Villa de las Mercedes
Hobin se ajustó los gruesos lentes de elegante armazón y acercó los papeles a su cara para intentar ver mejor. La carga de sus sesenta años pesaba ya sobre su vista y cada vez le costaba más seguirle el paso a Evan en sus aventuras.
El ejercicio de la abogacía era tradición en su familia y durante las tres últimas generaciones sus antecesores habían tenido que lidiar con las extrañas preferencias de los Swels, que a pesar de todo habían resultado ser los mejores clientes que pudieran desear. Durante años Desmont había seguido la estrategia que usara su padre: había hecho ojos ciegos y oídos sordos a cada una de las poco comunes prácticas de sus clientes y había preguntado poco o nada que no fuera realmente necesario para llevar a cabo un trabajo eficiente.
Al principio se había contentado con a
El abogado lo miró con sobresalto, la idea de Evan no solo parecía arriesgada, sino descabellada en todos los sentidos.— ¿Y crees que estos fragmentos que has logrado sacar en limpio serán suficientes como para ayudarte a hacer eso? ¿No tienes miedo de que las cosas no salgan como piensas?Evan trilló un pequeño camino delante del señor Hobin. A aquellas alturas no había posibilidades ni consecuencias que no hubiera valorado.— Le mentí a Siena cuando le dije que no sabía de qué raza era el proceso de transformación que describían esas instrucciones, pero sí que lo sé: son los preceptos para la transformación de los stark. — tuvo un segundo de duda, y luego prosiguió — Como bien sabes, cuando mis padres murieron me dejaron como herencia numerosos bienes, incluyendo varias cajas de seguridad en diversos bancos del
Emma lanzó un pequeño codazo a Hatch para que cerrara la boca antes de que algún insecto tuviera tiempo de anidar allí. Por más que lo intentara ella tampoco podía creer del todo las intenciones del señor Swels, pero al menos no tenía la desfachatez de poner la misma cara de aturdimiento de su marido.— Lo lamento, señor, — dijo con voz suave y comedida — pero comprenda que estamos sorprendidos por su petición.Evan los había mandado a llamar con mucho sigilo a la biblioteca cuando Lara se había ido al colegio y la pequeña Evelett se entretenía viendo una película en la sala de cine. El resto de los participantes de la reunión, además de los señores Sanders, eran solo él y su abogado.— Lo entiendo perfectamente, señora — aseguró el joven — pero para mí no es una idea descabe
Sierra de AitanaHatch apenas había visto la sombra de Lara cuando pasaba frente a la puerta de la sala de estar, y se había llevado un dedo a los labios para indicarle a Evelett que no dijera nada. Lara y los tigres llevaban demasiados días encerrados y él sabía que cuando la chica atravesaba el corredor con tanto sigilo era porque pretendía salir antes de que su madre se diera cuenta.Si a eso le sumaba el hecho de que Emma pretendía tener con ella la fatídica conversación sobre la propuesta del señor Swels apenas regresara del colegio; era preferible entonces que su hija saliera y descargara suficiente energía con los animales antes de enfrentarse a la noticia.Lara aumentó su precaución mientras subía las escaleras, no quería tropezarse con nadie de la casa para que no hubiera quien pusiera en peligro sus intenciones de salir. Los t
Dominic se tomó demasiado tiempo en girarse y enfrentarla, de modo que Max recogió las palabras que no salían de su boca y se dispuso a darle la aclaración precisa. No estaba en su ánimo ni en su capacidad comprender que su amigo estuviera poniendo en peligro no sólo su cargo en el Concejo sino también su vida y su amistad, rompiendo reglas instituidas desde hacía siglos. Porque algo era seguro: si Dominic persistía en mantener con la muchacha aquel tipo de lazo, sería condenado por eso y a nadie más que a Max, como su Segundo, le encomendarían la tarea de cazarlo y castigarlo.— ¿De veras quieres saber lo que está pasando? — la retó rodeando el cuerpo de Comandante para acercarse a ella — Muy bien, yo te voy a poner los pies en la tierra. Ya sabes que somos cazadores, eso está bien para empezar, pero somos más que cazadores: somos asesinos.
Villa de las MercedesLos golpes en la puerta sacaron a Lara de su apática semi inconsciencia. Fuera de su habitación, Emma le repetía por enésima vez que la dejara entrar, y la mujer ya no sabía si estaba irritada porque aquel no era un comportamiento usual en su hija, o porque cada minuto que perdía significaba menos tiempo que le quedaba para convencerla.La propuesta de matrimonio de Swels era todo lo que Emma había ansiado por años para Lara. Un hombre rico que apreciara su belleza y su buena educación, y que los sacara del triste estado de clase media en que se habían estancado hacía ya mucho tiempo.En el interior de la habitación, un par de rugidos exasperados le contestaron, los tigres estaban de un humor tan indispuesto como la muchacha.— ¡Lara, hija, ábreme! En serio es importante que hable contigo ahora.
Villa de las MercedesLa noche había pasado intranquila y atormentada para Lara. Había llorado mientras Evelett le cantaba y luego, cuando la niña se había quedado dormida a su lado, acurrucada con ternura contra uno de los costados de Silver Moon, había llorado porque llevaba demasiado tiempo guardando demasiado rencor.Sus pensamientos se debatían entre la aflicción inenarrable por el abandono de Dominic y la propuesta absurda del señor Swels, que su madre defendía con tanta vehemencia. Finalmente, se había quedado dormida a altas horas la madrugada, vencida por la fatiga y el esfuerzo.Los primeros rayos del sol la descubrieron sentada frente a la ventana que daba a los acantilados, en medio de una inercia mental que rayaba en la inconsciencia y con los ojos fuertemente cerrados. Dominic estaba allá afuera en algún lugar y arr
Algún lugar sobre el océano AtlánticoLas manos de Dominic temblaron por un momento y al instante supo que el caos se estaba desatando dentro de Lara. Aún a cientos de kilómetros de distancia no podía evitar la vehemencia de sus sentimientos cuando lo asaltaban y aun así le sorprendió que fuera aquella la primera vez que Lara lo llamara a sus ojos desde que la había dejado.Luchando contra su voluntad de mantenerse al margen se entregó a la conexión por unos segundos, y las habitaciones de la casona comenzaron a pasar bruscamente a sus costados. Lara corría, corría por la casa recorriendo los pasillos del segundo piso y abriendo cada habitación para mirar adentro y luego seguir. Era obvio que buscaba algo, y en el pecho Dominic podía sentir su urgencia y su preocupación, pero por más que corriera y revisara no parec
Villa de las MercedesNo había pasado aún una semana desde su conversación con Evan y Lara había intentado suavizar su carácter cada vez que por casualidad se lo encontraba en los exteriores de la casa, pero ni siquiera así había conseguido que le permitiera acercarse a los tigres. La advertencia de Hatch se había convertido en una terrible realidad y finalmente la desesperación había doblegado su espíritu.— Respóndele que sí. — le había dicho a su madre — El señor Swels se asegura una esposa y tú un largo reposo en la Costa Blanca.Sin embargo nada parecía ser suficiente. Su futuro marido cumplía a cabalidad su palabra separándola de los animales, y la muchacha terminó por recluirse a sí misma en su habitación para no tener que tropezárselo.