26. BUENA CAZA

Sierra de Aitana

El amanecer asomó con desgana por sobre los árboles y Dominic abrió los ojos, por primera vez en muchas semanas, a su propia vida. Tenía a Lara más cerca de lo que nunca hubiera podido imaginar y ella estaba batallando en aquella semi inconciencia que no le permitía arrastrarlo a sus ojos.

Se desperezó en silencio y se aproximó a la cama donde la muchacha dormía aún, no plácidamente, pero al menos el dolor no la había despertado en la madrugada de modo que era poco probable que se diera cuenta de su ausencia en los próximos sesenta minutos. Se dejó caer por la ventana intentando no mirar atrás, era posible que si lo hacía no le alcanzara la voluntad para alejarse ni siquiera por una hora.

El bosquecillo lo recibió con sus acostumbrados ruidos y Dominic se dirigió con

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