CAPÍTULO 5: LOS FORAJIDOS

Todo se sentía tan irreal y difuso que creí que estaba dentro de una pesadilla, pero la sensación de la sangre coagulándose en mis manos era tan precisa que todo esto solo podía ser real. 

—Tenemos que ocultarlos—Las palabras de Leo eran lógicas en nuestra situación—Si alguien nos ve ahora pensaran que los asaltamos y los asesinamos. 

Intenté controlar mi respiración para calmarme, se sentía inútil pero al cabo de un par de minutos pude recuperar una pequeña apariencia de calma, la suficiente al menos como para seguir las palabras de Leonardo. 

No supe en que momento Leo recupero el caballo de Loreal, era sorprendente que ni siquiera huyera con todo el alboroto que acababa de haber. 

“Quizá simplemente se acostumbro a los disparos” Tan rápido como el pensamiento cruzo mi mente fue reemplazado por el sonido de Leo hablando. 

—Ayúdame a subir los cuerpos al caballo, nos vamos a adentrar unos metros en el bosque y luego los enterraremos ¿De acuerdo? 

—Si, esta bien… 

Cargar los cuerpos era difícil, sabía que un cuerpo sin vida era mas difícil de cargar que uno vivo, pero honestamente pesaban mucho mas de lo que creí. Con bastante esfuerzo logramos subirlos a ambos al lomo del caballo y comenzamos a avanzar lo mas rápido que podíamos. 

Caminamos a un ritmo constante y lo suficientemente lento como para evitar que los cadáveres se cayeran al suelo. 

Tras diez minutos de viaje decidimos que el lugar era tan bueno como cualquier otro para una tumba sin marcar. 

—Los bastardos incluso traían una pala con ellos, iban a matarnos sin lugar a dudas—Leo escupió las palabras bastante molesto—Lo mejor sería esperar hasta la noche y regresar al tren, ir a ver el carbón con nuestra ropa cubierta de sangre solo hará que nos metamos en problemas. 

—Si, tienes razón. 

Hubo un silencio solemne mientras cavaba una fosa lo suficientemente profunda para acomodar dos cuerpos…no quería hablar de todos modos. 

Cuando terminé de cavar y me acerqué al cadáver sin nombre del esposo de Loreal, Leo finalmente decidió que había sido suficiente silencio. 

—Creo que deberíamos tomar sus cosas antes de enterrarlos. 

— ¿Qué? 

—Solo digo, claramente eran tipos ricos y dudo que algo de lo que lleven puesto les vaya a servir en la otra vida…Creo que ya que tu hiciste el trabajo sucio deberías decidir, lo que encontremos ahora sería técnicamente tuyo. 

Una sensación incomoda se alojo en mi corazón, no quería hacerlo pero necesitábamos utilizar todos los recursos disponibles para nosotros y como Leo señalo sus cosas definitivamente estarían mejor con nosotros que enterradas dos metros bajo tierra. 

“Es la respuesta mas lógica” 

Sin perder el tiempo hurgué en los cadáveres ahora rígidos en busca de cualquier cosa de valor, tomé la correa y el cinturón con municiones del hombre, también la revolver de la funda en su cadera, quite los anillos de sus dedos, una cadena oro, un reloj de bolsillo bañado en plata y finalmente el sombrero, estaba hecho de un pelaje suave y negro probablemente de conejo, era de ala plana con una taquilla de cuero adornada con una carta de lo que parecía ser el tarot y una copa diamante. 

Me agache a recoger el sombrero y me lo probé, era de mi talla así que me lo puse antes de arrojar a su dueño anterior a la fosa. 

No podía acercarme al cuerpo de Loreal, el simple hecho de ver su expresión congelada de agonía me hacía querer vomitar, pero aun con todo y asco lo hice, ya era un asesino así que no importaba si me convertía también en un ladrón. 

Le quite al cuerpo sus aretes de plata, el collar de perlas, los anillos de diamante y un peine de plata. 

Una parte de mi se preguntaba por qué unas personas tan bien acomodadas hacían este tipo de cosas. 

“Talvez estaban tan bien precisamente por hacer cosas como esas” 

Lance sin cuidado a Loreal junto a su marido en la fosa y usando algo de hierba y ramas secas junto a mi encendedor les prendimos fuego a ambos. 

—Eran moderadamente ricos eso es seguro—Leo comento distraídamente mientras revisaba las cosas que llevaban en el caballo—Hay al menos cuatrocientos dólares texanos aquí, una brújula, la funda de cuero del rifle, un cuchillo, algunas balas y…creo que es todo…si, es todo. 

—Bien… 

Nos sentamos un rato con únicamente el sonido de los grillos y el fuego rompiendo el silencio esperando a que la noche cayera, si Leo vio las lagrimas que a veces me limpiaba no lo menciono. 

Cuando faltaba poco para que la luz desapareciera por completo decidimos volver a rellenar la fosa. 

Mientras me ponía el cinturón y la corra de municiones Leo se monto en el caballo y me tendió la mano. 

—No sabía que montabas. 

—Aprendí de niño cuando fui de vacaciones con mi abuelo, el tenía un amigo con caballos y yo le pedí que me enseñara, fin de la historia. 

Me eche el rifle al hombro y acepte su ayuda para subir. 

Dimos un gran rodeo al pueblo hasta que finalmente encontramos las vías del tren y luego las seguimos hacia la estación, la luna ya estaba alto en el cielo cuando llegamos a nuestro destino. 

Nos bajamos en silencio junto a un vagón de carga y luego lo abrimos para subir al caballo a bordo. 

Por alguna razón todas las personas parecían simplemente ignorar el hecho de que había un tren parado en la estación que no parecía ir a ninguna parte (solo otro de los extraños efectos de la m*****a cosa) así que esconderíamos al caballo en el.

Una vez con el problema del caballo solucionado, nos dirigimos hacia los vagones de pasajeros para descansar finalmente. 

Caminamos en silencio durante todo el camino, la gente nos veía confundida casi como si observaran fantasmas…casi era así. 

“Deben de estar asustados por toda la sangre seca” 

Una vez que llegué a mi cabina ambos nos detuvimos y nos observamos por un momento. 

—Te veré en un rato, Ana debería poder tratar tu brazo sin muchos problemas, yo por otro lado necesito una ducha y un cambio de ropa. 

Leo me sonrió de manera cansada, choco su puño con el mío y se dio la vuelta para irse pero lo detuve. 

—Hey—Llamé—No quiero tener que salvar tu trasero todos los días así que al menos intenta aprender a defenderte. 

Le tendí el cuchillo que encontramos en el caballo y el lo agarro rápidamente. 

—Gracias. 

—Vete antes de que me arrepienta. 

Sin mas palabras me quito el sombrero y entro a mi cabina donde me topo con una Priscila sentada en su cama viendo por la ventana. 

Su expresión se ilumina al verme y luego se horroriza al observarme bien. 

— ¿Qué te paso? —ella habla con voz preocupada. 

Reúno fuerzas únicamente para sonreírle y luego hablo. 

—Leo y yo entramos a un bar y tuvimos una pelea pero debiste ver como quedo el otro, no tuvo… 

No termino mi oración, fue interrumpida por la sensación de un par de brazos rodeándome y el peso de una cabeza entre mi cuello y hombro. 

Por un momento todo fue silenció, el sentimiento familiar de los dedos surcando mi cabello me atrapa y finalmente me desmorono. 

Abrazo con fuerza a Priscila y caigo de rodillas mientras lloro como un niño. 

El sonido de los huesos crepitando en las llamas, el olor de la carne quemada, la sensación del retroceso de un arma en mi hombro, la humedad de la sangre en mis manos mientras empujo un cuchillo, el fuerte aroma de la pólvora quemada, la visión de mi amigo cayendo al piso sangrando… 

Mi mente se sobrecarga con un sinfín de sensaciones y sentimientos que solo me hacen querer llorar y llorar mientras Priscila me abraza en silencio. 

“Este viaje no iba a ser así, todo esto esta tan mal…” 

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