El Encuentro.

Cecilia

Había pasado una semana de muchas presiones en el trabajo, y las que estaban por llegar. Tantos cambios nos tenían los nervios de punta a todo el equipo; pude apreciar la cara de tristeza del señor Juan cuando empezamos con la reunión y su hijo no más no se dignó en aparecer por ahí.

Por lo que me conto después es un empresario importante en Italia y tuvo unas complicaciones que no le permitieron llegar a tiempo, se integraría con nosotros en unos días más.

Mientras teníamos que hacernos cargo de la parte que le correspondía al señorito irresponsable.

— ¿Lista para irnos Cecilia?

—Más que lista, ya quiero llegar a mi casa para ver a mi pequeño retoño. Siento que la he dejado muy descuidada estos días; agradezco a mi vecina que se ocupa de llevarla y traerla a la escuela.

—Complicado tú caso amiga, me imagino que mañana la dejaras con ella todo el día.

— ¿Mañana? Pues normal, ira a sus clases y a la salida se quedara en su casa mientras llego.

—Cecilia, ¿Sabes en que día vives?

—Mmm… sí, ¿Por qué la pregunta?

—Mañana es día festivo, no hay clases en las escuelas.

— ¡Qué! No estés jugando conmigo de esa manera. ¿Cómo que festivo si apenas es… es…?

Para ser sincera no tenía ni una gota de idea. Hasta donde me había quedado los días festivos se corrían a los días lunes mayormente, ahora me salen con que tenía festivo en viernes. Ósea que me tocaba correr con mi tesoro hasta casa de sus abuelos esta tarde para que me la cuidaran mientras me ocupaba trabajando, aprovecharía para que se quedara con ellos todo el fin de semana antes de que me reclamaran de nuevo que no llego a visitarlos tan seguido.

Ya les he explicado que mi trabajo me requiere mucho tiempo, la escuela de la niña, las tareas y todo lo que conlleva mantener una casa. Soy una persona muy responsable y no pienso dejar a mi hija tirada solo por irme a donde mis padres están todos los días, todavía recuerdo que cuando se enteraron de mi embarazo no lo tomaron de la mejor manera y me echaron de la casa.

Gracias a ello me vine a vivir a la ciudad y empecé a trabajar en lo que fuera cayendo para sobrevivir y juntar el dinero para el parto de mi hija. Para que ahora vengan a dárselas de abuelos abnegados.

Sé que fue mi culpa por no tomar mis precauciones, pero ni siquiera me permitieron explicarle lo que había pasado.  

Cuando llegue a mi pequeño departamento, la niña estaba en su hora de la siesta, mientras la señora Anastasia miraba la televisión. Nunca tendré palabras para agradecerle todo lo que hace por nosotras, desde que llego hace tres años al edificio no ha hecho más que comportarse como una abuela para mi pequeña Ivana, y una madre para mí.

Al parecer no tiene familia y vive de una pensión que le dejo su esposo fallecido, por lo poco que me ha contado antes era nana de un chico que hace años se fue al extranjero, como ya no requerían más de sus servicios se retiró para disfrutar un poco de la vida.

Antes de que se fuera a su departamento me ayudo a preparar la cena, intente despertar a la pequeña pero no logramos levantarla con nada.

—Es mejor que la dejes descansar, ha tenido un día muy cansado en su escuela.

— ¿Cansado? Estudiar no es cansado señora Anastasia, esta niña lo que tiene es que está muy consentida.

—No querida Ceci. No quería preocuparte porque sé que tienes mucho trabajo, pero debes saber que hay un par de pequeñas que están molestando a la niña por no tener papá.

— ¿Qué? No se cansan de molestar a mi hija con esas cosas, hablare con la maestra de Ivana para que cite a las mamas de estas niñas. De seguro son ellas las que están alborotando de nuevo a todos para que mi hija no siga estudiando en el colegio.

—Ya me encargue de eso, pero debes decirle la verdad a tu hija. Antes de que sea demasiado tarde.

—No entiendo a qué se refiere con eso.

—Debes decirle quien es su padre pequeña, aunque no te guste la idea ella debe saber quién es él y también buscarlo a él para decirle que tienen una hermosa hija juntos.

Esto era uno de los momentos donde me quiero dar de golpes contra la pared, nunca le diría a mi hija quien era su padre, porque segura estaba que él no la aceptaría. Cuando intente buscarlo para decirle, el joven ya se había desaparecido del radar.

A pesar de los años era algo que me seguía y me seguirá a atormentando el resto de mi vida.

—Quisiera decirle que lo pensare mejor, pero la verdad es que no sé nada de él desde que discutimos por culpa de mi disque amiga.

— ¿No sabes ni quien es su familia?

—No, solo nos conocimos una semana. Víctor era muy hermético con sus cosas y yo nunca le pregunte nada, no soy una persona que se interesa por lo que tengan lo demás. Aunque eso no fue lo que le dijo la desgraciada de Paulina cuando fue a meter su cizaña esa tarde.  

Flashback

Era mi cumpleaños número 18, por fin cumplía mi mayoría de edad y oficialmente podía entrar a los antros de la ciudad con mi credencial. Mis padres eran un poco reservados pero me dejaban salir a divertirme sanamente.

Conocí a Víctor ese día en la discoteca, al parecer mi amiga se había fijado en él y viceversa porque desde que llegamos no dejaba de mirar a la mesa según ella; yo estaba de lo más tranquila, solo quería disfrutar mi cumpleaños al máximo.

Me dedique a bailar con el resto de las chicas y a pedir alguno que otro chupito, mientras ella se dedicaba a coquetear con los chicos; entre más caro era lo que traía puesto, más era la atención que les ponía.

Al cabo de un rato un grupo de jóvenes se nos acercaron para invitarnos a bailar, mis amigas encantadas dijeron que sí; dejándome de espaldas al chico que sería mi pareja. Entre tanto alcohol y humo de cigarro, se podía distinguir un perfume agradable que me hizo estremecerme.

—Piensas seguir dándome la espalda o debo darte la vuelta como a las princesas.

Ya había perdido la cuenta del número de chupitos que llevaba, así que no me importo bailar con un desconocido; hasta la mañana siguiente que desperté en la cama de un hotel y en los brazos de un sexy adonis del cual no sabía ni su nombre.

Paso una semana en la que nos veíamos por las tardes para conocernos un poco más. Hasta que el domingo Paulina se presentó delante de nosotros para tirar todo su veneno en mi contra.

—Por lo visto te funciono la estrategia de ignorarlo amiga.

— ¿De qué hablas Paulina?

—De Víctor, acaso no recuerdas que apostaste conmigo que te lo llevarías a la cama como lo hacías siempre con los demás cuando salíamos.

— ¡Qué estás diciendo! Te volviste loca Paulina, deja de mentir que para ser una broma ya no me está gustando.

— ¿De qué habla tu amiga?

—Hablo de que solo eres una apuesta para mi amiga, así que no deberías tomarla en serio como lo estás haciendo. Cuando salimos de antro apostamos para ver quien de las dos se conquista al chico más guapo del lugar y que pague los tragos, pero ya estuvo bueno que quiera verte la cara con su cara de mustia como hace siempre por eso estoy aquí para abrirte los ojos; esta chica no es más que una interesada que está contigo por tú dinero.  

— ¡Cállate Paulina! Como puedes decir semejante disparate.

— ¿Es verdad eso Ceci?

—Está mintiendo Víctor por favor no le creas. No sé qué le pasa a mi amiga para que diga esas cosas, pero te juro que está mintiendo yo…

—Porque soy tú amiga me da pena decirte la verdad delante de Víctor, no me gusta que te comportes de esa manera Ceci. Solo estás jugando con sus sentimientos cuando todo lo que quieres es divertirte un momento y después lo vas abandonar como has hecho con los otros.

La cara de Víctor se encontraba más que transformada por todo lo que Paulina decía en mi contra, y yo como idiota solo sollozaba sin defenderme. Esa tarde comprendí que la envidia es canija y no puedes confiarte de quien se dice ser tú amiga tan solo porque la vida te está sonriendo mejor que a ella.

Dos meses después me di cuenta que estaba embarazada y el padre de mi bebe era ese chico que en lugar de creer en mi confió en las palabras de mi supuesta amiga, dejándome sola y sin poder darle explicaciones.

Intente buscarlo pero solo tenía su nombre como referencia, al parecer la tierra se lo había tragado porque no volví a saber nada de él ni de su amigo.

Fin de Flashback

La señora Anastasia trataba de animarme cada vez que tocábamos el tema del papá de mi hija, lo cierto era que la invadía de mi supuesta amiga lo llevo alejarse de mí, sin dejar rastro alguno y yo tuve que enfrentarme a mi realidad sola, sin el apoyo de mis padres.

Ahora como enfrentaría a mi pequeña cuando me preguntara de nuevo quien era su padre.

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