Capítulo 4

Al terminar de cantar la canción, los gritos y aplausos invaden todo el establecimiento y Marcos agradece:

— ¡Grazie!

Acto seguido, el baja del escenario rápidamente al dejar el micrófono en su lugar, para luego caminar hacia la dueña del collar. Pero a mitad de camino, su mejor amigo Luciano, le impide su cometido al abrazarlo por detrás y llevarlo de regreso a la mesa.

— Eso estuvo de a muerte querido amigo. —Musita con entusiasmo— ¡Felicidades! Tienes que cantarnos más seguido, tenemos que explotar esa voz.

Marcos ignora lo que su amigo le ha dicho, pero simulando que lo escucha, él solo asiente con la cabeza, porque toda su atención está puesta buscando con la mirada a la chica del aeropuerto.

Cuando por fin la distingue en el área general, ella al principio lo observa tímidamente pero luego, segundos después, le hace un gesto con las manos, a lo que Marcos frunce el entrecejo tratando de entender a lo que ella se refiere, hasta que decide responderle haciendo lo mismo, con su mano, le indica no entenderle y la ve sonreír. A continuación, ella con sus dedos hace un gesto alrededor de su cuello y el inmediatamente entendió a lo que se estaba refiriendo.

Él asiente con la cabeza, al mismo tiempo que gesticula con los labios en afirmación. Al igual que ella, Marcos le indica con gestos que se encuentren afuera del establecimiento, a lo que ella asiente y por consecuente, el sonríe.

Julie vuelve a tomar asiento en su lugar y un suspiro la abandona. Ahora está tranquila. No todo es tan malo, después de todo, acaba de quedar con el hombre de ojos exóticos para verse fuera del establecimiento en un rato y así, podrá recuperar su preciado collar, el cual pensó que jamás recuperaría.

— ¿Me puedes explicar qué fue eso? —Eliza pregunta mientras se termina su copa de vino.

— Me encontraré con el chico del aeropuerto en un rato. —Vuelve a suspirar— Quedamos en vernos afuera.

—¿Qué? —Eliza espeta casi escupiendo el vino— ¿Cómo así?

Julie sonríe y se encoge de hombros para decir:

— Pues, como haz visto… Con señas.

Eliza suelta una gran carcajada y se pone de pie.

— Yo mejor me voy…

— ¿A dónde? —Julie palidece al verla tambalearse un poco.

Su amiga, ya tiene unas cuantas copas de vino encima.

— ¡Pues a la cantada! —Alza la voz sobre la música para luego reírse— Ese italiano no será el único que arranque suspiros esta noche.

Julie ve como Eliza sale de la zona general y camina hacia la tarima. Al llegar, su amiga toma el micrófono y dándole dos golpes confirma si está encendido.

Al éste hacer eco de los golpecitos, Eliza levanta la mano y con el pulgar en alto, sonríe hacia Julie.

— ¡Buenas noches!

Un pitido proveniente del micrófono hace que todas las personas en el lugar se cubran los oídos, incluida Eliza, y cuando el pitido finaliza, ésta suelta una carcajada.

— ¡Lo siento! —Susurra y ella obtiene la atención de todos— Esta canción es para mí mejor amiga, Julie. —Ella señala hacia la dirección de su mesa— ¡Nena! Sonríe que la vida es una y los hombres perros no valen ninguna.

Julie se cubre el rostro con ambas manos y una carcajada la abandona al igual que a todos en el lugar.

— ¡Mi amor! —Luciano grita— Yo no soy de esos… ¡Déjame y te lo demuestro!

Eliza se sonroja y privada de la risa, musita:

— No, cariño. ¡Tú no eres mi tipo!

— ¡Ahhh!

Todo el grupo de amigos en el área VIP se alborota y la algarabía se reinicia en todo el bar.

Julie cae de golpe en su asiento y se oculta de todas las miradas mientras ríe por la escena que su mejor amiga está haciendo.

Eliza ignora al pianista y se va hacia donde está el DJ para decirle lo que quiere cantar y preguntarle si tiene la pista. Cuando éste le confirma que sí tiene la canción que ella desea, ésta suelta un chillido y se encamina de regreso a la tarima.

Ella hace una señal hacia el reflector y este se apaga.

Cuando la música comienza a sonar lentamente, Eliza se mete por completo en su amado personaje.

Su alter ego.

¡Lana Eliza del Rey!

Y a todo pulmón, comienza a cantar su canción favorita y la perfecta para la ocasión. Ride.

Cuando inicia la estrofa, todos en el lugar se ponen de pie y comienzan a corear la canción al mismo ritmo que Eliza.

Resulta ser, que la mejor amiga de Julie, tiene un hobby. La música. Y con su dulce, tierna y suave voz… Un gran potencial.

Julie se pone de pie y subiéndose sobre la silla para poder ver a Eliza mejor, ya que las personas de las otras mesas delante de la suya ahora de pie, le impiden ver a su amiga, también se pone a cantar a todo pulmón y aplaudir sin parar. Dejando así, la pena de lado.

La hermosa voz de Eliza fue una sorpresa para todos en el lugar. Menos para Julie. Quien no ha parado de escucharla durante los más de diez años de amistad que tienen. Cuando descubrió su lindo talento por primera vez, no podía creerlo y desde entonces, siempre que puede, la alienta para que se anime a grabar una canción.

Pero Eliza no ve la música como una carrera, como algo para vivir. El mundo del entretenimiento no es de su agrado. En resumidas cuentas, la música no es su pasión. Lo de ella, son los negocios. Para eso, sí está hecha.

Luciano, el mejor amigo de Marcos, se sube sobre una mesa y comienza animar a todas las personas a su alrededor para que también lo hagan, segundos después este comienza a bailar sobre mesa al ritmo de la canción y de la voz de la hermosa Eliza.

— ¡Esa es el amor de mi vida! Mi amoooor —Grita en la parte instrumental y Eliza le hace una puñeta y al verla, Luciano se ríe— ¡Ya me enamoré! —Este le dice a su mejor amigo.

— ¡Ya veo! —Macos susurra y aprovecha el descuido de su amigo y de todos los del grupo, para alejarse de la mesa y salir del área vip.

Buscando con la mirada a la chica del aeropuerto ante el revuelo de personas que se armó por el acto de Eliza, el se dirige al área general. Cuando llega, mira hacia todas partes pero no encuentra a la chica del aeropuerto.

Y cuando ya está por irse, cuando ya se a dado por vencido, ve a una chica sobre una mesa bailando y cantando a todo pulmón. Marcos la observa detenidamente por unos breves instantes y de repente, ésta se tambalea y…

— ¡Te tengo! —El gruñe y la deja sobre sus pies segundos después.

— Grazie. —Julie susurra agitada por el susto y cuando alza el rostro para mirar a quien la salvó de una posible caída mortal, su sonrisa muere y luego palidece.

—Tú… —El sonríe— Te estaba buscando. Mi nombre es Marcos Verniceli, mucho gusto.

Y como que la impresión es más fuerte que el tambaleo, porque Julie pierde la razón al desmayarse.

Ops…

~~~***~~~

Marcos la toma en brazos, se pone de pie y la estrecha en su regazo para luego sentarse en la mesa junto a ella todavía en brazos.

Al ver un mesero pasar, le pide agua y un botiquín de primeros auxilios. Éste asiente y desaparece de inmediato. A los pocos segundos regresa y lo ayuda con el botiquín buscando el alcohol.

— ¡Otra! ¡Otra! —Marcos escucha como su amigo alienta a la mejor amiga de Julie para que siga cantando.

Ya va por la tercera canción…

Y ésta, al final de todas dice que será la última pero, no es cierto. No lo ha sido.

— Grazie. —Marcos le agradece al mesero y éste se va por el vaso de agua.

El joven regresa solo segundos después y Marcos vuelve agradecerle— ¡Yo me hago cargo! No se preocupe. —Le habla con calma al mesero quien se nota preocupado— Tranquilo, cualquier cosa pido ayuda. Pero lo de ella no es de gravedad, solo es un desmayo producto de la emoción de verme. —Bromea con eso último.

— Okey. —El joven asiente aún con ciertas dudas, pero sin decir más, se va a continuar su trabajo.

Acercando el algodón con alcohol a la nariz de Julie, el susurra:

— Vamos, Bella… No me asustes, ya has durado mucho tiempo. ¡Despierta!

Mojando un poco su mano, él le esparce agua por el rostro, en especial en el área de los ojos para que la humedad y frescura la revitalice. Segundos después, vuelve a pasar el algodón por sus fosas nasales y Julie vuelve en sí.

Ella lentamente reacciona y un leve gemido la abandona cuando un nuevo mareo invade todo su ser.

— Oh dios… —Murmura sedienta— ¿Dónde estoy? —Pregunta sin abrir los ojos todavía.

— ¿Ya lo olvidaste? —El susurra contra su oído y la piel de Julie se eriza por completo.

«¡Ay, no puede ser!»

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