Zahar…El sonido de su voz me sacudió como un disparo; no era una pregunta, era una detonación emocional. —¿Me reconoces, pequeña tormenta?Di un paso hacia atrás, no por miedo, sino porque mi alma parecía haberse adelantado al cuerpo. Él estaba allí. Vivo. Respirando. Con los ojos más oscuros que recordaba. Mi Kereem…Aunque no, ya no era solo eso. Ahora era algo más, algo que había nacido en las sombras y crecido entre la rabia y la impaciencia. Sus pasos fueron lentos, arrastrados por la densidad de ese momento. Parecía más alto. Más pesado de espíritu. Llevaba una chaqueta táctica sobre el cuerpo tenso, y sus manos —Dios—, esas manos no habían dejado de temblar. Lo abracé con fuerza, pero todo estaba revolucionado en mí cuando comencé a golpearlo, porque no podía ser tan maldito de hacerme pasar por esto.—Pensé que… —empecé a decir, pero mi voz se quebró. —¿Pensaste que estaba muerto? —asintió con lentitud—. Yo también, durante un tiempo… estaba muy jodido aquí.Parpadeé
Zahar…Estábamos viendo el mapa en la mesa, Asad explicaba los pasos a seguir, y no sabía qué había pasado con la embajada o qué conexiones hicieron porque mi tiempo ausente, que aún me tenía temblando las piernas.No quería mirar a Kereem que ya estaba listo en su uniforme, con un chaleco especial, así como los demás del grupo. Yo apenas me estaba colocando el mío, ordenándole a mi cerebro que se enfriara por completo.Como Asad lo había dicho, nos íbamos a dividir en dos grupos. Unos, iban a comenzar en los túneles para buscar otra salida, y el segundo, literalmente, saldría por la compuerta que conseguimos.El riesgo, era mucho, todos aquí lo sabían, porque esta no era como la primera vez, como cuando Kereem y su grupo habían desaparecido.Por lo que sabía ahora, se volvía una caza, y se veían a alguien en la superficie moviéndose. No importaba si eran de los mismos hombres de Naim, este tendría que ser eliminado en segundos.¿El plan? Kereem se iba a dirigir a los comandos fuera d
Zahar…Corríamos, no trotábamos, no avanzábamos con cautela, corríamos como si la muerte nos pisara los talones. No nos movíamos en formación, corríamos como fugitivos, como cazadores, perseguidos por el mismo fuego que desatamos. La sangre aún me ardía en la cara, seca ya, pero aún presente como un recordatorio de que él también me había salvado.El cuerpo aún me temblaba por el corte en el cuello, por el ataque, por la forma en que Kereem me había arrancado de la asfixia… pero no era eso lo que me desarmaba por dentro. Era su mirada. Esa condenada mirada que parecía arder con una rabia contenida, como si la posibilidad de perderme fuera la chispa que podía encender un infierno.Mi respiración era un castigo, cada bocanada era un latigazo de aire caliente mezclado con arena. Pero seguí. Kereem corría delante de mí, marcando el paso con su espalda tensa, los músculos del cuello visibles, incluso bajo la tela.El auricular que yo no tenía era como una barrera entre su mundo y el mío,
Zahar…El beso no había terminado de morir en mis labios cuando el carraspeo nos interrumpió. Como una daga sutil, pero precisa. Me separé de Kereem con los pulmones apretados, con la boca aun palpitando por lo que acababa de pasar, pero no era el rubor en mis mejillas lo que me encendía por dentro, sino la tensión brutal que se instaló al ver la figura a unos metros de mí.—Víctor —estaba de pie, con el rostro serio, y su postura, casi perfecta.Me levanté enseguida, él estaba a solo metros de mí, quieto, viéndome solo a mí, y sus ojos no mentían. No era solo sorpresa… era algo más, ¿rabia? ¿Impotencia?Literalmente era a algo que no quise nombrar, pero que me caló la piel.—¿Estás bien? —preguntó, dando un paso hacia mí.Su voz fue baja, pero cargada, como si cada palabra fuera un terreno minado, y no le importó la presencia de Kereem.Ni siquiera hizo el intento de disimular su presencia, caminó directo hacia mí, como si el espacio que nos separaba no estuviera impregnado de tensió
—Son inversiones importantes, mi señor… a la larga, podemos aliarnos a esas empresas. La monarquía se hace más fuerte con cada inyección de dinero…Kereem Abdalá, el Emir de Arabia Saudita, asintió y comenzó a leer los documentos.Sanem estaba a su lado un poco inquieta. Había un poco de sudor en su frente, los síntomas estaban volviendo cuando se colocó la palma en su vientre, y se dobló al sentir un fuerte dolor.—¿Te encuentras bien? —preguntó en susurro su esposo en susurro, pero ella asintió rápidamente.—Sí… creo que tengo que retirarme un momento… siento irme de repente.—Te acompañaré… —Kereem insistió.—No es necesario… — Ella apretó los dientes de forma ruda, para disimular su dolor, y con permiso de todos los presentes en el escenario, se retiró mientras Kereem quedó un poco preocupado observando su salida repentina.Sanem casi corrió por los pasillos del gran palacio, pero se detuvo llegando a la entrada de su habitación mientras otro dolor, mucho más fuerte que los anteri
Unas horas después, el tiempo pareció detenerse en la habitación mientras el peso de la tragedia se asentaba en el corazón de Kereem, observando cómo su esposa dormía con las lágrimas en los ojos.Sus puños se apretaron, salió de la suite para hablar con el médico, y nada más hizo la petición, lo pasaron a una sala espaciosa.—Señor… por favor, siéntese.—Me quedaré de pie… —El médico asistió y soltó el aire.—Las pruebas arrojan una pérdida de leucocitos… es como si su cuerpo se debilitara en pasos muy lentos… como si algo le hiciera daño. Sin embargo, no logramos saber qué la está afectando de esta forma…Kereem apretó la mandíbula.—¿Sus pérdidas, son causadas por esto?—No puedo asegurarle que sea exactamente por esto… son muy espontáneas… pero también existe la posibilidad de que esto que ataca su cuerpo, sea el principal causante de todo… incluso de su fatiga y debilidad.Kereem masajeó su cien, y negó.—¿Qué podemos hacer?—Yo voy a recetarle unas vitaminas… —y literalmente la
La sala de conferencias estaba llena de ministros y asesores, pero la mente de Kereem estaba lejos de las discusiones políticas. Sus pensamientos giraban en torno a la conversación con su padre y la difícil situación con Sanem. Aunque su amor por ella era inquebrantable, la presión de continuar la línea de sucesión lo atormentaba.Trató de enfocarse en los informes presentados, pero la ansiedad lo mantenía distraído.—De acuerdo con las producciones, tenemos todo controlado.—Ha habido ataques pequeños, siempre mantendremos enemigos cerca. —El gabinete nuevo será presentado en una semana, señor… Y Kereem levantó la cabeza para mirarlos a todos.—Mi hermano Naim será el que tomará el cargo de ministro general, él llegará de viaje en tres días.Hubo una ola de murmullos, y luego sus ojos se conectaron con su padre.Parte de su familia estaba aquí presente, varios de sus ministros eran tíos, primos, pero solo tenía un hermano, y dos hermanas que, trabajan en el palacio, pero no como mi
La idea de Malih dejó a Kereem en un estado de confusión y dilema emocional. Mientras observaba el tranquilo jardín desde su despacho, las palabras resonaban en su mente:«Una amante secreta» Aunque la propuesta parecía ofrecer una solución aparentemente indolora para todos, el jeque sabía que las implicaciones emocionales y éticas eran profundas.Inquieto, Kereem observó cómo se abría la posibilidad, dos días después de qué relacionista le dio la idea, y miró como su esposa Sanem, aun débil, pero con otro color, entró al despacho ofreciéndole una sonrisa plana.Kereem se levantó de inmediato para recibirla y depositó un beso en su boca, mientras tomó su rostro.—¿Cómo te sientes? —Ella asintió segura.—Mucho mejor… están colocándome un tratamiento de vitaminas que me ha hecho sentir muy bien, gracias a Alá…—Perfecto. Siéntate…Él la dirigió al asiento, y se desajustó un poco la corbata.—¿Pasa algo? Te ves incómodo —ella preguntó y Kereem asintió con la mirada seria.—Se está compl