HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 30. Un incómodo encuentro con la realidad.El apartamento de Mikhail estaba en completo silencio mientras él miraba aquella nota casi sin parpadear. El pequeño mensaje escrito a mano era simple, pero eso no evitó que le cayera como un balde de agua fría.“¿Qué haces aquí de nuevo, idiota? ¿Por qué me estás rompiendo el corazón?”Karina le había repetido hasta el cansancio que debía aprender a aceptar aquella cicatriz, que el maquillaje no era una solución permanente. Y ahora esa nota, un reproche directo, le decía que Karina lo había visto todo claro incluso antes de irse: si él había vuelto a usar el maquillaje, era porque Mera no podía aceptarlo tal como era.Se dejó caer en una silla, mirando fijamente la nota y sintiendo que el peso de su decisión le caía encima con toda su crudeza. Era imposible no recordar la forma en que ella lo miraba cuando estaban juntos, una mirada en la que nunca había temor ni rechazo. Al contrario, ella había sido la única qu
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 31. Recién casadosLa sorpresa en el rostro de Mikhail era evidente. Frunció el ceño, mirando a Stefan sin comprender del todo lo que le estaba diciendo.—¿Perder todo el dinero? ¿De qué estás hablando? —preguntó con cautela.Stefan exhaló con una mezcla de frustración y resignación.—No esperaba que lo supieras, para ser honesto, ninguno de nosotros lo sabía. Papá decidió invertir en los negocios del señor Blanchar hace algunos meses, cuando él le dijo que sus empresas estaban en problemas.—Eso no es posible… —Mikhail se echó hacia adelante en su silla—. Quiero decir… No ha salido ni un solo céntimo de la empresa que yo no controle, y yo no supe nada sobre esa inversión.—No lo supuesto porque lo hizo con su propia fortuna personal —replicó Stefan—. Papá quería evitar arriesgar el patrimonio familiar, ya sabes que por nada del mundo pondría en peligro la empresa. No le comentó a nadie porque confiaba en él, pero la realidad es que perdió todo el monto de
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 32. LímitesMikhail se quedó allí, justo al lado de aquel interruptor que acababa de presionar, y Mera dio un paso atrás, mirándolo con ojos abiertos, como si acabara de recibir una mala noticia.—¿Qué pasa? —preguntó él, viendo el gesto de tensión en su rostro.—Yo… creo que prefiero… sin la luz, Mikha —dijo Mera, vacilante.Mikhail frunció el ceño, tratando de encontrarle algún buen sentido a su comentario.—¿Por qué? —preguntó, dándose cuenta de que lo que había hecho lo había molestado más de lo que esperaba.Ella bajó la vista, abrazándose el torso, visiblemente incómoda.—Es solo que… bueno, me siento apenada, ¿de acuerdo? —dijo con tono defensivo.—¿Apenada? ¿Y como por qué? No hay vergüenza entre marido y mujer, Mera. Estamos casados y no es como si tú no tuvieras un cuerpo de infarto.—¡Pues soy tímida, punto! ¿¡No puedes respetar eso?!Mikhail la miró fijamente, sintiendo que algo se rompía en él.—Ciertamente lo habría respetado, Mera —dijo, sin
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 33. Un esfuerzo muy poco valoradoLa tensión en el ambiente era palpable, en especial cuando el señor Blanchar se levantó de su asiento y lo miró con una mezcla de incredulidad y enojo, como si estuviera completamente decepcionado y dispuesto a dejarlo en claro.—¡No puedo creer que estés haciendo esto, Mikhail! —dijo su suegro con la mandíbula apretada—. ¡Tú dijiste que nos ayudarías! ¡Dijiste que entendías la situación y que podíamos contar contigo! Y ahora… ¿vienes a pedir el ochenta por ciento de la empresa? Esto no es ayuda, es… ¡es traición! ¡Quieres robarme mi empresa!Mikhail lo observó en silencio, manteniendo la calma.—Su empresa no tiene absolutamente ningún interés para mí, solo estoy haciendo esto por mantener mi palabra con el padre de mi esposa. Pero ya mi padre perdió dinero en una inversión con usted una vez, y no voy a permitir que vuelva a suceder. La situación de su empresa no es culpa mía, y aun así le estoy dando una salida. Es su dec
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 34. NostalgiaLa energía en el pequeño edificio que Karina había alquilado era casi palpable. Las primeras semanas habían pasado rápido, llenas de entrevistas y de evaluaciones de productos y patentes.—Adriano, de verdad… no sé cómo agradecerte todo esto —le dijo mientras caminaban por el pasillo principal, pasando frente a los laboratorios de prueba que pronto inaugurarían; y él solo sonrió orgulloso.—Solo hacía falta un empujón y algunos contactos.—Pero… pensé que tendría que empezar de cero, y resulta que encontraste un montón de productos listos.—Bueno, es normal cuando manejas grandes compañías, siempre tratas de hundir a la competencia, así que no fue difícil encontrar las gemas que las grandes empresas de cosmetología han tratado de hundir. Así que… ¿por qué no aprovecharlas? —dijo guiñándole un ojo.Karina dejó escapar una risa ligera. Todavía le costaba creer la suerte que tenía de que aquel proyecto fuera viento en popa y a toda vela.Esa mism
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 35. Una visita inesperadaEl corazón de Mikhail latía con fuerza mientras intentaba buscar la forma de no responder aquella pregunta, porque si era honesto era algo que dolía demasiado. Sin embargo la siguiente pregunta de su hermana fue mucho peor.—¿No extrañas a Karina? —murmuró ella de repente y Mikhail soltó un suspiro, desviando la mirada hacia un cuadro en la pared o de lo contrario Irina podría leer la verdad en sus ojos.—¿Dónde están nuestros padres? —preguntó, intentando cambiar de tema de inmediato.Irina eligió no insistir, así que solo le señaló el despacho de su padre y se fue a la cocina.Mikhail se dirigió hacia allá y tocó la puerta suavemente antes de entrar. Su padre estaba sentado detrás de un escritorio, revisando unos documentos mientras su madre leía una revista. Los dos se levantaron al verlo entrar, pero más que conmoción lo que parecía haber en ellos era cierto alivio.—Papá, necesito hablar contigo —dijo Mikhail, después de darle
HERIDAS PEFECTAS. CAPÍTULO 36. Un vacío demasiado grandeEl corazón le latía más rápido que un motor de Fórmula 1, porque ella estaba allí, de pie frente a él. No tenía idea de por qué y de repente se dio cuenta de que tampoco le importaba. Solo sentía un alivio enorme al verla allí, como si los días no hubieran pasado, como si jamás lahubiera perdido.—Karina… —susurró con voz ronca, como si no pudiera creer lo que veía.Ella le sonrió, pero había una sombra de tristeza en sus ojos.—Hola, Mikhail —dijo suavemente y él se pasó una mano por el cabello, tratando de procesar lo que estaba ocurriendo.—¿Cómo es posible…? ¿Por qué estás aquí? —preguntó, dando un paso hacia ella.Karina suspiró y sus ojos se suavizaron.—Llamémoslo intuición. Simplemente… tuve el presentimiento de que me necesitabas. Y bueno… aquí estoy. ¿Me equivoqué?Hizo un gesto hacia el corredor como si fuera a marcharse y él la tomo del brazo con urgencia.—¡No…! No te vayas, no… No te equivocaste…Se hizo un silenci
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 37. Un callejón sin salidaMikhail Angelov estaba curtido para las malas emociones, porque a lo largo de su vida, había sentido que su existencia era una pérdida constante, pero nada podía compararse a lo que sentía por no ser capaz de encontrar a Karina.Sabía que Irina jamás le mentiría con respecto a eso, y por más que intentó contactar a su antigua compañía telefónica, tampoco consiguió que le dieran una ubicación.Se sentó en su despacho, tamborileando con los dedos sobre la mesa, pensando en qué podía hacer para encontrarla. La tensión en su cuerpo era palpable, y la ausencia de Karina lo estaba consumiendo de una forma en que no había imaginado así que si al final tenía que hacer las cosas de la manera menos legal posible… bueno, no sería la primera vez.Llamó a Konstantine, su hombre de confianza, y no lo vio hacer ni un solo gesto de sorpresa mientras le orfdenaba:—Necesito que encuentres a Karina lo más pronto posible.Konstantine ni siquiera per