40. COMPRA-VENTA

Emma lanzó un pequeño codazo a Hatch para que cerrara la boca antes de que algún insecto tuviera tiempo de anidar allí. Por más que lo intentara ella tampoco podía creer del todo las intenciones del señor Swels, pero al menos no tenía la desfachatez de poner la misma cara de aturdimiento de su marido.

— Lo lamento, señor, — dijo con voz suave y comedida — pero comprenda que estamos sorprendidos por su petición.

Evan los había mandado a llamar con mucho sigilo a la biblioteca cuando Lara se había ido al colegio y la pequeña Evelett se entretenía viendo una película en la sala de cine. El resto de los participantes de la reunión, además de los señores Sanders, eran solo él y su abogado.

— Lo entiendo perfectamente, señora — aseguró el joven — pero para mí no es una idea descabe

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