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Al llegar a Puenteviejo y bajar del autobús, los ojos de Angélica se fueron directamente hacia el hombre apoyado en el land Rover. Le vio levantar un brazo y Raúl hizo lo mismo con el que dejó de abrazar a Milita.

Se acercaron a él y él  le tendió la mano a Raúl y luego abrazó a las dos chicas.

—Me llamo Pablo y soy el doctor de la Colonia.

—Les he hablado de ti cuando les conté toda la historia— dijo Raúl.

Milita le miraba con intensidad.

—Siento que usted cuidó de mí —dijo de golpe.

Pablo sonrió un poco.

Subieron al automóvil. Pablo se sorprendió al ver que Raúl abría la puerta de atrás y se sentaba allí con Milita en vez de ocupar el puesto delantero junto a él, pero no comentó nada.

Angélica ocupó ese lugar.

Pablo pus

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