Freya abrió los ojos ampliamente, sintiéndose atrapada por el fuego que recorría su cuerpo y eso se lo debía a su loba. Su cuerpo quedó congelado al encontrarse cara a cara con el abrumador rostro de Crono. Debía admitir que él descontrolaba sus sentidos. A pesar de que su mente le suplicaba que reaccionara, se veía inmovilizada por el embriagador aroma a cítricos que la envolvía. Decidió girar la cara para contener las oleadas de emociones que amenazaban con salir. —Mírame —balbuceó él con la voz quebrada—. No me prives de perderme en esos hermosos ojos en llamas. Ella, sintiendo como su loba interna se agitaba, replicó con un tono desafiante. —¿Cómo puedes ver llamas? Si mi loba es Gélida —arqueó una ceja—. Ordenale a tu lobo que se calme, que deje de esparcir feromonas. Pero en lugar de lograr que él se detuviera, solo consiguió que él le mostrara una sonrisa traviesa, observándola con sus ojos brillosos. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, dejándola estremecida de pies a c
Freya despertó adormecida, sintiéndose aturdida y exhausta. Al dirigir la mirada hacia el reloj de la mesa que estaba a su costado, notó que eran las 6 de la mañana. Un suspiro pesado escapó de sus labios; apenas había logrado dormir 2 horas. Arrugo la cara susurrando muy bajito.—Apenas ese lobo pervertido me dejaba respirar —La sensación de sofoco invadía su cuerpo, mientras percibía que su celo se activaba. Necesitaba encontrar una manera de calmarse. Ella giró la cabeza y se encontró con la figura de Crono dormido plácidamente, completamente relajado y eso la molesto. Freya experimentó un sentimiento de alivio al darse cuenta de que Crono no la tenía abrazada, eso sí le habría dificultado su salida de la habitación.Con delicadeza, Freya se deslizó fuera de la cama, tomó la camisa blanca de Crono que estaba tirada en el suelo y comenzó abotonársela. Se encaminó en cuclillas hacia la puerta, colocó la mano en la manilla y la giró lentamente. Al abrir la puerta, asomó la cabeza, obs
Apolo, preocupado por Lucía, llamo a Freya y Siena, le comento la conversación que había tenido con Isis. Le pidió a Freya que buscara a Lucía y se asegurara de que estuviera bien. Su lobo estaba inquieto, aullando y gruñendo, él no comprendía por qué se comportaba así y rogaba a la diosa Selene que todo estuviera bien.Freya salió de la tina y, al revisar su armario, optó por un vestido de flores fresco, se dirigió hacia la habitación de sus hijos y, al abrir la puerta, notó su ausencia. Bajo las escaleras y pregunto a uno de los sirvientes sobre el paradero de sus hijos, quien le informó que estaban en el jardín jugando.Ella caminó hacia la parte trasera de la mansión y se dirigió hacia sus hijos. Sin embargo, su paso se detuvo abruptamente al percatarse que Psique estaba lloraba desconsoladamente en los brazos de Crono, mientras Ajax entrecerraba los ojos y cruzaba las manitas sentado en un banco. Freya rodó los ojos, ya se imaginaba lo que había pasado, sus hijos vivían en consta
—Golpearme todo lo que quieras, veo que te gusta hacerlo rudo—gruñó el hombre, con una mirada afilada, desafiando a Lucía, como si disfrutara de su miedo. Él le rasgó la camisa y se abalanzó sobre su cuello besándolo con aspereza. Lucia luchaba con todas sus fuerzas buscando quitárselo de encima, unas lágrimas rodaban por sus pómulos, sintiéndose completamente vulnerable ante su agresor.En un acto desesperado, Lucía movió el pie y con la rodilla impactó con toda su fuerza en la entrepierna del hombre. Él soltó un gemido de dolor, y una mueca de agonía se dibujó en su rostro. —Eres una maldita loba, te guste o no vas a hacer mía —gritó él con la furia ardiente en sus ojos. Levantó la mano y con le dio un golpe en el rostro, haciendo que Lucia girara la cabeza, y el sabor metálico de la sangre inundó su boca, le había roto sus labios.El hombre se quitó de encima de ella, con esfuerzo y se puso de pie. Luego comenzó a masajear su entrepierna, aliviando el dolor.—Por favor, no me go
Freya recorrió la manada, pero Lucía no aparecía en ninguna parte. Al regresar, se acercó a algunos guardias y ellos emprendieron la búsqueda por el bosque. Apolo llegó a la mansión a toda velocidad, descendió del carro y encontró a Freya en la entrada.—Freya, ¿cómo está Lucía? Mi lobo no deja de sentir intranquilidad; no entiendo qué le sucede —expresó Apolo con preocupación en su rostro.—Amigo, ella salió de la mansión rumbo a la farmacia porque se encontraba mal. Recorrí el pueblo, pero no la localicé. . —Su mirada reflejaba pesar y en su voz se podía notar lo angustiada que estaba—. Lamento decepcionarte, pero cuando salió, fue justo cuando me llamaste, y al salir a buscarla, ya no estaba en la mansión.Apolo se pasaba la mano por la cabeza, sintiéndose perdido. Con voz quebrada le respondió.—Yo mismo la buscaré. Dejaré salir a mi lobo.—Apolo estoy angustiada, avísame cuando la encuentres.Él afirmó con una mueca en la boca, le dio la espalda a su amiga y se encaminó hacia el
Después de pasar el día en compañía de sus hijos y acompañarlos hasta que se quedaron dormidos, Crono se encaminó hacia la antigua habitación de Freya. A lo largo del día, ella se había mantenido escondida, evitando cualquier encuentro con él. Sin hacer ruido, crono giro la manilla y entró. La encontró frente al espejo, peinándose, sumida en sus propios pensamientos.Freya se sobresaltó al percatarse de la presencia de Crono, y un nerviosismo palpable se apoderó de su cuerpo, experimentando espasmos a causa de su celo. A lo largo del día, había evitado cualquier encuentro con él, pero ahora que lo tenía frente a ella, no sabía qué hacer. Suspiró varias veces para aparentar calma y finalmente habló con firmeza.— ¿Qué haces aquí? No tienes derecho a entrar en esta habitación sin mi consentimiento.Crono, respondió con la intensidad de sus deseos controlados.—Tus feromonas me llaman, Freya. Recuerda que ya eres mía. —Él se esforzaba por contenerse antes de lanzarse sobre ella, solo que
Siena concluyó su conversación con Apolo y, decidida a alejarse de Dionisio mientras calmaba su Celo, abandonó la mansión a escondidas junto a su hermana. Se dirigieron hacia una abandonada cabaña perteneciente a la familia. Al llegar, se pusieron a acomodar la cabaña. Siena notó el rastro demacrado y decaído de Greta, que marcaba las cicatrices invisibles de su pasado que intentaba enterrar. Sin perder tiempo, ella se acercó a su hermana con los ojos cristalizados, quería preguntarle que había tenido que soportar en silencio durante el tiempo que ella no estuvo a su lado, con pena tomó sus manos y con gesto compasivo le inquirió. —Hermanita, lamento mucho que hayan sufrido después de mi partida, no sé exactamente lo que te sucedió, pero por tu apariencia, no debiste enfrentar nada bueno. —Siena acarició suavemente la mano de Greta, transmitiendo consuelo. —La diosa Selene te trajo de vuelta a nosotras, y ahora ya estamos bien, contigo a nuestro lado, nuestras vidas cambiarán —expre
Después de una semana en la mansión, Freya decidió ir a visitar a su padre con los niños, y luego planeaban pasar por el refugio, ya que los niños tenían ganas de ver a los orcos. Crono quería acompañar a sus hijos; no quería separarse de ellos, pero también deseaba respetar la decisión de Freya de ir solo con ellos. Con pesar, se despidió de ellos.Freya inició el viaje en carretera y, tiempo después, notó que dos vehículos se acercaban mucho a ella, echó un vistazo por el retrovisor para asegurarse de que los niños tuvieran bien abrochados sus cinturones de seguridad y aceleró un poco el carro.— Mami, ¿qué pasa? —preguntó Metis, extrañada por sentir el movimiento del carro.Freya miró con atención los dos carros que se acercaban y se dio cuenta de que los seguían. Mantuvo la calma para no preocupar a los niños.— No te preocupes, cariño. Solo estamos siendo seguidos por dos carros. Pero confíen en mami de que lleguemos a casa de abuelo sin problemas, ¿de acuerdo? —dijo Freya con un