Cubriendo Turno.

Cecilia

Hoy mi pequeña cumple cinco años y yo estaba encerrada en la oficina del hotel donde trabajaba como loca, en unos días llegaría la nueva comitiva que se hará cargo de las remodelaciones que se tiene programadas, además de que por fin conoceremos al hijo del dueño del resort.

Para mi mala suerte la chica que le tocaba cubrir la guardia por la tarde en el puesto de recepción no se presentaría a laborar, y no encontraba quien cubriera su turno; todos estaban ocupados.

Cuando eso sucedía y si estaba libre me encargada personalmente de ocupar sus puestos «a nadie le cae mal unos pesitos de más, mucho menos cuando vives prácticamente al día como era mi caso» no me daba pena hacer ninguna de las funciones que se pudieran presentar en el resort, mientras hubiera trabajo yo me encontraba feliz y agradecida.

Lo único que lamentaba era que justamente hoy no estaría con ella, para celebrarla como se merecía o por lo menos comprarle un pastel de chocolate para que compartiéramos en el departamento, mientras mirábamos una película de princesas que tanto le gustan.

El sonido del teléfono me saca de mi escaso momento de relajación, haciéndome volver a la realidad. Gracias a Dios era una llamada interna, lo que significaba que pronto terminaría; como Gerente del hotel me tocaba resolver algunos pequeños problemas que se presentaban durante mi turno, dentro de todo contaba con un excelente grupo de compañeros en donde cada uno hacia lo mejor posible su trabajo y con eso nos evitábamos  muchos problemas.

—Cecilia Díaz a sus órdenes.

—Hola Cecilia, como siempre tan propia.

—Buen tardes señor Juan Gotti, ¿En qué puedo ayudarle, ha pasado algo de lo que no esté enterada?

—Y también directa. Ya veo que no te gusta perder el tiempo ni conmigo.

—Lo… lo siento señor, estaba muy distraída con mi trabajo, solo respondí por inercia.

—Eres caso perdido querida Ceci, llevamos muchos años de conocernos y no logro que dejes de decirme señor, me siento un viejo panzón cuando me lo dices. Hasta mi esposa me amenaza en llamarte para que me pongas en mi lugar cuando no le quiero contar las cosas o cuando no le quiero dar dinero.

Eso era verdad la señora Verónica, siempre venía a contarme sus penas e incluso lo amenazaba con llevarme a otra empresa para chantajearlo cuando no quería ceder a lo que ella pedía, sin duda era una pareja muy amorosa y a la que respetaba mucho.

Me encantaba verlos siempre sonriendo por todos lados disfrutando de lo mucho que se amaban. Ambos eran excelentes jefes, nos trataban como parte de la familia sin importar el puesto que tuviéramos; sabíamos que podíamos contar siempre con ellos.

—Prometo no decirle nada a su esposa, me volveré una tumba a partir de estos momentos señor «por ahora, mientras no me haga enojar»

—Eso suena mejor, pero ven a mi oficina en cinco minutos tendremos una reunión con las personas que estarán a cargo de la remodelación por los próximos meses.

— ¿Es necesaria mi presencia?

—Por supuesto Cecilia eres una de las Gerentes del hotel, tú opinión es importante en todo lo que vamos hacer, además de ser una mujer con grandes ideas.

—Señor Gotti, mi turno está por terminar en diez minutos, debo darme prisa para llegar a recepción y tomar el turno de la tarde; la chica que entraba hoy no se presentara por problemas personales, estamos en temporada alta. Con uno que falte nos retrasaremos en el registro con la llegada de nuestros clientes. Si me permite me gustaría hacer mi trabajo lo mejor posible y mañana integrarme con ustedes.

— ¿Puedes conseguir a una de las chicas para que cubra esa jornada?

—Lo siento señor, ya he buscado y todas están a full. Por eso me comprometí apoyar en recepción.

—Ok, por hoy no contaremos con tu presencia pero deja de hacerte compromisos de este tipo sin avisarme, te voy a necesitar más ahora que se inicie el cambio de sucesión.

— ¿Se marchara siempre señor Gotti?

—Sí, ya está decidido. Mi hijo se hará cargo de todas las empresas mientras me dedico a disfrutar la vida con mi esposa.

— ¿Acepto siempre hacerse cargo del resort?

—Todavía no, pero estoy seguro que lo va hacer ahora que venga.

—Entonces no cante victoria, ni amenace con que nos abandona para irse de vacaciones. Se quedara con nosotros hasta que se haga viejito, viejito y tenga que ir a buscarlo en sillas de ruedas hasta su casa.

— ¡Oh! Estoy muy joven para que eso pase. Mejor termina para que te vayas a la recepción.

—Por eso decía que mejor me apuro jefecito, prometo pasar mañana temprano por su oficina para que me de las exclusivas de la reunión.

—Perfecto. Mañana te pongo al tanto de lo que suceda hoy en la dichosa reunión, no te desveles mucho que tendremos mucho trabajo.

Qué más quisiera yo que irme a mi casa, pero el deber llama de nuevo. El famoso spring break de este año me está volviendo loca, tanto joven queriendo presumir a lo grande ante personas que jamás volver a ver en su vida.

Después de cambiarme deje mis cosas en la oficina para salir a la recepción, por fortuna teníamos nuestro propio elevador para comunicarnos entre las diferentes áreas de esta manera agilizábamos nuestra transportación en caso de una emergencia que resolver.

Justo cuando llegaba a la entrada, veo venir un grupo como de cincuenta personas para su registro, eso quería decir que me esperaba una larga, larga tarde. Diosito si no es mucho pedir que me toquen puros buena onda, no tengo el ánimo de estar soportando las groserías de las personas que piensan que todo se lo merecen.

—Date prisa cariño, que no tengo todo tú tiempo. Ahora estas bajo mis garras y pienso aprovecharlo al mil.

La voz de Manuel me hizo saltar del susto, no esperaba semejante recibimiento al llegar al lobby; era un chico muy divertido y un poco loco cuando de bienvenidas se trataba.

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