LA PEQUEÑA GUARDAESPALDAS DEL CEO
LA PEQUEÑA GUARDAESPALDAS DEL CEO
Por: M. Díaz
“El  peligro le acecha”

Capítulo  1

“El  peligro le acecha”

Es domingo y el despertar de Mundo Polioni es en toda la prensa nacional, cuando, una imagen en la portada de los diarios matutinos, mostraba al joven Marco Polioni, con un diminuto bañador y rodeado de las modelos más cotizadas de Italia. Celebraba una lujosa fiesta en un reconocido club en la ciudad de Roma. La reseña debajo de la imagen decía: El multimillonario Marco Polioni, presidente de las empresas  Mundo Polioni, celebró por todo lo alto, desde la noche del viernes y hasta el domingo, lo que llamó “Su regreso a la soltería”, tras dejar este sábado plantada en la iglesia, a su novia, la señorita Marissa Fiore, la futuro heredera de los Madereros Fiore, los motivos son desconocidos hasta ahora. Pero, los Fiore,  hoy son la comidilla de Italia y sus alrededores”.

Nahomy, que se disponía a cambiar la ropa de cama del cliente Vip que tuvo que atender toda la noche, leyó la  prensa en la recepción y rió al ver su rostro sobresalir de detrás de todas aquellas modelos, cuando pasaba con su bandeja, en ella se podía ver la propina de 20€. Siguió hasta la cabaña donde estaba el mejor cliente de Nahomy, el señor 20€, como ella le llamaba por su propina acostumbrada.

A medio camino oyó un escándalo en recepción, como no era su problema ni se asomó, siguió a toda prisa a atender a su cliente.

Marissa Fiore entró al “Club Encuentro de Amor” con 20 hombres vestidos de blanco, hombres fuertes, de anchas espaldas y tan duros como las antiguas rocas del bosque de las chimeneas. Algunos de ellos portaban armas de fuego mientras que otros llevaban bates de beisbol en madera maciza de pino de los madereros de Marissa.

–¿Dónde está Marco Polioni? –Preguntó enfurecida.

–El Señor Marco está en una de las cabañas –respondió el asustado recepcionista–.  Pero no puede pasar para allá.

–¿Qué no puedo qué? –grita Marissa Fiore–¿Quién me lo va a impedir?

El chico de la recepción toca un botón y entran 4 hombres altos vestidos de negro.

–No los dejen pasar –les dice el chico de la recepción y se mete escurridizo  por la puerta que está detrás de la recepción.

Los cuatro hombres de negro se colocan frente a la puerta de vidrio que da entrada al jardín empedrado donde se encuentran apostadas las cabañas para clientes VIP.  Sus piernas abiertas, mientras sus manos están en posición de ataque de artes marciales. 

–¿Qué esperan imbéciles? Quítenlos de mi camino –les grita Marissa enfurecida. Los hombres de blanco se van encima de los hombres de negro, en instantes ya los hombres de negro estaban tirados uno encima del otro, mientras que Marissa pasaba adelante, junto a los hombres de blanco, directo a las cabañas.

Marissa  divisó una cabaña grande y un grupo de camareros atendía a los invitados alrededor de la piscina. En medio estaba sentado, el gran señor de las empresas Mundo Polioni, tomándose una copa de vino, en un gran tiburón negro inflable, cuyos ojos ya transmitían la naturaleza imponente y dominante de quien estaba en él.

Marissa, hecha una fiera, se enfiló hasta allá y al entrar les ordenó a los hombres de blanco:

–Destruyan todo a su paso, acaben con todo lo que encuentren allí adentro y a él denle golpes hasta que quedé inconsciente.  Yo asumo las consecuencias.

Cuando los hombres iban entrando, aproximadamente 50 guardaespaldas del señor Marco, en trajes flexibles pero elegantes, salieron a proteger a Marco Polioni, sin embargo los gorilas que llevó Marissa eran de otro nivel, no se medían para atacar ferozmente  a todos. A su paso iban dejando a todos los que se le atravesaran. Marco Polioni, divisó desde su pedestal lo que estaba ocurriendo y viendo que estaban derribando a sus guardaespaldas nadó hasta la orilla de la piscina para después entrar en su cabaña. Al entrar, la pequeña mucama, ignorante de lo que pasaba allá afuera lo miró escudriñadora, estaba mojado, su rostro denotaba inquietud y fiereza.

–Esos inútiles. M*****a sea –gruñía con ira–. ¿Cómo no pueden con esos estúpidos?

Nahomy estaba agachada metiendo el esquinero de la cama en la parte oscura del cuarto,  él señor Marco ni la determina, ella ve lo que él está haciendo, le da pena que se dé cuenta que lo vio en esas fachas. Nahomy se preocupa porque él entró así y ella no tuvo tiempo de salir.

“¿Qué le pasa al Señor 20€, ¡oh se quitó el bañador! ¿Qué hago? –Me sonrojo y me deslizó hasta el piso–, no sería bueno que él se supiera visto por mí en esa situación. Veo sus pies. Parece tener mucha prisa. Esta mojado, caen gotas de agua en el piso. Se viste rápidamente, primero el bóxer y luego el mono, se sienta en la cama y se trenza velozmente los zapatos, me da pena que sepa que estoy aquí, y meto mis piernas bajo la cama para hacerme invisible y esperar a que salga. Lo veo de pié, desde mi posición es muy alto. De repente oigo ruidos de muchedumbre, me voy levantando para salir, estaba tan ofuscada que perdí tiempo y espacio. Lo veo reculando con los brazos en alto y me asomo por debajo de la cama. Veo 10 grandes zapatillas bancas, deduzco: son diez tipos altos y fuertes, traen armas de fuego porque el Señor Marco alzó sus brazos. Hacen espacio los 5 hombres y uno baja su mano y tiene un b**e, deduzco: Hay maderos. Miro mis piernas, aprieto mis labios y muevo mi cabeza: Malo, malo, llevó la faldita que me hicieron poner hoy… Me toca, así no puedo moverme, me la quito, menos mal cargo una bonito cachetero de encajes… Ahora entra una mujer, son tacones altos y debe ser pelirroja porque sus piernas son muy blancas. Le oigo gritar:

–Imbécil, ¿creíste que me ibas a dejar plantada en el altar y yo me quedaría de brazos cruzados? ¡Sáquenlo!

Veo que los hombres se aproximan al Señor Marco, pero él comienza a lanzar patadas, deduzco: los está confrontando, ¡es valiente! Veo que salta y un hombre cae fuera de la cabaña inconsciente, otra levantada de pie del señor Marco y sale otro, deduzco: tiene buena patada el señor Marco. Cruza sus piernas y se echa adelante, deduzco: está dando puñetazos. Dobla sus rodillas y levanta una pierna, otro hombre pega contra la puerta, sólo veo lo pies, llegan refuerzos, ¡uf respiro! Pero para desgracia del señor Marco son del bando de los que lo quieren volver añicos a él. Son muchos para mi pobre señor Marco, no sé qué hacer, me armo de valor, pero pienso que si salgo él se va a enterar que estaba aquí cuando él se vistió. Bueno es eso o que ni siquiera se entere jamás, pues ira derechito al hoyo solitario. Se oye un disparo al aire, deduzco: viene la policía. Vuelvo a asomarme esta vez por encima de la cama. El Ceo ha derribado a los dos que tenían maderos, pero los dos hombres armados lo tienen con las pistolas en su frente. Ya está tomado. ¡Nada! tengo que salir, no puedo dejar que me quiten al mejor cliente que he tenido en toda mi m*****a vida. Salto y caigo en la cama”.

–¡EeeeeeeeY!– Gritó Nahomy.

Todos, incluyendo al señor Marco, se sorprenden ante el gritó de la chica sobre la cama, a quien nadie vio por donde entró ni  de donde salió. Quedan atónitos mirando fijamente a la pequeña mucama, quien sólo viste su camisa ajustada y un bonito cachetero de encajes rosa.

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