La Casa de las Razas
— ¡Esto no puede permitirse! — la rabia de Ius retumbó en la habitación azul donde había estado Lara antes de enfrentarse al Concejo.
Cada libro seguía sobre la mesa en el mismo orden en que ella lo había dejado, aunque para Craig aquello no significaba mucho porque no había nadie que los leyera.
El final abrupto y totalmente inesperado del concilio lo había puesto en una delicada situación frente al Concejo. La guardia de craig en la sala no era más que una medida de contención, pero se había visto obligado a dejar marchar a los líderes una vez que la reunión había finalizado. No podía retenerlos cuando muchos de sus castas estaban en los pasillos exteriores, haciendo preguntas y esparciendo murmuraciones.
Era obvio que los líderes no se habían llevado una muy buena opini&oacu
Villa de las MercedesEl grito de Emma fue corto y ahogado cuando la luz de su habitación se encendió súbitamente, y vio a Lara sentada y cómoda en medio del mullido sofá frente a la cama. A la derecha de la chica, sentado sobre sus cuartos traseros con actitud expectante, Khan parecía esperar un desenlace apresurado. Nadie mejor que él sabía cuánta cólera era capaz de albergar el corazón de Lara.Hatch no pronunció palabra, impresionado por el aspecto sombrío que tenía su hija. Vestida por completo de negro, los ojos azules centelleando con un sentimiento que no anunciaba nada bueno, parecía una confusa pesadilla. Sin embargo Lara estaba muy consciente de su objetivo en aquel enfrentamiento. Quería que sus padres se fueran, que se alejaran para siempre de su vida y de la de Evelett, y no le importaban mucho los recursos q
...Porque siempre hay dos puntos suspensivos tras el punto final de cada historia…Evan sonrió cuando vio salir a la pequeña Evelett por la puerta frontal de la villa, aferrada con firme determinación a la mano de Lara. La niña no había dejado caer más que un par de lágrimas cuando su hermana le había dicho que no volvería a ver a sus padres, que se habían ido lejos, para no volver.— ¿El traje de gala de los sorian? — preguntó Swels señalando su ropa negra y perfectamente limpia.— Nunca fue el traje de gala de los cazadores. Supongo que algún sorian debió encontrarlo en un libro viejo o en un cuadro antiguo y lo reprodujo, es todo, Pero este siempre fue el uniforme de combate de los stark.— Muy bien. — sonrió Evan lanzando delante de sus pies la pequeña chispa
“Puedes disfrazar tu desesperación diciendo que no fue mi culpa,que las circunstancias condicionaron mi carácter,que esta mujer que desconoces se debe a lo que soy,pero no es quien soy.Sin embargo, más allá de esta irremisible condición de fiera hambrienta,más allá de tu impotencia y tu desesperanza, amor, siempre he sido yo,desde que nací y hasta el día en que logres matarme,esta soy yo.”Estimado lector, te agradezco desde el corazón que hayas llegado hasta aquí. Esta es mi primera novela para jóvenes adultos y para mí es como un pequeño bebé que estuvo años en gestación. Si te ha gustado espero que continúes
OCTOGÉSIMA SEGUNDA PROFECÍA”…Y de tal suerte ha de surgir, nacidabajo la insignia de una antigua casa,-con la fe de la noche redimida-una prístina hija de las Razas.Su voz levantará sobre las sombrasla historia de volúmenes añejos,y cargará en la letra que la nombrael alba y el ocaso del Concejo.Su mirada, cual cielo tormentososerá hecha de dolor y de mentiras.Su despertar: violento y azaroso.Su espíritu: cual llamas de una pira;no dejándole al alma más reposoni placer más profundo que la ira…”*Fragmento encontrado en el Libro de las Profecías, 87 años después de su tercera desaparición.
...Porque el final es el destino único de cada historia…Un sonido ronco y espectral se escapó del pecho de Lex y se extendió entre sus dientes con deleite infinito, poseído por el orgullo lúgubre y excitante del padre cuyo cachorro ha atrapado su primera pieza. Se acomodó sobre las patas traseras para presenciar el espectáculo y entre la perfecta línea de sus bigotes esbozó algo parecido a una sonrisa, la felina cola cortando el aire con vivo placer.Observó.Los ojos de la mujer frente a él eran un abismo azul, obscuro, anochecido, que iba ganando en matices de color en la misma medida en que perdía su capacidad de controlar su naturaleza… algunos habrían dicho: “de salvar su alma”. Ella respondió a su rugido sordo con un risueño parpadeo de aquellos ojos y se estremeció con lentitud, alargando el magn
PRIMERA IRA.LA IMPOTENCIA1.FLORES DE INVIERNOFaro del Albir, al sur de Altea.Invierno.Suave, muy suavemente, el viento crepuscular susurraba su nombre, la llamaba, la envolvía en un abrazo gélido provocándole pequeños escalofríos. Al menos una señal de que todavía estaba viva, viva y tan inmóvil como la tierra bajo sus pies, viva y deseando intensamente morir.A su alrededor, dos sombras gigantescas se movían con aguda agitación, más inquietas cuanto menos la sentían reaccionar. Dos sombras blancas y hermosas, diseñadas con majestad en piel y músculos y sangre, que rugían su desesperación a sus espaldas. Lara las conocía: los pasos silenciosos, las colas cortando el aire frío como navajas de plata, las garras extendidas a
Villa de Las Mercedes. Suroeste de AlteaTreinta y dos horas antes —¡Estás muy, muy hermosa, no necesitas nada más!Una figura tan pequeña y ligera que casi parecía aérea se movió con entusiasmo a su alrededor. La ingenuidad de sus seis años no le permitía a Evelett comprender cuán lejos de la verdad estaban sus palabras, pero esa candidez tan natural en su hermana menor era una de las pocas cosas que en ese momento podían hacerla sentir un poco más humana.—Si supieras que no soy tan bonita por dentro —le contestó sin ganas.Si hubiera estado segura de que desfigurando su rostro dejaría a su prometido sin razones de compra, ella misma se habría provocado irreversibles cicatrices desde hacía tiempo; pero estaba convencida de que los motivos de su futuro marido para desearla estaba
Alguna vez Lara había deseado tener los cabellos de aquel dorado pálido que su madre ostentaba, los mismos de su hermana. Pero el cielo sólo le había obsequiado con una abundante provisión de cabellos rojizos y ondulados, que crecían a una extraña velocidad.Emma, al contrario de ella, pensaba, era una visión de arrolladora belleza. El metro setenta y cinco de estatura le otorgaba una esbeltez despampanante, las anchas caderas, la boca pequeña y definida, los ojos clarísimos. Mantener el peso de una modelo italiana a pesar de su edad había requerido mucha dedicación y una dieta estricta durante décadas, pero la voluntad para lograr sus objetivos no era algo que pudiera ponerse en tela de juicio. Era comprensible que Hatch se hubiera enamorado de ella al punto de no cuestionar ninguna de sus acertadas o desacertadas decisiones. Lo que resultaba del todo incomprensible era por qué