LunaEl frío me despertó antes que el alba. No fue una brisa cualquiera, ni el murmullo del viento golpeando los ventanales. Fue ese tipo de frío que se cuela por los huesos y te arranca de una pesadilla… o te mete de lleno en otra.Estaba sudando, aunque el aire era helado. Mi respiración agitada rompía el silencio de la habitación como si hubiese estado corriendo. La imagen de sangre en mis manos todavía danzaba en mi mente, aunque sabía que era sólo un sueño. Un recuerdo teñido de fantasía. Una mezcla venenosa de pasado y miedo.Me senté en la cama, abrazando las rodillas. El castillo estaba en silencio, como un monstruo dormido. Pero había algo más... algo que se movía. No lo escuché, lo sentí. Como un latido fuera de lugar. Me puse una bata, descalza, y salí al pasillo, movida por la incomodidad de quedarme sola en medio de tanta oscuridad.Y ahí estaba él.Caminando como un fantasma entre sombras, con esa elegancia salvaje que parecía demasiado natural. Vladislav. Su silueta impo
Luna¿Sabes esa sensación incómoda que se te instala en la nuca cuando todos te están mirando, pero nadie dice nada?Pues así empezó mi día.La sala del consejo estaba repleta. No solo por la cantidad de miembros reunidos —alfas, betas y unos cuantos del círculo estratégico de Vladislav— sino por la tensión que podía cortarse con una de esas dagas ceremoniales que colgaban en la pared. Había estado en reuniones tensas antes, en consejos familiares llenos de traición e hipocresía… pero esto era distinto.Aquí, yo era la intrusa.
LunaIntenté evitarlo.Durante días fingí no verlo cuando cruzaba por el patio de entrenamiento o cuando su presencia entraba como un rugido silente en las reuniones del consejo. Me esforcé tanto por fingir indiferencia, que terminé más agotada que después de una noche de transformación bajo la luna llena. Pero Vladislav… él no se molestó ni un poco en fingir.Hasta que hoy, la suerte, o el maldito destino, decidió ponerme justo a su lado.—Amenaza fronteriza en el sector este. Vladislav y Luna, patrullarán juntos —ordenó Nikolai, sin levantar la mirada de los informes.M
LunaLa oscuridad nunca me había asustado. Crecí en ella, rodeada de sombras que se deslizaban por los rincones, abrazándome en una danza callada. Pero esta… esta oscuridad es diferente. No hay consuelo en ella, solo un vacío que me consume, me arrastra hacia algo que no entiendo. Estoy en el lugar equivocado, en el momento equivocado, y todo lo que quiero es gritar, pero la garganta me arde como si de solo pensar en alzar la voz fuera un crimen.Mis pies están descalzos sobre el suelo de piedra fría, y el sonido de mis respiraciones acompaña el eco de las pisadas que se alejan. Las cadenas que me atan son el único recordatorio de que no estoy sola. Me arrastran, me sujetan, y el aire a mi alrededor parece espeso, cargado de algo que no quiero reconocer. La humedad en la piel, el sudor frío en la frente, son solo síntomas de lo que está por venir.El aroma en el aire cambia, y mi instinto me alerta antes de que mis ojos logren ver. Una fuerza palpable recorre la habitación oscura. El
VladislavEl peso de siglos enteros sobre mis hombros ha creado una carga que ni la muerte ha podido aliviar. Estoy acostumbrado al vacío que hay en mi interior, a esa soledad que arrastra todo lo que toco. No es una queja, ni una lamentación, sino una constatación de lo que soy. Soy Vladislav, el líder de un clan que ha conocido las sombras durante más tiempo del que la humanidad podría comprender. La eternidad no es un regalo, es una condena. Lo que para los mortales parece una bendición, para mí ha sido una cadena de eternos días, cada uno más vacío que el anterior. Y aún así, aquí estoy, mirando a la joven que acabo de conocer, quien tiene la llave para lo que nunca creí que desearía.La decisión me consume. Matarla habría sido lo más sencillo. Ella era una ofrenda, nada más. Una víctima, un sacrificio para reforzar mi poder, una simple pieza en el juego de la eternidad. Eso era lo que debía hacer. Pero algo en sus ojos, en su resistencia, en su fragilidad, me hizo dudar. Y ese fu
LunaNunca había creído en los mitos, en las leyendas oscuras que los humanos temen contar al caer la noche. Siempre pensaba que la magia era solo un cuento para asustar a los niños. Pero ahora, mientras el calor me consume desde el interior, puedo sentir que todo lo que alguna vez creí en mi vida se desvanece, desmoronándose junto con mi humanidad.El momento en que Vladislav decidió mi destino no fue una sorpresa para mí. En algún rincón de mi mente, siempre supe que algo así iba a suceder. Él no me vio como una simple ofrenda. Me vio como algo mucho más… algo más que una víctima. Y yo, por alguna razón, no pude ni siquiera rechazarlo. Ahora soy parte de algo más grande, algo que no sé si quiero.El proceso comenzó sin piedad. El frío de la sala me envolvía mientras me encontraba en la camilla, inmóvil, rodeada por los ojos expectantes de su clan. Ellos, los vampiros, observaban en silencio, esperando el inicio de mi transformación. Me habían dicho que todo sería rápido, que el dolo
VladislavNunca creí en los lazos. La sangre era solo eso, sangre. Una cadena invisible que unía a unos pocos, que los ataba a un destino cruel y eterno. Y cuando decidí convertir a Luna, no fue por algo tan trivial como un vínculo emocional. Lo hice por poder. Para que estuviera a mi lado, para que compartiera mi reinado, para que se convirtiera en una herramienta más, como todo lo que me rodeaba.Sin embargo, algo comenzó a cambiar. Algo que no pude anticipar. Porque, al igual que ella, yo sentía la transformación. Aunque siempre creí que dominaba la situación, que tenía todo bajo control, no podía evitar que mi mente vagara hacia ella, hacia sus ojos intensos, hacia esa mezcla de vulnerabilidad y fue
LunaLa oscuridad que rodea mi nueva vida no es solo física, es interna. A medida que los días pasan, el peso de lo que soy se hace más pesado, más real. La transformación no solo cambió mi cuerpo, sino que también alteró algo mucho más profundo. Siento cómo mi humanidad se desvanece lentamente, como si fuera una niebla que se disuelve ante el amanecer.Desde el momento en que acepté mi destino, el vínculo con Vladislav, el jefe de los vampiros, se ha ido intensificando. A su lado, todo parece tan claro, tan palpable. Y, sin embargo, la verdad que se esconde en la profundidad de su mirada me incomoda. Él lo sabe. Sabe que este poder, esta oscuridad que compartimos, me aprisiona tanto como me atrae. Pero, ¿quién