El compromiso

Valentina se quedó congelada por un instante, sin comprender a qué se refería ese chico con su declaración sobre hacerse responsable, lo cual la confundió aún más.

_ ¿Qué quieres decir con eso? _ preguntó ella, visiblemente desconcertada.

Se dio la vuelta para enfrentarlo, pero, de repente, su mirada se deslizó hacia abajo, proyectándose sobre su desnudez.

_ Oh, por Dios, ¿por qué sigues desnudo? _ exclamó.

Él la miró y se echó a reír, dado que en ese momento ella adoptaba una expresión muy entrañable a sus ojos.

_ No entiendo por qué te sorprendes, si ya lo habías visto antes _ comentó, acercándose más a ella, con sus labios casi en contacto _. Además, ve acostumbrandote, porque así es como me verás a partir de ahora, querida esposa mía.

Valentína se sobresaltó y logró zafarse de su agarre, quedándose en silencio durante unos minutos mientras reflexionaba sobre lo que estaba sucediendo en ese momento.

_ ¿Qué tonterías estás diciendo? _ exclamó _. ¿Esposa? ¿Qué te ocurre?

Él simplemente la miró, esbozando una sonrisa insinuante.

_ Tú has sido quien ha tomado mi virginidad, y ahora debo comprometerme contigo _ indicó _. Me gustas.

Valentina alzó una ceja y lo miró fijamente, pues sus palabras le parecían algo absurdas.

_ Ni siquiera me conoces. ¿Cómo puede gustarte alguien que no conoces? _ respondió.

La chica empezó a caminar de nuevo, deseando irse lo más rápido posible de allí, pero el joven le impidió el paso una vez más.

_ Te llamas Valentina Gruden, tienes 22 años y resides con tu hermano y tu padre. Tu familia goza de un buen estatus y una sólida posición económica. Tras el fallecimiento de tu madre, tu padre contrajo matrimonio nuevamente y actualmente vives con tu madrastra y tu hermanastra.

Valentina se quedó inmóvil, sorprendida por la cantidad de información que el joven conocía sobre ella. Su mente estaba llena de preguntas y su corazón latía con fuerza.

_ ¿Cómo sabes todo eso? _ preguntó, tratando de mantener la calma.

El joven sonrió de nuevo, esta vez con un aire de misterio.

_ Tengo mis fuentes _ respondió _. Pero eso no importa ahora. Lo que importa es que estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para demostrarte que soy digno de ti.

Valentina lo miró con escepticismo. No podía creer lo que estaba escuchando. Todo esto parecía sacado de una novela romántica, pero la realidad era mucho más complicada.

_ Esto es ridículo _ dijo finalmente _. No puedes simplemente decidir que vamos a estar juntos porque... porque... _ se detuvo, sin saber cómo continuar.

El joven dio un paso más hacia ella, su mirada intensa y decidida.

_ Valentina, no estoy jugando. Sé que esto es repentino y extraño, pero te prometo que mis intenciones son sinceras. Permíteme mostrarte que juntos podemos construir una felicidad plena. Acepta ser mi esposa.

Valentina sintió una mezcla de emociones: confusión, incredulidad, y una pequeña chispa de curiosidad. ¿Podría ser posible que este extraño realmente estuviera enamorado de ella? Y si era así, ¿qué significaba eso para su futuro?

_ Necesito tiempo para pensar _ dijo finalmente _. Esto es demasiado para asimilar de golpe.

El joven asintió, respetando su decisión. _ Tómate todo el tiempo que necesites. Estaré aquí, esperando.

Valentina lo miró ahora; su expresión había cambiado. No sabía cómo interpretar toda esta situación, pero en su interior ya tenía claro su propósito y lo que debía hacer.

_ Está bien, aceptaré ser tu esposa, pero tengo dos condiciones __ afirmó.

Él la miró con desconcierto. _ Está bien, ¿cuáles son tus condiciones?

_ Quiero que me ayudes a descubrir quién fue el responsable de la muerte de mi madre y a recuperar todo lo que me pertenece.

El joven la observó, esta vez con una sonrisa seductora, lo que evidenciaba que Valentina resultaba ser mucho más intrigante de lo que él había supuesto, lo que a su vez despertó un interés aún mayor en él.

_ Vaya, parece que eres una verdadera caja de sorpresas _ comentó, acercándose más a su rostro y fijando su mirada en sus labios. _ Acepto tus condiciones. Descubrire la verdad y recuperaré lo que es tuyo.

Valentina asintió, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero estaba dispuesta a enfrentarlo.

_ Por cierto, nunca me dijiste cómo te llamabas __ preguntó ella antes de comenzar a caminar.

Él la miró y respondió sin más: _ Evans. _ Me llamo Evans _ exclamó _. Mi número está guardado en tu celular, así que no te preocupes, seré yo quien te busque.

Después de aquella conversación, Valentina, tras darle un último vistazo al joven, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia su casa, consciente de que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.

Salió de la suite y decidió continuar su camino hacia casa. El trayecto era bastante largo, por lo que se vio obligada a tomar un taxi. Las calles estaban desiertas, lo que le permitió llegar rápidamente a su destino. Al llegar, se encontró con su madrastra, quien la esperaba sentada en el sofá de la sala principal, disfrutando de una copa de vino.

_ ¿Dónde estuviste toda la noche? _ inquirió esta con indiferencia. _ ¿Acaso piensas que es apropiado llegar a casa a estas horas, como si nada, después de haberte ausentado toda la noche? Te agradecería que consideraras ser más responsable, como lo es mi pequeña Sofía.

Valentina levantó una ceja y la miró con desdén. _ ¿Acaso debo darte explicaciones sobre adónde voy y con quién? ¿Con quién duermo y con quién no? _ le respondió, visiblemente molesta. _ A la única a quien le debo explicaciones es a mi madre, y dado que usted no es ella, no tengo por qué dárselas.

_ Quién sabe con quién estuviste toda la noche _ dijo _ mamá _ exclamó Sofía. _ Valentina pasó toda la noche en la discoteca, y lo único que recuerdo es verla entregándose a un desconocido.

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