respiro hondo para apaciguar sus emociones, y entrecerró los ojos.—¿Eres tú la mujer que se acerca a mi carpa en las noches oscuras?Ella palideció al percatarse de que él la había reconocido; apretó las manos para no salir corriendo y carraspeó para que su voz sonara serena.—¿Por qué piensas eso? Hoy fue la primera vez que te vi en la batalla. Freya es mi amiga, fui a ayudarla.Bastián reconoció perfectamente esa sutileza; la había tallado con sus propias manos. Además, percibió algo más allá de sus palabras. Aunque su tono era tranquilo, su cuerpo la delataba: la forma en que evitaba su mirada por segundos revelaba su nerviosismo. Con sus ojos agudos, la observó fijamente.—No me engañes, Isis. En la oscuridad sé reconocer tu cuerpo, porque lo toqué en esas noches de pasión. ¿A qué le temes? ¿Por qué no dices la verdad? Te lo vuelvo a preguntar: ¿esa mujer y tú son la misma persona?Isis sintió un estruendo en su interior; el pánico la invadió. Yura, su loba, quien rara vez
Isis abrió los ojos de par en par al percibir una energía translúcida que emanaba de su ser.—¿Qué pasa? —preguntó él, normalizando su respiración.—Mis amigos me van a matar. El hechizo que nos ocultaba de nuestros mates se ha roto. Todo esto es por tu culpa. Ahora, ¿cómo les voy a ver la cara?Bastián soltó una carcajada. Isis lo miró, frunciendo el ceño mientras intentaba contener la tormenta de emociones que bullían dentro de ella. En ese instante, pensó que era el momento adecuado para abrirle su corazón, para confesarle los fantasmas que llevaba consigo.—Vístete, tenemos que hablar —dijo ella con voz seria.Isis recogió su vestido del suelo, y deslizó la tela sobre su cuerpo hasta colocárselo por encima de la cabeza. Al notar su blúmer hecho añicos, soltó un suspiro leve. Observó de reojo cómo Bastián lo tomaba con cuidado, y lo guardaba en el bolsillo de su pantalón. Ella no dijo nada, se giró y caminó lentamente hacia la orilla de la cascada. Se sentó en el borde, sintiendo l
Tres lobos sudaban frío, observando cómo sus collares se partían en pedazos, cayendo esparcidos en el suelo. Eso simbolizaba que la magia que los protegía se había desvanecido.Freya, que aún se encontraba en la habitación de Crono, caminó hacia la puerta y asomó la cabeza con cautela. Al ver que no había nadie en el pasillo, se dirigió rápidamente a la habitación contigua a la de sus hijos. Buscó su teléfono, que todavía estaba en el bolsillo de su pantalón, y comenzó a marcar el número de Isis. Cuando no obtuvo respuesta, la ansiedad se apoderó de ella. Caminó de un lado a otro, indecisa, hasta que decidió llamar a Apolo.—Apolo, qué bueno que me atiendes —dijo Freya, su voz temblorosa—. Estoy llamando a Isis y no responde. ¿Crees que algo le haya pasado? Mi collar acaba de caer en pedazos. Estoy angustiada por ella.—El mío también se partió —respondió Apolo, justo cuando su teléfono vibró. Al ver que era Siena quien lo llamaba, añadió—: Espera, hagamos una videollamada. Percibo que
Crono estaba extasiado, saboreando la sangre de Freya en su boca. Después de morderla, comenzó a lamerle la herida. Luego, elevó su mirada fría, y sus ojos eran tan oscuros como la noche, clavándose en los de ella.—Nunca volverás a escapar de mí, Freya. Ahora eres mía, y te encontraré dondequiera que vayas. No te voy a perdonar que mis hijos no hayan tenido conexión con su padre. ¿Cómo ibas a permitir que mis hijos fueran unos bastardos? Que los privaras de ser reconocidos como legítimos descendientes de esta manada. Además, has pasado mucho tiempo lejos de mí, y debemos fortalecer nuestro vínculo. Ahora que te he marcado, estarás sumisa a mis peticiones.—Eres un idiota, Crono. ¿Cómo se te ocurre reclamarme sin mi consentimiento? Eres un animal, alfa machista, cómo te odio —comenzó a protestar ella—. De que me haya ido sin decirte, agradéceselo a tu amada Palas. Por ella y su prima fui envenenada. Si no fuera por mis amigos, estaría muerta, y mis cachorros también. Así que no tienes
—Eres una delicia, mi Luna. Tiene un sabor que me enloquece. —Él mete otro dedo y empuja y saca con rapidez mientras continúa saboreando su clítoris.—No soy luna de nadie, no te equivoques —balbuceó, arrastrando las palabras. Pero al sentir una oleada de placer, empujó sus caderas hacia adelante y se aferró a sus dedos con fuerza. —¡No puedo aguantar más! —gimió, entregándose por completo a la intensidad de esa sensación.Crono con una sonrisa traviesa alzó la cabeza y con voz varonil, expresó.—Prepárate, porque te voy a cobrar estos años que estuve lejos de mí. —Luego, deslizó su lengua por su entrada, estimulándola con movimientos circulares de entradas y salidas.Freya empezó a temblar, sintiendo cómo un líquido cálido descendía desde su interior; su corazón latía acelerado, deseando salir por su garganta.Crono sintió el líquido viscoso caer en su boca, lo saboreó mientras su miembro presionaba con fuerza dentro de su pantalón, ansioso por ser liberado. Se separó de ella y, mient
Decepcionada consigo misma, se encaminó al baño y llenó la tina con agua caliente para aliviar la tensión en sus músculos. Aunque sentía irritación en su zona íntima, en ese momento era el menor de sus problemas. Mientras la tina se llenaba, se acercó al espejo. Al ver su marca, sus ojos se abrieron con asombro y rabia.—Esto no puede ser —no podía creer cómo una mordida podía tener la forma de dos lobos juntos frente a frente. Levanto su mano derecha y llevó sus dedos a una marca en especial, con las iniciales de T y F entrelazadas con el símbolo de ínfimo. Ella en ese momento recordó que la mordió una segunda vez mientras la penetraba, entre la excitación y el dolor que la llevó al clímax, no protesto. —Esta fue hecha con la segunda mordida. —Sus lágrimas amenazaban con salir, y sus pestañas revoloteaban para evitarlo. Ella se encaminó hacia la tina y se sumergió en el agua tibia. Sabía que ya no contaba con el poder del hechizo de Isis y murmuró entre dientes.—Tú tenías que ser má
Apolo, llamó a Freya y a Siena para comentarles la conversación que había tenido con Isis. Les explicó sobre la ruptura del hechizo y cómo las feromonas liberadas por ellas podrían afectar a sus mates. Con voz tensa, le pidió a Freya que buscara a Lucía y se asegurara de que estuviera bien. Desde que salió del refugio, su lobo no dejaba de aullar y gruñir, inquieto y desesperado, era algo que Apolo lo mantenía angustiado.Freya, aún con el cabello húmedo, revisó su armario y optó por un vestido de flores fresco y ligero. Luego salió de la habitación y se dirigió hacia la de sus hijos, pensando que Lucía estaría con ellos. Sin embargo, al abrir la puerta, se encontró con la habitación vacía, salió de allí y bajó las escaleras, con sus ojos buscaba a alguien que le pudiera decir donde estaban. Al ver a uno de los sirvientes, se acercó y preguntó con voz calmada.—¿Has visto a los niños? ¿Dónde están?—Están en el jardín, jugando —le informó el sirviente con una sonrisa amable.Freya asin