HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 22. Pura curiosidad morbosaLos días pasaban en un abrir y cerrar de ojos y el día de la boda de Mikhail y Mera estaba cada vez más cerca. Todo estaba planeado hasta el último detalle: la decoración, la lista de invitados, el vestido de Mera…Karina intentaba mantenerse a distancia, evitando involucrarse en los preparativos para no recordarse a cada segundo que era inevitable. Sin embargo, Irina la había invitado a su casa para hablarle de los planes que tenían Mark y ella, y Karina decidió que quería hacerle una última visita.Al llegar, Irina la recibió con una sonrisa y un abrazo cálido.—Gracias por venir. ¡Necesito tu consejo en tantas cosas! —Irina suspiró, mirándola como si buscara consuelo en su presencia.—¡Por Dios, que no sean de amor, porque soy terrible opinando sobre eso! —Karina hizo un puchero, intentando sonar ligera porque sabía que esa sería probablemente la última vez que la vería—. ¡Mejor saca la champaña!Y de la champaña pasaron a las
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 23. DeseoA lo mejor Mikhail podía ahorcarla con una sola mano, pero ella era más que capaz de hacerlo con dos y si era necesario con los pies o con lo que fuera. ¡Aquel hombre definitivamente era tarado a una potencia alta, y a ella ya la estaba desesperando más allá de los límites sanos para su salud!—¡Te hice una pregunta, Mikhail! ¿Exactamente cómo vas a ponerte todo ese maquillaje en el Caribe?Lo vio fruncir el ceño y sabía que ni siquiera había estado escuchando realmente a Mera mientras hablaba, solo estaba demasiado apurado por que su prometida se fuera y no descubriera sus sórdidos secretos.—¡Maldición! —gruñó con cansancio.—Sí, maldición, eso pensaba. ¡Y te garantizo que no será la última vez que pases por un mal rato a menos que te pongas los pantalones y hagas lo que tienes que hacer de una vez! ¿Cuándo le vas a decir a Mera que todavía tienes la cicatriz? —soltó de golpe, buscando su mirada.Él se mesó los cabellos, obviamente incómodo.—¡E
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 24. Bajo la luzLas pupilas de Mikhail se dilataron en un segundo. “Sorpresa” no alcanzaba para describir lo que sentía. Estaba en shock, con el cuerpo de Karina pegado completamente al suyo y aquella humedad estallando entre sus dedos mientras esa mirada desafiante no se iba de su cara. ¡Porque lo estaba mirando, Dios sabía que los estaba mirando muy bien, sin rastro del maquillaje mientras estaba a punto de gemir por su tacto!Y quizás fuera eso, o quizás fuera que sería imposible callarla de otra manera, pero cuando Mikhail bajó la cabeza como un depredador, sus labios se encontraron con hambre, y el mundo se desvaneció alrededor de ellos más rápido de lo que había esperado. Las lenguas se enredaron en una lucha de deseo que ninguno podía resistir ya, cada caricia desataba un cosquilleo profundo, un temblor que parecía incendiar el cuerpo entero de Karina.Mikhail recorrió su piel con manos ansiosas, curiosas, posesivas, sintiendo cada curva bajo sus ded
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 25. Una mirada culpableEl roce, el calor entre ellos, el peso de cada embestida de Mikhail, cada caricia, todo se intensificaba alrededor para ella. Le gustaba, lo deseaba, lo quería. Era trágico y perfecto, a pesar de lo mal que estuviera. Pero en aquel momento Karina solo podía pensar en el sudor que corría sobre cada músculo de Mikhail, en esa curva que hacían sus caderas cuando se retiraba, en ese dolor sordo y delicioso que era sentirlo empujar violentamente contra el fondo de su sexo, topando, golpeando, empujando hasta hacerla gritar.El primer orgasmo la hizo sentir cómo mundo se deshacía a su alrededor. Cada fibra de su cuerpo respondía a él, y el clímax solo era una parte de eso. Supo el momento exacto en el que él la siguió poco después, gruñidos bajos y profundos resonaban en el cuarto, mientras el placer lo consumía también.Un segundo después Mikhail dejaba caer su frente contra la suya, intentando encontrar la fórmula para volver a respirar…
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 26. Una buena persona.Cuando los primeros rayos del sol se filtraron por las ventanas del departamento, Karina seguía con los ojos abiertos. La luz inundó el espacio, llenando el ambiente de una claridad casi cruda, como si desnudara sus emociones mientras se preparaba para la última sesión de maquillaje con Mikhail.Tenía a la mano sus pinceles, las bases y ese maquillaje de alta cobertura que había usado tantas veces para cubrir su cicatriz. Frente a ella estaba esa silla vacía y de alguna forma Karina sabía que le sería difícil por un tiempo volver a maquillar a alguien. En el aire flotaba una calma extraña, densa, cargada de un adiós expectante, y ella aprovechó para cubrir aquellas ojeras y algunas marcas del paso de Mikhail sobre su cuerpo que habían quedado regadas por ahí.Para cuando sintió los toques suaves en la puerta, ya estaba lista, presentable y más enmascarada de lo que él podría estar jamás en su vida.Mikhail entró en la habitación en si
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 27. Una lujosa caravanaLa iglesia estaba repleta de amigos y familiares de Mikhail y Mera, todos sonrientes, emocionados, esperando el “sí, acepto” de los novios. Bueno, casi todos, porque Irina parecía como si le estuvieran clavando un tenedor en el trasero mientras a su lado su novio trataba de calmarla.Karina observaba desde uno de los bancos laterales, con el corazón latiendo tan rápido que apenas lograba escuchar los votos. Sentía cómo el peso de sus emociones se hacía insoportable a medida que avanzaba la ceremonia. La sonrisa de Mikhail la inundaba de sentimientos encontrados: al verlo así, radiante, su felicidad era como una puñalada inesperada y profunda.¡¿Cómo había podido enamorarse de él en tan poco tiempo?! ¿Lograría que se le pasara en poco tiempo también?El sonido de la música llenó el espacio, y todos los invitados observaron expectantes cómo los novios seguían la sacerdote repitiendo aquellos votos. Ver a Mikhail y a Mera intercambiar p
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 28. Algo significativo.La recepción transcurrió entre risas y música, con un ambiente vibrante que envolvía la celebración de Mikhail y Mera. Todos los invitados parecían disfrutar, levantando copas y riendo, mientras los recién casados compartían sonrisas y saludos. Sin embargo, en cierto punto se hizo demasiado evidente que cuando se tambaleaba ligeramente no era solo porque se estaba riendo.Mikhail la miraba preocupado. Sabía que la presión del día podía haberla puesto nerviosa, y aunque Mera era siempre alegre y enérgica, su tono de voz ahora delataba el efecto del alcohol.—Cariño, quizás ya fue suficiente, ¿no crees? —le sugirió suavemente, colocándole una mano en el hombro.Pero ella soltó una risita, como si sus palabras fueran una broma sin importancia.—¡Por favor, Mikha! No seas aguafiestas. ¡Solo es un día! —respondió entre risas, sirviéndose otro trago mientras él suspiraba, observándola—. ¡Nuestro día!La fiesta continuó, y poco a poco, Mera
HERIDAS PERFECTAS. CAPITULO 29. Una notaEl sol apenas comenzaba a iluminar el departamento cuando Mera abrió los ojos. Con una mueca de incomodidad, se llevó una mano a la cabeza, recordando la cantidad de copas que había bebido el día anterior. La cabeza se le estaba rompiendo por la resaca, y encima había dormido toda incomoda con el maldito vestido de novia puesto y el corsé apretado y… hasta los zapatos…Miró alrededor con los ojos entrecerrados porque la claridad le molestaba y bufó al darse cuenta de que seguían en la ciudad.—¿Por qué no estamos en una playa del Caribe? —preguntó, sin molestarse en disimular su molestia.Mikhail, que estaba apoyado contra la ventana con los brazos cruzados, la miró en silencio por unos segundos antes de responder.—Porque estabas tan ebria que no podía subirte a un avión —le contestó con voz tranquila.Mera se levantó con un suspiro de frustración, se quitó las mantas de encima y pateó los zapatos, decidida a meterse en el baño más cercano. Pe