Avanzamos rápidamente a la cabina de Estrella y Marian, abrimos la puerta de golpe y no están ahí...
La preocupación empieza a hacer un agujero oscuro en mi corazón y un nudo se forma en mi garganta. Priscila y yo corremos por el pasillo hacia la cabina de Ana y Leo, puedo ver los distintos paisajes en las ventanas en el borde de mi vista mientras avanzamos, un bosque nevado, praderas infinitas, el firmamento y algunos lagos. Llego a la cabina y casi derribo su entrada por la anticipación. Todos estaban aquí, Leo y Marian estaban vendando la cabeza de Ana quien parecía haberse golpeado bastante feo, Estrella estaba sentada en un rincón abrazada a sus rodillas, el nudo en mi garganta se hace un poco más llevadero ahora. Priscila y yo entramos a la cabina, distraídamente noto que en su ventana se muestra lo que parece ser una ciudad que no conozco, aunque se ve algo rara, hay algo en ella que simplemente no cuadra del todo. — ¿Qué le pasó a Ana? —la voz preocupada de Priscila resuena en la cabina con miedo. —La sacudida la tiro de la cama bastante feo—Leo es quien le responde—estará bien. Volteo a ver a Estrella y como parece no aceptar lo que esta pasando. — ¿Estrellita estas bien? ¿Te duele algo? Ella niega con la cabeza y se mantiene en silencio antes de hablar. —No sé lo que esta pasando ¿Viste las ventanas allá afuera? Ese es el tipo de cosas que uno se espera de una puta película, no del mundo real. Me quedo callado y por segunda vez en menos de una hora me quedo sin respuestas. —Todos traigan sus cosas, no sé qué es lo que esta pasando pero por cualquier cosas necesitamos saber qué es lo que tenemos a la mano—Leo suelta lo que parece ser la idea más sensata que ha tenido desde que lo conozco. Priscila y yo regresamos por nuestro equipaje, tomo mi mochila y la maleta de mano que traje y regreso lo más rápido que puedo. Al abrir mi maleta lo primero que encuentro es una nota de mi madre al rededor de algo envuelto en papel periódico, hablaba de lo mucho que ella y papá me aman y que esperaban que me mantuviera seguro en mi viaje. Por primera vez desde que todo este desastre empezó pienso en mamá y papá, en mi hermano Ariosto, y el peso de no saber si volveré a verlos se instala sobre mis hombros, siento que mis ojos se humedecen y ese nudo en la garganta se hace más grande con cada segundo pero aun así me lo trago, no puedo desmoronarme ahora, no estoy solo y llorar no va a hacer que las cosas mejoren o se solucionen... puedo llorar después. Desenvuelvo el papel periódico y veo que es un cuchillo enfundado en cuero, no soy un experto en cuchillos pero se ve de muy buena calidad, parece tener un largo total de unos veinticinco centímetros, el mango es de algo que parece ser el asta de un venado o algún otro cérvido, y estaba rematado con un pomo de metal, lucia bastante afilado. Después de verlo por un momento vuelvo a enfundarlo y me lo meto entre el pantalón para seguir viendo mis cosas, no había nada verdaderamente excepcional, jeans un poco desgastados, un cinturón de cuero, camisas de franela, algunas playeras, mi encendedor y un libro sobre plantas con propósitos medicinales que Ariosto me regaló en mi cumpleaños, lo único verdaderamente útil es una bolsa con mi instrumental esencial para diagnostico, algo que aprendí a llevar encima gracias a unos manifestantes que tomaron la universidad como protesta en mi tercer año. Estetoscopio, baumanometro, oximetro, glucómetro, termómetro de mercurio, alcohol, abate lenguas, estuche de disección, algunas pastillas variadas y un par de gasas era lo mas útil que tenia, no era mucho, solo lo suficiente para salir de un apuro y lo suficientemente pequeño como para no ocupar un espacio significativo en la maleta. Los otros cinco parecían estar en mi misma situación, bolsas de instrumental incluido, Estrella incluso había traído agujas e hilo para sutura. Unos golpes en la puerta nos sobresaltaron antes de que una voz masculina sonara del otro lado. —Habrá una reunión de todos los pasajeros en el vagón comedor donde discutiremos lo que pasa, por favor preséntense—la voz apagada del personal del tren llamó desde el otro lado de la puerta. Mis amigos y yo nos miramos entre nosotros antes de asentir y decidir ir en dirección al vagón comedor, mi mano rozando el pomo de mi nuevo cuchillo cada pocos segundos para intentar calmar mi ansiedad. Mientras caminábamos no pude evitar ver las ventanas, todas mostraban algo diferente, absolutamente ninguna se repetía, era totalmente confuso para mi el cómo esto podía ser posible. Mi mente divagó, a través del infinito mar de posibilidades en busca de atrapar alguna idea que explicara lo que estaba pasando... fallo miserablemente En el vagón del comedor había más gente que sillas disponibles así que algunos simplemente se quedaron parados o se sentaron en las mesas. Todos estaban comprensiblemente nerviosos y asustados, yo incluido, había desde niños hasta ancianos todos buscando respuestas en el personal del tren quienes parecían igual de confundidos que nosotros. Al final resulto que nadie sabia lo que estaba pasando, el personal dijo que no había nadie en la cabina del conductor y no tenían idea de qué había sucedido o por qué, revelaron que el tren contaba con una pequeña reserva de insumos médicos para emergencias menores y que en los vagones de carga había una cantidad de grano y otras cosas que deberían bastarnos por unos días si lo aprovechábamos bien... no era lo más alentador para decir. Finalmente Leo nos ofreció para ayudar a aquellas personas que tuvieron lesiones mas complicadas debido a la sacudida del tren, quienes sorprendentemente no eran tantas ni tan difíciles. Un hombre de la mediana edad también reveló que el era maquinista o como se le diga a aquellos que manejan los trenes y se ofreció a ir a la cabina para ayudar en lo que pueda. Tras unas horas hubo otro problema, el tren se detuvo, el que el tren se detuviera no fue el problema en si, sino que nadie sabia en donde diablos o el por qué nos habíamos detenido. Leo quería ir a ver al maquinista y quería que lo acompañara así que fui con el. A medio camino nos topamos con otro sujeto, dijo que se llamaba Raúl y era un ingeniero aunque no se de que tipo, y que lo habían llamado a la cabina. Una vez en la cabina ni siquiera tuvimos que preguntar, el maquinista habló en cuanto se abrió la puerta. —No tenemos combustible y no tengo idea de donde demonios estamos. Fue con esa respuesta que una sola palabra dejo mi boca antes de que siquiera me diera cuenta. —Mierda...Todos los ojos se centraron en mi y nadie hablo por un momento. —Sal a ver donde estamos—Dijo el conductor. Hubo otro pesado silencio en la cabina mientras esperaba que la pobre alma con quien este tipo hablaba se quejara. Un codo me golpeo en el costado cortesía de Raúl. — ¿Espera me lo estas diciendo a mi? —Estaba tan seguro que lo dije antes siquiera de pensarlo. —Si, necesitamos saber donde estamos muchacho y si es posible que el gobierno nos lleve de regreso a casa. " ¿Este imbécil esta hablando en serio? " — ¿Qué mierda, por qué yo? —Ya estas aquí y ya sabes lo que esta pasando ¿Así que por qué no tu? Mi mano se mantenía muy sutilmente sobre el cuchillo porque este idiota claramente estaba suplicando que lo apuñalaran. La mano de Leonardo se poso en mi hombro así que volteo a ver que quiere y solamente me niega con la cabeza pero en sus ojos puedo ver el mensaje subyacente (por favor no mates a este tipo, es el único maquinista que tenemos) —Yo te acompañare—Leo decla
El camino fue cansado, no estaba en mala condición física pero tampoco era un superdeportista, intente racionar el agua lo mejor posible ya que no sabia que tan viable seria comprarla dentro de la ciudad en desarrollo, pero aun así el cansancio de la caminata me hizo tomar un sorbo mas de agua, algo que parecía un momento que Leo había estado esperando desde hace un buen rato. —Amigo, si no tiene pelo para que te la quieras acabar toda de un jalón. "Este idiota me agarro con la guardia baja" —Te odio. Aunque no era el desierto árido que mi mente se imaginaba cuando la gente hablaba de Texas ciertamente si hacia calor, aun así perseveramos hasta llegar de la apartada estación del tren hasta nuestro destino, el mercado local. Nuestra primera parada no fue una casa de empeño como sugirió Priscila, primero visitamos una tienda de víveres común, no tendría sentido vender las cosas de mis amigas por un precio de miseria solo porque no se me ocurrió revisar antes el estado del poder adq
Todo se sentía tan irreal y difuso que creí que estaba dentro de una pesadilla, pero la sensación de la sangre coagulándose en mis manos era tan precisa que todo esto solo podía ser real. —Tenemos que ocultarlos—Las palabras de Leo eran lógicas en nuestra situación—Si alguien nos ve ahora pensaran que los asaltamos y los asesinamos. Intenté controlar mi respiración para calmarme, se sentía inútil pero al cabo de un par de minutos pude recuperar una pequeña apariencia de calma, la suficiente al menos como para seguir las palabras de Leonardo. No supe en que momento Leo recupero el caballo de Loreal, era sorprendente que ni siquiera huyera con todo el alboroto que acababa de haber. “Quizá simplemente se acostumbro a los disparos” Tan rápido como el pensamiento cruzo mi mente fue reemplazado por el sonido de Leo hablando. —Ayúdame a subir los cuerpos al caballo, nos vamos a adentrar unos metros en el bosque y luego los enterraremos ¿De acuerdo? —Si, esta bien… Cargar los cuerpos e
El cansancio no abandono mi cuerpo con la ducha, al contrario, solamente pareció impregnarse mas en mis huesos con cada segundo que pasaba. Mientras el agua corría por mi cuerpo mi mente vagó por los distintos acontecimientos y noticias del día. De entre las once parejas enviadas a recolectar recursos solamente ocho volvieron incluyéndonos a Leo y a mi, aunque tenemos esperanzas de que vuelvan todos sabemos que no es probable. Raúl trabajo bastante duro rediseñando y reacondicionando algunos vagones del tren, baños improvisados, camas artesanales construidas con asientos y una sarta de otras pequeñas pero muy útiles modificaciones que harían de nuestra estadía algo mucho mas fácil y llevadero. Con un ultimo suspiro levante la cubeta, vacié el agua tibia restante sobre mi cabeza, me sequé con la toalla y me vestí con mi pijama verde a rayas antes de caminar hasta el camarote de mis amigos. La mayoría de los otros pasajeros ya se encontraban durmiendo o haciendo rondas improvisadas
Debería ser alrededor de media noche, no importa, en algunas de las ventanas del tren es de día y otras muestran paisajes nocturnos, sin contar aquellas que muestran escenas del espacio exterior u océanos llenos de criaturas que no sé si existan en mi planeta. Ha pasado casi un mes y medio desde que nos aventuramos de nuevo en este viaje y finalmente a surgido algo parecido a una estructura jerárquica dentro del tren junto con algunos otros cambios y uno que otro descubrimiento propio. Se formo algo parecido a un concejo interno que toma las decisiones mas relevantes, dentro de los integrantes se encontraba Raúl como el único ingeniero a bordo, el maquinista Alonso, un representante del personal original del tren, el jefe de la cocina y Leo como encargado del personal de salud. Originalmente Leo no quería el puesto pero la otra opción que sugirió el maquinista era yo y eso solo significaba que tendría responsabilidades sobre mi así que chantajeé a Leo con contarle a su novia de nue
bueno, quiero pedirle una disculpa a todos mis lectores y lectoras por la poca constancia en mis actualizaciones, la verdad he tenido demasiados problemas con mi internet debido a la temporada de lluvias aquí en mi rancho, el otro día un árbol se rompio y apastó uno de los tractores. He estado activo escribiendo mientras espero a solucionar mis problemas así que les prometo que a partir de Agosto les entregaré un capítulo diario.
Era rítmico, un movimiento controlado en vertical, de arriba para abajo, una y otra vez. Y entonces recordé que un hombre lobo se me había abalanzado con toda la intención de hacerme su nuevo juguete de mascar. Intento levantarme de golpe por el miedo y entonces me siento ingrávido…nadie me avisó que estaba sobre el caballo. —¡Cuidado! — Ana gritó justo antes de que mi culo se impactara contra el suelo. —¡Mi trasero! —Fue mi turno de gritar. Me quedé en posición fetal un rato esperando a que se disipará un poco el dolor ardiente de mis posaderas. —¿Estas bien? —La voz de Leo entró en mis orejas. —No, la vida me ha vuelto a encontrar solo para patearme de nuevo. “Esta vez me había pateado muy fuertemente directo en el trasero” Pasó un momento antes de que me pusiera en pie sobre mis piernas temblorosas. El sol estaba alto en el cielo ahora. Con ojos llorosos vi que la pareja había improvisado un trineo de palos y ramas que ataron a Epona, sobre la burda artesanía arrastrab
Lo que alguna vez fue un camino pavimentado bien hecho ahora no era más que tristes retazos cubiertos y absorbidos por tierra, maleza y árboles. "Sin duda la madre naturaleza es dura como las uñas" Pensé. Mientras Leo dirigía a Epona en el camino el resto de nosotros íbamos sentados en la mejor inversión que alguna vez hice (la carreta de Epona), cada uno vigilaba el bosque en búsqueda de cualquier señal de peligro que pudiera haber. Observé el cielo gris cenizo por las nubes, lentamente devoraba al celeste en el cielo e imponía su dominio sobre la atmosfera. —Ahora que lo pienso no recuerdo como me dijiste que conseguiste ese rifle—Raúl claramente tenía que arruinar mi concurso de miradas con el bosque. —Es solo un rifle, traje más armas al tren ¿Por qué te importa? —Es sólo que las tuyas son las únicas armas en el tren que están adornadas o bañadas en plata para el caso. Raúl tenía un punto, uno débil pero aun así un punto. —Estaban tiradas así que las recogí—fue todo lo que