CAPÍTULO 10

Samia se enderezó ligeramente y su cuerpo, cansado por todo el trabajo y el estrés que recientemente había estado soportando, crujió por completo.

—¿Estás bien? —preguntó Doris, que entraba a la habitación de la joven tras recibir el pase—. Te ves agotada.

—Estoy demasiado agotada —confirmó la joven, respirando realmente profundo—. Las cosas están feas, y pintan para ponerse peor.

—¿Por lo de los alimentos? —cuestionó esa mujer, que le servía un té para dormir.

Recientemente, la reina se había quejado de que su mente estaba tan agobiada que no lograba calmarla ni por las noches, afectando su sueño.

La monarca asintió y luego bebió un trago de ese té que, no solo olía horrible, tenía el sabor más terrible del mundo entero. Pero a veces lo había necesitado, y le había dado muy buenos resultados.

» ¿No has pensado en contactar a Lutenia? —cuestionó la mayor y la joven le miró con los ojos muy abiertos mientras se lamía los labios para deshacerse del resto de té.

Sí, eso era algo que no d
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