LA REBELIÓN

Luna

La oscuridad que rodea mi nueva vida no es solo física, es interna. A medida que los días pasan, el peso de lo que soy se hace más pesado, más real. La transformación no solo cambió mi cuerpo, sino que también alteró algo mucho más profundo. Siento cómo mi humanidad se desvanece lentamente, como si fuera una niebla que se disuelve ante el amanecer.

Desde el momento en que acepté mi destino, el vínculo con Vladislav, el jefe de los vampiros, se ha ido intensificando. A su lado, todo parece tan claro, tan palpable. Y, sin embargo, la verdad que se esconde en la profundidad de su mirada me incomoda. Él lo sabe. Sabe que este poder, esta oscuridad que compartimos, me aprisiona tanto como me atrae. Pero, ¿quién soy ahora? ¿Qué lugar tengo en este mundo de sombras?

Es difícil, pero la lucha interna me está consumiendo. Cada día, me despierto con la sensación de que estoy perdiendo algo fundamental de mí misma. Mi alma grita por la libertad, por ser la persona que era antes, pero no puedo volver atrás. No puedo deshacer lo que ha sido hecho.

El castillo en el que vivo, que alguna vez fue imponente y glorioso, ahora me resulta claustrofóbico. Las paredes parecen cerrarse sobre mí, y la fría presencia de Vladislav es como una sombra que se extiende a cada rincón. No lo quiero. No quiero este destino. No quiero ser solo un peón en su juego, una pieza en su ajedrez oscuro.

Recuerdo las palabras de mi madre, las advertencias sobre las cadenas invisibles que los vampiros imponen a quienes no tienen la fuerza para escapar. Pero, ¿es eso lo que soy? ¿Una prisionera sin esperanza?

A veces, cuando Vladislav me mira, siento una mezcla de miedo y deseo. Hay algo en él que me atrae, pero también algo que me repugna. Es el poder, lo sé, y la fuerza de ese vínculo que no puedo negar, pero también está el temor a perderme a mí misma en este mundo que él ha creado.

No puedo quedarme aquí, atrapada en su red.

Hoy, decido que no voy a seguir siendo una espectadora. Ya no voy a esperar que alguien más decida por mí. Esta es mi vida, y haré lo que sea necesario para recuperar lo que me pertenece. No tengo ni idea de cómo lo haré, pero sé que debo intentarlo.

Vladislav ha dejado claro que su dominio es absoluto, que la obediencia es lo único que tiene sentido en su mundo. Pero hoy, algo ha cambiado en mí. La aceptación ya no me parece una opción. Mi lucha comienza ahora.

Me encuentro en el pasillo, caminando con paso firme, el corazón acelerado. No sé qué me espera, pero tengo que hacerlo. No voy a ser una víctima más de su voluntad.

Al llegar a la biblioteca, me detengo frente a la enorme puerta de madera. Allí es donde se esconde él, donde siempre está, observándome desde su trono oscuro. Me dice que soy suya, pero no lo soy. No soy suya. No de esa manera. Y esa es la primera verdad que necesito recordar.

Lo escucho antes de verlo, su presencia llena la sala, su sombra abarca cada rincón. Mis nervios están al límite, pero no doy marcha atrás. Lo que tengo que decirle, lo que debo hacer, no puede esperar.

—Luna —su voz resuena como un susurro peligroso, cargado de advertencia.

Su mirada se posa en mí, y por un momento, siento el peso de su control sobre mí, esa sensación de ser vista, de ser dominada. Pero, ¿qué es lo peor que puede hacerme? Si ya estoy atrapada, ¿por qué no dar un paso al frente y pelear por lo que quiero?

—Vladislav —respondo, mi voz firme a pesar del torbellino que siento dentro de mí—. Estoy cansada de ser tu marioneta.

Una risa baja y grave escapa de él, como si fuera un sonido que viene de lo más profundo de su ser, y me mira como si mi rebelión fuera algo que ya esperaba.

—¿Es eso lo que crees que eres? ¿Una marioneta? —sus ojos arden con intensidad, un fuego frío que me atraviesa—. Sabes que no lo eres, Luna. Nadie te ha obligado a nada. Estás aquí porque lo has elegido. No lo olvides.

Pero la verdad es que lo he olvidado. Cada día que paso bajo su dominio, siento que me alejo más de quien era, que me pierdo en su mundo, en su poder. No quiero ser otra pieza de su colección, otra súbdita más de su oscuridad. Quiero algo más, algo que aún no entiendo por completo, pero que arde dentro de mí con fuerza.

—No lo he elegido —respondo con fuerza, mi tono más bajo, pero decidido—. Me has obligado a ser lo que soy, y ya no voy a seguir viviendo bajo tus reglas.

Puedo ver cómo sus labios se curvan en una sonrisa leve, pero no es una sonrisa de aprobación. Es una sonrisa que revela el control que tiene sobre mí, el poder que aún puede ejercer. Pero no me importa. Estoy lista para enfrentarlo.

—Entonces, ¿qué harás, Luna? —su voz se suaviza, se vuelve más peligrosa, como una promesa de lo que podría suceder si sigo en este camino—. ¿Qué puedes hacer?

Lo miro con firmeza, sin vacilar.

—Lucharé. Por mí misma. Por mi libertad.

El silencio que sigue es pesado, como si el aire mismo se hubiera detenido. Sus ojos brillan con una mezcla de sorpresa y algo más. ¿Admira mi audacia? ¿O simplemente me ve como una niña necia que no entiende las reglas del juego?

Me da un paso hacia mí, y mi respiración se acelera. En cualquier otro momento, el miedo habría invadido mi cuerpo, pero ahora... ahora solo siento determinación.

—Luna... —susurró, su voz baja, cargada de algo que no quiero identificar.

Me cuesta contener el impulso de dar un paso atrás, de ceder, pero lo aguanto. Lo miro a los ojos, sin miedo.

—Voy a luchar —reitero—. Y tú no me vas a detener.

El suelo parece temblar bajo mis pies cuando doy un paso atrás, hacia la puerta. Es una especie de desafío. ¿De verdad puedo luchar contra él? ¿Contra todo lo que representa?

Pero una parte de mí sabe que no tengo elección. La lucha por mi libertad acaba de comenzar. Y, aunque una parte de mi alma aún está atada a él, no puedo dejar que esa parte defina mi vida.

Este no es mi destino. No soy suya. No lo seré.

El tiempo desde mi transformación ha sido un caos en mi mente, una lucha constante entre la criatura que soy ahora y la mujer que fui antes. ¿Dónde está mi lugar en este nuevo mundo, en este reino oscuro de vampiros? El dolor de la transformación aún arde en mis venas, pero el miedo y la confusión han quedado atrás, reemplazados por una lucha interna mucho más feroz.

Nunca pedí ser parte de este mundo. Nunca elegí convertirme en lo que soy ahora, y mucho menos, ser un peón en un juego de poder que no comprendo por completo. Pero aquí estoy, atada a este destino que Vladislav ha decidido para mí. Atada a él, a su voluntad, a su mundo.

Me observo en el espejo de mi habitación. Mi reflejo me devuelve una imagen que ya no reconozco del todo. Mis ojos, antes humanos, ahora brillan con un brillo frío y dorado. Mi piel, que antes era cálida, se ha vuelto pálida, y mis sentidos… mis sentidos están más agudos que nunca. Puedo oír cada susurro de los que caminan en los pasillos del castillo, y el latido de mi propio corazón suena como un tambor, rápido y frenético.

Todo me resulta abrumador. Pero lo peor de todo es que no puedo evitarlo. No puedo escapar. Y aunque una parte de mí quiera rendirse, la otra se resiste con cada fibra de mi ser. Quiero recuperar el control. Quiero recuperar mi libertad.

La idea de ser simplemente una extensión de Vladislav, de ser una extensión de su poder y su dominio, me consume. No quiero ser su sombra, su reina en un trono de mármol. No quiero ser un juguete en sus manos. Me niego. Algo dentro de mí se rebela, se agita, y me susurra que hay más en mí que solo ser un peón en su partida.

La verdad es que he aprendido a temerle, pero también a admirarlo. Su poder, su control, la forma en que maneja a los demás como si fueran piezas de ajedrez… todo eso me atrae, y al mismo tiempo me repugna. Soy su reina, pero ¿acaso eso significa algo más que ser su propiedad?

¿Es este mi destino? ¿Ser la sombra de un hombre inmortal, un líder de sombras y secretos?

Pero, mientras estas preguntas giran en mi mente, una parte de mí sabe la respuesta. No quiero ser su sombra, pero tampoco puedo negar lo que siento por él. Es confuso, es contradictorio, y me consume. Me odio por ello, por sentirme atrapada en este juego que nunca pedí jugar.

La decisión está al alcance de mis manos. Ya no soy la humana que era antes. No soy esa chica que podía correr y escapar del destino, de la muerte, de Vladislav. Soy algo más, algo que está comenzando a entender su nuevo poder. Y con ese poder viene una nueva forma de control.

Al principio, el dolor de mi transformación fue insoportable, pero ahora es una especie de llama que arde bajo mi piel, cada vez más fuerte, cada vez más incontrolable. Las emociones que antes mantenía a raya ahora se desbordan sin que pueda detenerlas. La rabia, la confusión, el deseo… todo se mezcla, y me siento más viva que nunca, pero también más rota.

Cuando lo miro, cuando Vladislav se acerca a mí, siento esa presión en mi pecho. Algo en él me atrae, y al mismo tiempo, me asusta. ¿Cómo puede ser que una criatura como yo, una que debería temerle, se vea arrastrada por él, por su poder y su misterio?

Cierro los ojos, intentando mantener el control. Intento pensar en cómo escapar, cómo liberarme de este vínculo que me consume. Pero sé que, en el fondo, hay una parte de mí que ya está perdida en él, que ya no sabe si desea escapar o si, de alguna manera, quiere estar atrapada.

Los días pasan y mi lucha interna se intensifica. No quiero ser su juguete, pero el deseo que siento por él crece, y eso me aterra. ¿Cómo puede alguien como yo, alguien que fue desterrado de su propia humanidad, seguir sintiendo deseo? No lo entiendo. Me odio por ello, pero no puedo evitarlo.

Una noche, mientras la oscuridad se cierra sobre el castillo y las sombras parecen tragarse todo a su paso, tomo una decisión. Voy a luchar, no solo contra él, sino contra lo que soy ahora. Contra todo lo que él representa.

Me acerco a la ventana, observando las estrellas. La luna brilla con fuerza, tan fría y distante. Como yo, como lo que he llegado a ser. Y mientras la observó, una oleada de determinación me invade. Esta vida no me pertenece. Yo no le pertenezco a él.

Con cada respiración, siento cómo mi poder se eleva. Puedo sentirlo dentro de mí, un poder que crece y crece, como si mi cuerpo estuviera acumulando una fuerza incontrolable. La rabia, la frustración, el deseo… todo se mezcla en un torbellino dentro de mí. Esta es mi rebelión.

Sé que no será fácil, sé que Vladislav no lo permitirá, pero no me importa. Hay algo dentro de mí que se ha despertado, y ya no puedo ignorarlo. No seré su sombra, no seré su sumisa. No importa lo que me haga, no importa cuántas veces intente controlarme, no voy a ser su prisionera.

Mi mente da vueltas, mi corazón late con fuerza. La decisión está tomada. Y mientras me doy la vuelta para enfrentar la oscuridad del pasillo, sé que he dado el primer paso. El próximo será aún más difícil, pero lo haré.

Soy Luna, y aunque me han transformado en algo que nunca pedí ser, no soy su juguete. La rebelión ha comenzado.

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