Eda despertó con el peso de una realidad que no deseaba enfrentar. El recuerdo de la noche anterior, tan intenso como perturbador, la invadía con cada segundo que pasaba. Cerró los ojos por un instante, deseando volver a dormir y evadir el remolino de emociones que la embargaba, pero sabía que no podía. A pesar de la intimidad compartida con Christopher, una punzada de inseguridad le atravesó el corazón. Los recuerdos de la intimidad con el hombre hacen que su cuerpo sienta escalofríos al recordar las embestidas profundas y como su pequeño cuerpo soportaba las penetraciones de aquel imponente o más que se apoderaba centímetros a centímetros de su cuerpo.La cama estaba vacía. Christopher ya no estaba allí. Con un suspiro de alivio tembloroso, Eda se levantó y decidió tomar una ducha. El agua fría caía sobre su piel como un intento desesperado de borrar los rastros de lo ocurrido, de enjuagar los remanentes de una conexión que, aunque IV deseada en el momento, ahora la atormentaba. Se
Eda había salido al jardín después del desayuno, como solía hacerlo cada mañana, necesitaba sacar la tensión que había adquirido ante la presencia de Patricia. El aire fresco le ayudaba a despejar la mente mientras cuidaba sus plantas. Se agachó junto a un rosal, con las tijeras de podar en mano la abuela le había mostrado como debía de hacer, cuando un pequeño tropiezo la hizo perder el control. Un ardor intenso recorrió su palma: las tijeras le habían herido.Eda, siseó de dolor, observando cómo la sangre comenzaba a brotar. Sin pensarlo dos veces, dejó las herramientas y caminó apresuradamente hacia la casa en busca del botiquín. Fue entonces cuando se cruzó con Christopher en el pasillo.—¿Qué te pasó? —preguntó él al ver las gotas escarlata marcando el suelo.—Un accidente... —murmuró Eda, evitando su mirada mientras sujetaba la mano herida contra su pecho.Christopher no esperó explicaciones. Tomándola por el brazo, la condujo hacia la cocina, donde sacó una toalla limpia y el b
Eda estaba sentada en la sala de la mansión Davenport, hojeando un libro mientras la suave luz del sol se infiltra entre más cortinas, iluminaba sus delicados rasgos. Llevaba un vestido sencillo pero elegante, que realzaba su natural belleza. Justo en ese momento, la puerta principal se abrió y uno de los socios de Christopher, el Sr. Allenworth, fue guiado hacia el despacho por el asistente de Christopher.Al pasar por la sala, Allenworth quedó paralizado por un instante, sus ojos atrapados en la figura de Eda. Ella levantó la mirada un breve segundo, esbozando una sonrisa educada, antes de volver a su libro. Esa sonrisa fue suficiente para dejarlo intrigado.Eda era cordial, aunque se había percatado de la mirada que él hombre le había dedicado también estaba un poco curiosa acerca de la presencia de Christopher en la Villa, después de todo el hombre pasaba muy poco tiempo allí, pero hoy estaba todo el día, no obstante Eda sabe que aquello no tiene nada que ver con ella, entonces mi
El asistente y el socio de Christopher abandonan el despacho dejando a Eda y el hombre a solas, las piernas de ella estaban temblorosas mientras sentía la cercanía de su espoo, por supuesto Eda no se atreve a mirarlo manteniendo la cabeza agachada, entonces la Loción cara y muy masculina de su esposo entra en las fosas nasales de la pequeña mujer, segundos después la palma caliente de Christopher se siente en la piel de su brazo, ella se muerde los labios consciente de que había cometido un error y ahora deberá de lidiar con Christopher Davenport, ella cierra los ojos.— ¿Sabes aquello que acabas de hacer? — La poderosa voz de su marido genera escalofríos en ella, entonces Eda se anima a levantar la vista, sus miradas se encuentran y la cercanía de Christopher es inquietante para ella.— He cometido un error yo no quería, pero estoy a disposición para que me cobre de la manera en la que quiera.Christopher al escuchar aquello deja ver una pequeña sonrisa Aladino mientras el agarre de
Segundos después Christopher extiende una tarjeta, Eda se muerde los labios tratando de seguir de pie, entonces Christopher se da la vuelta de inmediato la pequeña mujer agacha la cabeza no estaba acostumbrada y mucho menos se imaginaba que en algún momento de su vida durante aquel matrimonio ella vería a su esposo desnudo sin pudor por delante de ella.Eda toma la tarjeta que Christopher le ofrece posteriormente busca o trata de arreglar sus prendas rotas, ella no quería seguir ni un segundo más en el mismo lugar que su esposo.Eda salió del despacho con pasos apresurados, sus mejillas ardiendo mientras intentaba cubrir con las manos las partes de su blusa que estaban desgarradas. Su cabello dorado, normalmente recogido y ordenado, caía en mechones desordenados sobre su rostro, una clara señal del caos que acababa de vivir. El eco de las risas contenidas de las mujeres de limpieza llegó hasta sus oídos apenas cruzó el umbral. Podía sentir sus miradas clavadas en ella, como dagas af
— ¿Ya tomaste la pastilla? — Fue la pregunta realizada por el hombre, Eda de inmediato se sonroja, el hombre nada mas rueda los ojos antes de volver a hablar — ¿Sabes, Eda? Creo que deberíamos llevar la cuenta de cuántas veces te pones roja como un tomate. Ya perdí la cuenta desde esta mañana. ¿Es parte de tu rutina diaria o te entrenaste para esto? La pequeña mujer frunce el ceño ante aquel comentario de su esposo, el hombre se acerca a la venta observando el gran movimiento de sus guardias en el exterior de la Casa, entonces ve a su abuela echando conversación con la ama de llaves.— ¡Christopher, deja de molestar! Yo no... Bueno, no es para tanto ¿Tú nunca te sonrojas? — Al escuchar a su esposa el hombre se da la vuelta nuevamente para prestar atención a Eda, arqueando sus cejas con total seriedad.— A mi nadie me supera, eres tú la que no puede sostenerme la mirada sin ponerte roja cereza — Efectivamente Eda nuevamente siente sus mejillas calientes — definitivamente es una rut
La pequeña mujer se mantuvo quieta y mientras observaba al imponente hombre, el sonido del móvil era inquietante entonces Christopher se aparta y lo responde. Al descolgar, su voz habitual, grave pero controlada, respondió con una simple palabra:—¿Diga? — como de costumbre la frialdad que emana era escalofriante.Hubo una pausa breve, apenas perceptible, pero algo en su expresión cambió. Los músculos de su rostro se tensaron, y de sus labios escapó un nombre que parecía flotar entre ellos como una verdad inevitable:—¿Patricia? — continúa el silencio de parte de Christopher mientras escucha lo que dice la persona al otro lado de la Línea.Eda, desde su posición, lo escuchó claramente, pensando que la que llamaba el gran amor de su marido. No hizo preguntas; no hacía falta. Su esposo no desvió la mirada, ni siquiera pareció recordar que ella estaba allí.—Voy en un momento —dijo Christopher, con una urgencia apenas disimulada.Colgó, tomó su abrigo que descansaba sobre el respaldo de
— Mira Eda, no tienes porque atormentarte, tienes que dejar que las cosas fluyan y...— Le he pedido el divorcio hoy — Lucero arruga la frente ante las palabras de Eda.— ¿Y cual es la razón de la solicitud? — ¿No te has dado cuenta del regreso de Patricia?— ¿Que tiene que ver el regreso de ella con el divorcio tuyo? ¿No estarás pensando que tú esposo aún la ama? — No se trata de que yo lo piense o no, aquella es la realidad Lucero.— Eda, definitivamente te han dejado caer de chiquita ¿Recuerdas verdad que él no detuvo su ida? Porque no me dirás que Christopher no podía hacer nada para impedir que Patricia se vaya a los Estados Unidos, porque aquello no es así, Margaret adora a su nieto, no querrá ver el sufrimiento de Christopher entonces no iban a ser muy duros con él, no olvides que es Christopher Davenport, y si se ha casado contigo no es solo por los Imperios Empresariales, la relación con Patricia quizás ya estaba quebrada, y la esposa eres tú, Eda, serás muy ingenua si pien