Fénix rugiendo observaba cómo su familia se alejaba, la rabia la quemaba en su interior como lava incandescente. Ella y Boox estaban decididos a resistir. Luchaban con fuerza, enfrentándose a los lobos que saltaban sobre ellos.Dionisio y Apolo, en el otro extremo, anhelaban ayudar a Fénix, pero estaban ocupados respaldando a los guerreros que aún se mantenían de pie. La distancia les impedía llegar a tiempo.Pirro, al presenciar cómo se llevaban a Crono, sintió una furia desatada en su interior. Se transformó en un lobo marrón y se abalanzó hacia su hermano. Sin embargo, Fénix lo interceptó, golpeándolo de costado y entregándole el control a Freya, quien gruñó.—¿A dónde crees que vas, desgraciado? ¿Piensas que puedes causar estragos y salir impune?En la mirada de Freya, se notaba una profunda repulsión por el hombre que había traído desdicha a su vida, entrecerró los ojos mientras lo veía transformarse de nuevo en su forma humana. Ella tomó una espada que estaba en el suelo mientra
Mientras Agamenón avanzaba hacia su hermano con una mirada carente de expresión, como si careciera de alma, sus palabras fluían con resentimiento acumulado a lo largo de los años.—Ahora no eres más que una piltrafa sin poder, Pirro. A partir de este momento, pondré fin a la maldición que ha asolado nuestra familia desde tu llegada a este mundo.Pirro suspiró con exasperación. Durante años, había albergado odio hacia Agamenón, considerándolo el hijo perfecto de su padre. En cambio, él sentía que solo recibía desprecio de su familia, lo que lo llevó a tomar por la fuerza lo que le pertenecía por derecho.—Yo debí haber sido el legítimo alfa de Sith. Ese título me pertenecía, al igual que Flavia. Yo debí haber sido tu líder, y tú debiste haber sido mi servidor. —Con una mirada sádica, prosiguió—. Yo, llevé a la muerte a tu amada Flavia y no me arrepiento, verte sufrir fue mi recompensa, por robarme lo que me pertenecía por derecho.—Un lobo despiadado y cruel como tú sería la ruina de l
Isis, después de entregar a las lobas curanderas los brebajes para los heridos, se dirigió hacia los orcos, ordenándoles que regresaran al refugio una vez que la situación estuviera bajo control, luego con pasos acelerados camino hacia la salida de la manada, sentía su corazón desbocado y estaba temerosa de que Bastian la hubiera reconocido. Buscaba calmar su mente con la rapidez de sus pasos, pero una voz tenue la detuvo.—¿Por qué sales huyendo de la manada? ¿Le tienes miedo a tu mate? —preguntó Apolo, que la había seguido al percibir su inquietud en la mirada.Ella se volteó para mirarlo con angustia.—Podré parecer cobarde por irme de esa manera, pero no puedo permitir que Bastian me haya reconocido y me rechace por mi origen de bruja oscura.—Amiga, no deberías torturarte. Si sientes algo por él, háblale de quién eres realmente, —Apolo consoló a Isis y con un gesto de cariño en la mirada continuó—. Un ser extraordinario que emana luz y brinda ayuda a quienes la necesitan. Esa es
Freya, con su corazón agitado, atravesó la mansión sosteniendo a Ajax, mientras Lucia y Damara llevaban a los pequeños, Psique y Metis. La noche intensa había dejado a los niños en un sueño profundo.Siguiendo la dirección de Damara, Freya ascendió por las escaleras. Al entrar en una habitación, la sorpresa de la decoración la envolvió. Tres camas, cada una con su toque infantil, la hacían sentir atrapada por el estilo unisex impregnado de amor y calidez. Con suavidad, depositaron a Psique, Metis y Ajax en sus respectivas camas.—¿En qué momento tuvieron la oportunidad de crear esta habitación para los niños? —Murmuró Freya, dejando escapar un suspiro de asombro—. Apenas aparecieron en sus vidas ayer, y ya tienen un refugio tan bonito.—Entre Lucia y yo fuimos a las tiendas de la manada y decoramos la habitación de mis nietos. Espero que no te moleste que los niños tengan una habitación en esta casa.—No. Esta es la casa de su padre; ya no lo puedo negar. Si ellos mismos lo buscaron.
Freya despertó con una sensación de comodidad, pero un sutil aroma familiar la alertó de inmediato. Al abrir los ojos, la realidad la golpeó como una ráfaga de viento frío al darse cuenta de que estaba recostada en una cama. Dio un respingo y su corazón latió con fuerza al reconocer la habitación. Murmuró entre dientes con desconcierto.— ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué hago en esta habitación? —Examinó el entorno con una mezcla de nostalgia y enojo que invadía su cuerpo. Con agilidad, se levantó de un salto y se dirigió hacia la puerta. Giró la manilla con precaución y, al abrirla cuidadosamente, asomó la cabeza en el pasillo. Al no ver a nadie, un suspiro de alivio escapó de sus labios mientras se deslizaba sigilosamente hacia afuera.Se encaminó hacia la habitación donde descansaban sus hijos. Al entrar, notó a sus cachorros profundamente dormidos y se acercó al sofá, dejándose caer mientras murmuraba en voz baja.— ¿Cómo llegué a esa habitación? Se supone que Crono está en las tierras del
La noche descendía, y Bastian se encontraba inquieto, buscando un lugar donde pasarla. Cerca de la cascada, indagó un refugio entre las rocas y los robles. Se encaminó hacia un viejo roble y, fijando la mirada en él, expresó.—Hoy necesito que me brindes posada. Descansaré unas horas y luego idearé cómo llegar hasta Isis. Tengo que hablar con ella.—¿Qué motivo te trae a mí? ¿Por qué estás aquí? Esta zona es peligrosa. Si uno de mis orcos te descubre, no dudará en atacarte —intervino Isis. Desde que los orcos arribaron al escondite, había sentido la presencia de su mate. Lo observó detenidamente desde la distancia durante un largo tiempo hasta que decidió acercarse.—Estoy aquí por ti —se puso rígido, sus piernas temblaban, y encogiéndose de hombros continuó—. Desde que te vi, una sensación de inquietud ha perturbado mi alma. En mi cabeza sólo resuena la pregunta, ¿eres tú la mujer que se acerca a mi carpa en las noches oscuras?—¿Por qué piensas eso? No te conozco. Hoy te ayudé en la
Freya estaba asustada; el temor se apoderaba de su cuerpo ante la incertidumbre de no saber cómo va a reaccionar Crono al verla. Aunque él ya sabía que ella era su mate, ese collar impedía que la reclamara como suya. Después de salir del baño, notó que sus cachorros dormían plácidamente. Les dio un tierno beso de buenas noches y se recostó en el sofá, entre sus pensamientos se quedó dormida.Crono llegó a la mansión sudando, desconcertado por las sensaciones que lo invadían. Tifón gruñó desesperado.—Es nuestra mate, no dejes que se escape. Quiero marcala. —mostraba sus colmillos; Crono hacía un esfuerzo descontrolado para no cederle el control.Con pasos apresurados, daba grandes zancadas subiendo las escaleras, su corazón latía rápidamente con ansiedad. Al llegar, abrió la puerta y encontró a Freya dormida en el sillón con las piernas recogidas. Utilizando un poder sobrenatural, intentó calmar a su lobo. Después de unos segundos, observándola, expresó entre dientes.—Me debes muchas
Freya abrió los ojos ampliamente, sintiéndose atrapada por el fuego que recorría su cuerpo y eso se lo debía a su loba. Su cuerpo quedó congelado al encontrarse cara a cara con el abrumador rostro de Crono. Debía admitir que él descontrolaba sus sentidos. A pesar de que su mente le suplicaba que reaccionara, se veía inmovilizada por el embriagador aroma a cítricos que la envolvía. Decidió girar la cara para contener las oleadas de emociones que amenazaban con salir. —Mírame —balbuceó él con la voz quebrada—. No me prives de perderme en esos hermosos ojos en llamas. Ella, sintiendo como su loba interna se agitaba, replicó con un tono desafiante. —¿Cómo puedes ver llamas? Si mi loba es Gélida —arqueó una ceja—. Ordenale a tu lobo que se calme, que deje de esparcir feromonas. Pero en lugar de lograr que él se detuviera, solo consiguió que él le mostrara una sonrisa traviesa, observándola con sus ojos brillosos. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, dejándola estremecida de pies a c