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LA PROMETIDA DEL CEO
LA PROMETIDA DEL CEO
Por: Alondra BMY
Una noche inesperada

El ambiente se tornaba más tenso con cada ves que transcurría, y las voces se volvían cada vez más intensas, provocando en Valentina un dolor de cabeza agudo. De repente, comenzó a notar que su cuerpo se calentaba y sentía una temperatura elevada. Intentó ajustar sus prendas, pero la sensación de incomodidad aumentaba progresivamente. No comprendía lo que le estaba sucediendo, ya que hacía solo unos minutos se encontraba bastante bien, antes de haber consumido la bebida de frutas que su hermana le había traído.

Sentía que su grupo de amigos se reía a carcajadas a su alrededor, mientras comenzaba a experimentar una visión doble que le dificultaba mantenerse en pie. Decidió caminar en busca de un lugar donde pudiera descansar. La discoteca era inmensa, y terminó cayendo en una de las áreas VIP, reservadas para personas de alto estatus. Su visión se tornaba cada vez más borrosa, y le resultaba difícil enfocar. De repente, sin darse cuenta, chocó contra un hombre. No podía distinguirlo con claridad, pero su aroma la cautivó.

_ Ayúdame _, susurró con una voz apenas audible _, me siento abrumada por el calor.

Su respiración se intensificaba y su cuerpo mostraba una creciente excitación. Ella rodeó el cuello del hombre con sus brazos y lo atrajo hacia sí, iniciando un beso que él correspondió sin resistencia. Este beso condujo a momentos más apasionados; él la alzó en brazos y se dirigió a una habitación, donde la depositó suavemente sobre la cama.

_ Estas segura de querer hacer esto _ le susurró el al oído con una voz bastante grave

La joven, en respuesta, se limitó a corresponder con un beso. Las prendas comenzaron a caer, esparciéndose por el suelo. Él recorrió su cuerpo con delicadeza, besando cada parte. Valentina reflejaba sus acciones, y sus movimientos, a la vez suaves y apasionados, pronto fueron acompañados por suaves gemidos que llenaron la habitación.

_ No te detengas _ exigió con una voz apenas audible.

Tras esas palabras, la noche se desvaneció ante ellos y la mañana hizo su aparición. La habitación estaba impregnada de una tranquilidad notable, y Valentina comenzaba a despertar, sintiendo un fuerte dolor de cabeza y malestares agudos por todo su cuerpo. Al observar con claridad su entorno, se dio cuenta de que no se encontraba en su hogar, ya que aquella habitación era demasiado lujosa para ser la suya. Sus ojos recorrieron las sábanas blancas que la envolvían. Al incorporarse, notó su cuerpo desnudo, sin vestimenta alguna, y una mancha de sangre en la cama. De inmediato, sintió una tensión en su cuerpo, y las preguntas comenzaron a resonar en su mente: ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué estoy desnuda? Al girar la cabeza, se dio cuenta de que un hombre corpulento dormía a su lado. Sin poder contenerse, sus labios se movieron involuntariamente.

_ Aaaah.

Aquel hombre, al escuchar el grito, no pudo evitar despertar. Frotándose los ojos, dirigió su mirada hacia ella, observando detenidamente cómo la castaña cubría su rostro con la manta.

_ Buenos días, my lady _ dijo mientras la contemplaba.

Valentina bajó la manta ligeramente y lo miró, sorprendida por su calma tras lo sucedido la noche anterior.

_ ¿Qué ocurrió anoche? ¿Qué me hiciste? _ preguntó, anhelando una respuesta.

Él se acercó a ella, retiró suavemente un mechón de su cabello detrás de la oreja y le sonrió de manera sutil mientras observaba su rostro nervioso, lo cual le provocó una sensación de ternura.

_ La pregunta es, ¿qué me hiciste tú anoche? _ dijo él.

Valentina se sentía confundida, ya que no recordaba nada de lo sucedido la noche anterior; sus recuerdos eran vagos y no podía traer a la mente ningún detalle.

_ ¿Acaso no lo recuerdas? _ preguntó _. Bueno, déjame aclarártelo: anoche entraste a mi suite privada y te abalanzaste sobre mí.

_ Estás mintiendo.

_ ¿Por qué mentiría sobre algo así? _ preguntó él. __ Las cámaras pueden confirmarlo, al igual que los guardias de seguridad.

La joven se levantó de la cama, cubierta por las largas sábanas, mientras buscaba sus prendas sin poder encontrarlas en ninguna parte de la habitación, lo que llevó al chico a mirarla con confusión.

_ ¿Qué buscas? _ indagó.

_ Mi ropa _ respondió ella sin mirarlo.

_ La he mandado a desechar. En unos minutos te traerán ropa nueva.

Valentina se acercó a él, lo miró fijamente y, señalándolo con el dedo, exclamó:

_ ¿Por qué hiciste eso? No tenías ningún derecho para actuar sin mi consentimiento.

El joven tomó su mano y la acercó a él, sus labios estaban lo suficientemente cerca como para que pudiera sentir la intensidad de su respiración, mientras su corazón latía aceleradamente.

_ ¿No fue eso lo mismo que hiciste tú? Entonces estamos a mano _ dijo, pero sus palabras fueron interrumpidas por los timbrazos en la puerta.

De inmediato, ambos se separaron y el chico le indicó que pasara. Depositando la ropa sobre la cama, rápidamente se marcharon. Valentina tomó la ropa y se dirigió a la ducha. Después de unos minutos, salió con la ropa puesta.

El hombre tomó su celular y lo guardó en su cartera.

_ ¿Te vas ya? _ le preguntó.

_ Sí _ respondió ella, sin mostrar ninguna expresión.

Después de eso, comenzó a avanzar con pasos cortos hacia la puerta. Al presenciar esto, el hombre se levantó de la cama de inmediato, dejando caer la sábana al suelo y exponiendo su cuerpo desnudo. Se dirigió lo más rápido que pudo hacia Valentina y la abrazó por la espalda, mientras su mano se movía hacia la manecilla de la puerta. Ante este gesto, Valentina se sobresaltó.

Sin embargo, después de esto, él acercó su rostro a la oreja de la chica y, con una voz grave y seductora, le dijo:

_ No puedes irte así, dejándome atrás después de haber tomado mi virginidad. No puedo permitir que eso suceda, así que ahora tienes que asumir la responsabilidad por mí.

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