Capítulo 5

Como puede y con ayuda del italiano, ella logra ponerse de pie y suspira.

La situación la ha dejado un tanto fuera de foco. No esperaba encontrarselo así tan de la nada.

Estando ya uno frente al otro, Julie desvía la mirada brevemente pues Marcos no deja de verla con el ceño fruncido, como si estuviese analizandola, cosa que la intriga.

A lo lejos, ambos escuchan como Katherine se despide de la audiencia otra vez y ladeando la cabeza, ella se vuelve hacia Marcos nuevamente.

— ¿Estás bien? —El pregunta.

— Sí. —Ella le sonríe tímida y él le sonríe de vuelta— Gracias… No entiendo qué fue lo que me pasó.

— ¿Segura? Yo sí creo que sabes lo que pasó. —Su hermosa mirada se estrecha, intimidandola más y Julie se sonroja de nuevo.

— ¿Ah, sí? —Se aclara la garganta— Y según tú… ¿Qué pasó?

— Verme de sorpresa, te impresionó demasiado.

Ella suelta una gran carcajada, pues en el fondo sabe que lo que el a dicho es cierto, pero no se lo hará saber.

Marcos le sostiene la mirada y dentro de sí, la tormentosa pregunta del 'Por qué' no para de torturarle. Está maravillado, ella sin duda le es muy hermosa.

— ¿Por qué me sorprendería si ya habíamos quedado en vernos afuera?

— Porque anticipé las cosas. —Sonrie con picardía.

— Mmm…

Julie deja de mirarlo segundos después, el tiene unos ojos impresionantes, los más hermosos que ella alguna vez haya visto en toda su vida. Tiene los ojos más hipnóticos que pueden existir sobre la faz de la tierra y no quiere ser tan evidente de lo mucho que le gustan.

Mordiéndose el labio inferior, decide dejar de pensar en ello pues hay otra propiedad y susurra:

— ¿Tú tienes mi collar, cierto? Eso fue lo que entendí con las señas y tu llamado en el aeropuerto.

Marcos asiente sin dejar de mirarla en ningún momento.

— Sí, Bellissima, lo tengo.

— Recuerdo que al darme cuenta que lo había perdido, corrí de regreso a buscarte. Pero entre tantas personas no logré verte.

— ¿De verdad?

— Sí. —Ella asiente con vehemencia y nota como la mirada del italiano se dilata al instante.

— Es interesante porque, me quedé allí por unos cinco minutos más después de tu partida. Te esperé... Pero tenía cosas que hacer y finalmente, me fuí.

Julie traga saliva con fuerza ante lo escuchado y en un hilo de voz musita:

— Vaya... —Suspira— Sí regresé.

— Ahora lo sé. Imaginé que lo querrías de vuelta, por eso esperé.

— Ese collar, tiene significado muy especial e importante para mí. Siempre lo buscaría.

Al escuchar tal confesión, la curiosidad puede más que cualquier cosa y acercándose a ella, el susurra:

— ¿Puedo saber el por qué?

Julie deja de mirar sus manos entrelazadas para alzar la mirada hacia él.

— No, es algo muy personal.

— Entonces no te lo daré. —Responde a la brevedad y con desinterés, pero al ver su reacción, Marcos sonríe.

El solo está bromeando, quiere provocarla y ella al parecer es tan inocente que no lo capta.

Por supuesto que él no se quedaría con algo que no es suyo y con un significado tan especial. Mucho menos, al presenciar lo que para ella significa.

— ¡Oye! —Espeta— Ese collar es mío. Te pido amablemente que me lo regreses, por favor.

— Pero es que yo en ningún momento te lo quite. —Se hace el ofendido.

Julie palidece y cubriéndose el rostro avergonzada, susurra:

— Y en eso tienes razón, discúlpame. No fue mi intención que se mal interpretara lo dicho.

— Pues se mal interpretó. —Deja de mirarla y alzando el brazo, se hace el interesante y observa la hora en su reloj— ¡Me siento ofendido! Nunca fue mi intención lo ocurrido. —Sigue con su juego, pues debe ser más convincente.

Le agregaré drama al asunto...

— Lo lamento. — Ella vuelve a disculparse— ¿Qué puedo hacer o decir para compensar lo dicho?

Julie muy en el fondo sabe, que no a dicho algo del todo malo, solo estaba protegiendo su privacidad al no revelar el significado del collar. Quizás lo malo está, en el tono de cómo lo dijo. Pero está frente a un desconocido, de ojos hermosos y de voz encantadora. Que además, tiene su valioso collar, el cual muere por recuperar. Así que hará cualquier cosa por ello y enojar u ofender al italiano, no está en sus planes.

La sonrisa en el rostro de Marcos la hace aspirar con fuerza y luego se sonroja al escuchar:

— ¿Decirme tu nombre… Tal vez?

— Julie, mi nombre es Julie Rossi.

Él asiente con la cabeza más que encantado al saber su nombre, pero al ver que su mejor amigo Luciano se aproxima junto a Eliza, Marcos se apresura en decir:

— ¿Y una cita?

— ¿Qué? —Ella palidece.

— Sí. —Suspira— Lo que escuchaste, ¿Que tal una cita?

— Pero…

— Digo, es para devolverte el collar.

— Ah, pero no es necesario una...

Marcos la interrumpe.

— Si me dices que no, entonces no hay collar y me lo quedo de recuerdo —Sonríe al ver su reacción—. Porque lamento informarte, que no lo traje conmigo. No pensé que volvería a verte. Mucho menos aquí…

Julie va a responder cuando siente que alguien la abraza por detrás y suelta un respingo.

— ¡Holaaa! —Eliza grita sobre la música que le da ambiente al bar, la cual vuelve a sonar cuando ella deja de cantar— ¿Qué hacen?

— Eh… Nada. —Julie niega con la cabeza mientras divaga la mirada entre su amiga, Luciano y Marcos.

—¿Eres tú el del aeropuerto, cierto? —Eliza pregunta con el ceño fruncido a lo que Marcos asiente.

— Así es... Mucho gusto, Eliza.

— El gusto es todo mío. —La rubia lo mira de pies a cabeza mientras estrechan las manos y ladeando una sonrisa burlona, mira a Julie y le susurra al oído— Está riquísimo.

— ¡Eliza! —Julie espeta en un hilo de voz mientras pone los ojos en blanco.

Eliza se encoge de hombros al mismo tiempo que se ríe de su gracia y se da vuelta para mirar nuevamente a Marcos. Ella, ahora entiende los suspiritos de Julie de la noche anterior.

Pues el italiano, es todo un bombonazo.

— ¿Cómo así? —Luciano pregunta al acercarse con cuatro copas de vino que le quitó a un mesero que iba pasando y las reparte entre los cuatro.

— Conocí a Julie en el aeropuerto esta tarde. —Marcos explica aceptando la copa— Tuvimos un pequeño accidente vial. —Dice eso último ladeando una sonrisa y por consecuente, deja de mirar a su amigo para volver la mirada en ella.

Hacia Julie.

Esta vuelve a sonrojarse y mordiéndose el labio, le sostiene la mirada. No puede evitarlo, el tiene unos ojos pardo muy hermosos y la hipnotizan.

Mientras se miran, Julie sin pensar con claridad lo que hace, asiente con la cabeza en respuesta a la pregunta que él le había hecho hace minutos atrás y la cual no respondió al sentir el abrazo de su mejor amiga.

Marcos suspira emocionado, pues entiende el porqué de su asentir y sonríe.

Si las miradas hablarán…

— Entonces… ¿Se quedan un poco más o ya deben irse? —Luciano pregunta desviando el tema a lo que Eliza, pone los ojos en blanco.

Luciano, le parece un chico muy impertinente. Y eso, le resta importancia a todo lo guapo que pueda ser.

— No, ya debemos irnos. Tengo que madrugar, pues a partir de mañana inicio mi primer día de trabajo y no puedo quedar mal ante mi jefe. Nuestra estadía es limitada en esta ciudad y la primera impresión, es lo que cuenta.

— Y vaya que sí... —Marcos murmura un pensamiento en voz alta y luego se aclara la garganta, desviando la mirada de Julie hacia su copa de vino ahora vacía.

— ¡No me digas eso! —Luciano dice con pesar— ¿De dónde vienen? Ya decía yo que tal belleza no podía ser de éste planeta o ciudad.

Marcos rueda los ojos y sonríe con picardía al terminarse otra copa de vino. Aunque en el fondo, no puede evitar estar más que de acuerdo con su amigo.

Pues ambas mujeres son realmente hermosas, aunque sin dudas, para él, la más hermosa es Julie.

— De Londres. —Eliza responde a su pregunta y Julie vuelve la mirada hacia ella y luego hacia Luciano, para terminar mirando a Marcos.

Quien no ha dejado de mirarla. Otra vez.

— Impresionante, ya tengo una razón para volver a Londres. —El rubio sonríe y le guiña un ojo a la rubia, quien lo ignora para terminar de tomar su tercera copa de vino.

— No te ilusiones conmigo, vaquero. Aquí no tienes cabida...

— ¡Oh, vamos! Ni siquiera te has dado la oportunidad de conocerme.

— Tampoco quiero.

Marcos se aleja de a poco y con un ademán le indica a Julie que lo siga hacia afuera. Ella asiente y con disimulo, también se aleja de los tortolitos que no paran de discutir entre sí.

Cerca de la puerta que da entrada al bar, el espera por ella pacientemente y cuando Julie se detiene a su costado, Marcos rápidamente toma de su mano, la sostiene con fuerza para que así Julie no pueda escapar de su agarre inesperado y juntos, salen del lugar.

— ¿Por cuánto tiempo estarás en el país? —Le pregunta mientras caminan aún tomados de las manos hacia el parking.

— Un mes. —Ella responde sin titubear.

Marcos asiente y un suspiro lo abandona. Es increíble las coincidencias de la vida… Porque justo, dentro de un mes, exactamente, su vida cambiará. Para siempre.

En un mes, se casará con una mujer que no ama. Pero a la cuál, le dió su palabra y no puede fallarle. No a ella, no después de todo lo que a hecho por él y por su familia.

Negando con la cabeza, él desecha el pensamiento y cambia el tema.

— ¿Y en cuál distrito de Londres vives?

— Chelsea.

— Oh… —El asiente ante los recuerdos de su niñez— Me encanta Chelsea, es muy lindo y refinado.

— ¡Sí! Lo es… —Ella también asiente y sonríe.

— Tengo grandes recuerdos de mi niñez, mis abuelos solían vacacionar allá y mis padres me llevaban con ellos cada verano.

A Julie le gusta su acento, la voz de Marcos es un encanto. Ronca, pero al mismo tiempo suave y delicada.

«Sí, un encanto.»

— Eso es lindo, Marcos.

— Sí, fueron buenos tiempos. —El sonríe y vuelve a mirarla a los ojos— Cuando gustes, puedo hablarte de los lugares que me gustaba frecuentar.

Y sin darse cuenta, a Julie le agrada mucho que él le hable de los recuerdos que tiene de su niñez en su ciudad natal. Es lindo saber que Chelsea formó parte especial de su niñez.

— Hmmm. Sí, bueno... Quizás.

— ¿Qué harás mañana mientras tu amiga trabaja?

— No lo sé… —Ella hace un gesto con los labios, pensando— Solo vine para escapar de todo lo que me sucede en casa. A despejar mi mente, mi corazón herido y mi alma.

Él asiente y sonríe al mismo tiempo que aprieta su mano con ternura. Sonríe con pesar porque la entiende, a pesar de que no sabe los detalles del porqué ella escapó de lo que le está pasando.

La entiende y desea profundamente, tener la misma opción de escapar. De huir muy lejos de donde se encuentra.

Pero por desgracia, esa opción no está disponible para Marcos. Nadie puede escapar de su destino, al menos, no de este destino que le fue escrito, no él.

—¿Te gustaría conocer la ciudad? ¿Hacer un recorrido? —El vuelve a cambiar de tema.

Julie deja de mirar los alrededores para volver la mirada hacia él rápidamente.

— ¡Me encantaría! Pero no conozco a nadie aquí en Milán que pueda… —Ella va a corregir lo dicho, cuando él la interrumpe y suelta de su mano.

— ¡Increíble! —Musita burlón y alzando ambas manos de forma exasperante— ¿Hasta cuándo me vas a ofender?

— Yo… —Ella pone los ojos en blanco.

— ¿Acaso estoy pintado en la pared? ¿Dónde quedo yo?

— ¡Pero es que apenas te conozco! No pensé que te volvería a ver. ¡Tú también lo dijiste! —Julie protesta y hace una especie de puchero.

Marcos suelta una carcajada y tomando de su mano nuevamente, le susurra en el oído:

— Ahora nuestra cita tiene más importancia. ¿Ya vez? —Sonríe coqueto y le hace un guiño.

Él está feliz, logró su cometido, una cita con la dueña del collar del dije de corazón. Por alguna extraña razón, moría por conseguir una cita con la hermosa inglesa, moría por volver a verla, en otro lugar y a solas. Pues su collar le transmitió algo que él no puede explicar, le transmitió algo que no logra entender. Y aunque sabe que su accionar está mal, no le importa.

Julie frunce los labios amortiguando una sonrisa que al final, no puede aguantar más. La sonrisa coqueta de Marcos, le es muy tierna y graciosa al mismo tiempo.

— Está bien…

— ¿Entonces sí aceptas? —Vuelve a sonreír — Seré como tu guía turístico. —El se aclara la garganta— ¿Necesita de mis servicios, señorita?

Ahora, sin poder evitarlo más, Julie suelta una gran carcajada y viendo hacia la entrada del bar asiente para decir:

— ¿Y cuanto cuestan sus servicios, señor?

— Son todos gratis para usted, señorita.

— ¿Ah, sí? —Ella ladea la cabeza— ¿Y siempre es así usted?

— ¿Así cómo?

— ¿De servicial?

— No —El sonríe—. Pero haré la excepción con usted.

— ¿Y por qué?

— Porque me apetece y porque además, le tengo su collar. Así que cállese, antes de que cambie de parecer.

Ella asiente de forma militar y se pasa el dedo incide por los labios haciendo la señal de silencio.

Cuando el parquero llega con el auto antiguo de Marcos, éste sonríe y extiende su mano libre para tomar las llaves de su coche.

— Grazie. —Susurra mientras al mismo tiempo le da una propina al joven. Marcos se vuelve para estar frente a Julie nuevamente y ella le sonríe— ¿Quién viene por ustedes? ¿Tienen auto?

— No. —Ella se apresura en decir— No tenemos, pero llamaremos un taxi, el señor Fabricio es un conocido de Eliza.

Él asiente y sosteniéndole la mirada, se acerca dos pasos más, casi invadiendo su espacio personal. Pero a Julie parece no molestarle tal acción.

— ¿Por qué no me dejas llevarte? —Susurra muy despacio— Mira la hora que es… No creo que el señor Fabricio esté disponible.

Julie deja de mirarlo para observar la hora en el teléfono y maldice al darse cuenta de lo tarde que ya es.

— N-o lo sé… yo... —Ella se muerde la parte interna de su labio inferior y mira hacia la entrada del bar.

— No tengo problema con ello. ¿Dónde te hospedas? ¿Está muy lejos?

— Eliza es la que sabe… —Ella se encoge de hombros— Olvide el nombre. Es una casa de hospedaje, está rodeada de muchos árboles, es muy linda por cierto. Quizás este a las afueras de la ciudad.

El asiente y ve trás Julie… Luciano y Eliza vienen caminando tomados de la mano al mismo tiempo que discuten y luego se ríen.

— ¡Ellos están locos! —Julie espeta y Marcos deja de mirarlos para volver su vista en ella.

Le es tan bonita y delicada.

— Puede ser… Pero unos locos que se gustan.

— ¡Nah! —Ella se ríe.

— Míralos… Son tal para cuál. —El vuelve a mirarlos y sonríe al ver el rostro de Julie.

— Deberías decirle a tu amigo que no se ilusione. No debería jugar con fuego.

— ¿Por qué? —El frunce el ceño divertido.

— Yo sé porqué te lo digo.

Ambos detienen su plática al escuchar:

—¿Acaso ya se iban sin nosotros? —La rubia alza la voz muerta de la risa al verlos.

— De hecho, los estábamos esperando… —Dice Marcos— Le estaba diciendo a Julie que con gusto puedo llevarlas a casa.

— Oh, no… —Luciano susurra— No te preocupes, ya quedé con Eliza para llevarlas.

— Bien… —Marcos suspira y vuelve la mirada hacia la castaña, para susurrarle al oído— ¿No y que no?

— No insistas. —Julie replica.

Luciano toma distancia y caminando hacia el parquero le entrega un ticket y éste se va de inmediato a buscar su auto.

— Gracias por todo. —Ella dice en voz baja contra su oído, a lo que Marcos asiente.

— Aun puedo llevarte, si gustas.

— No, está bien. No te preocupes, tampoco quiero dar más molestias.

— ¿Y quién a dicho que la das?

— Bueno… Es un decir. —Sonríe tímida.

Él niega con la cabeza y tomándola de las manos otra vez, la aleja de sus amigos nuevamente para susurrarle en el oído:

— ¿A qué hora te parece bien que pase por ti mañana?

— No lo sé… —Ella se muerde el labio inferior, pensativa— A la hora que puedas. ¡Cuando estés libre!

— ¿Que tal en el almuerzo?

— Está bien. —Ella asiente y sonríe otra vez.

Sus rostros están a solo centímetros de distancia.

— ¡Hey! —Luciano se acerca, interrumpiendo sus intercambios de miradas— Te despedí de nuestros amigos, se quedarán tomando hasta el amanecer en tu honor. —Rie al decir esto último.

Marcos cierra los ojos y se cubre el rostro con una de sus manos. Al ver a Julie, se olvidó de despedirse de sus amistades, ya que desde que la encontró, no se despegó de su lado.

— Gracias.

Luciano se aleja, dejándolos a solas nuevamente y Julie se vuelve para mirar a su amiga quien ahora se ríe a rienda suelta sobre algo que el rubio le dice en el oído.

«¿Pero a Eliza qué le pasa? ¿No se supone que él no es su tipo?»

— ¿Bella? —Marcos le habla al mismo tiempo que acaricia un mechón de cabello que obstruía su rostro— Vuelve a mí… —Susurra burlón a lo cual ella sonríe.

— ¿Sí?

— ¿Me das tu número para llamarte mañana?

Ella asiente y se lo da justo a tiempo, ya que el parquero aparece con el auto de Luciano en ese preciso momento.

— Ciao, Bella… —El se despide dándole un beso en la mejilla y luego en la otra.

— Ciao. —Ella susurra y detalla con precisión la belleza de sus ojos.

Cuando las manos de Marcos por fin sueltan de las suyas, el vacío que invade el pecho de Julie es indescriptible.

«Debo estar alucinando… Sí. ¡Eso es! Porque esos ojos tan exóticos no pueden ser reales y este vacío que siento, mucho menos.»

Y alejándose de él, se da la vuelta a paso lento y camina hacia el auto de Luciano, pero cuando está por abrirse la puerta, una mano toma de la suya impidiendo su acción, al girarse para ver quién a sido, ve a Marcos tras de sí y éste le abre la puerta del auto.

— Permíteme... —El susurra.

Tomando de su mano nuevamente, éste la ayuda a subir y con una sonrisa en el rostro, suelta de su mano y cierra la puerta. Para acto seguido, despedirse de Luciano y de Eliza.

—¡Conduce con cuidado, por favor!

—¡Sí! —Su amigo rueda los ojos y extendiendo su mano, ambos se despiden con un apretón.

Marcos se aleja del auto dos pasos y viendo hacia Julie, le lanza un beso que la hace sonreír.

Caminando de regreso a su auto, él los ve marcharse y no pude evitar pensar en lo ocurrido.

— Estoy demente. —Murmura para sí mismo, pero luego sonríe al recordar la tierna sonrisa de Julie.

Sí… Algo a cambiado en su vida ésta noche.

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