HERIDAS PEFECTAS. CAPÍTULO 36. Un vacío demasiado grandeEl corazón le latía más rápido que un motor de Fórmula 1, porque ella estaba allí, de pie frente a él. No tenía idea de por qué y de repente se dio cuenta de que tampoco le importaba. Solo sentía un alivio enorme al verla allí, como si los días no hubieran pasado, como si jamás lahubiera perdido.—Karina… —susurró con voz ronca, como si no pudiera creer lo que veía.Ella le sonrió, pero había una sombra de tristeza en sus ojos.—Hola, Mikhail —dijo suavemente y él se pasó una mano por el cabello, tratando de procesar lo que estaba ocurriendo.—¿Cómo es posible…? ¿Por qué estás aquí? —preguntó, dando un paso hacia ella.Karina suspiró y sus ojos se suavizaron.—Llamémoslo intuición. Simplemente… tuve el presentimiento de que me necesitabas. Y bueno… aquí estoy. ¿Me equivoqué?Hizo un gesto hacia el corredor como si fuera a marcharse y él la tomo del brazo con urgencia.—¡No…! No te vayas, no… No te equivocaste…Se hizo un silenci
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 37. Un callejón sin salidaMikhail Angelov estaba curtido para las malas emociones, porque a lo largo de su vida, había sentido que su existencia era una pérdida constante, pero nada podía compararse a lo que sentía por no ser capaz de encontrar a Karina.Sabía que Irina jamás le mentiría con respecto a eso, y por más que intentó contactar a su antigua compañía telefónica, tampoco consiguió que le dieran una ubicación.Se sentó en su despacho, tamborileando con los dedos sobre la mesa, pensando en qué podía hacer para encontrarla. La tensión en su cuerpo era palpable, y la ausencia de Karina lo estaba consumiendo de una forma en que no había imaginado así que si al final tenía que hacer las cosas de la manera menos legal posible… bueno, no sería la primera vez.Llamó a Konstantine, su hombre de confianza, y no lo vio hacer ni un solo gesto de sorpresa mientras le orfdenaba:—Necesito que encuentres a Karina lo más pronto posible.Konstantine ni siquiera per
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 38. La vida perfecta para los tresQuizás no era la mejor decisión del mundo, pero Mikhail definitivamente necesitaba saber hasta dónde iba a llegar todo aquello. Mera no le había hablado en días y cuando lo hacían era para discutir por la condenada maquillista. ¿Y ahora resultaba que lo iba a presentar con sus amigos, el mismo día de recibía la demanda del divorcio de manos de su abogado?Bueno, Mikhail no podía negar que a veces era bruto, pero ese cuento en particular no se lo tragaba.—OK… Está bien, si quieres que salgamos, vamos a salir —declaró él mientras veía cómo el rostro de Mera se iluminaba en un segundo y por alguna razón que no podía explicar, aquello ya no le provocaba nada.Dos horas más tarde estaban en aquel club, por supuesto el más exclusivo de la ciudad, mientras la música retumbaba en cada fibra del cuerpo de Mikhail. Las luces neón parpadeaban y los colores brillantes bailaban en el aire. Mera caminaba a su lado, segura de sí misma,
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 39. Por las malas.El eco de la puerta aún resonaba cuando Mikhail ya estaba cambiando los códigos de entrada de la puerta para que Mera no pudiera meterse de nuevo a su departamento, por supuesto que sabía que lo mismo ella que los abogados de su padre no le iban a poner fácil el asunto del divorcio, pero después de todo él siempre lo había sabido, que ella se casaba por una inversión, solo que no había querido aceptarlo.Respiró hondo y luego caminó hacia la habitación donde se había quedado Karina. Se detuvo un momento frente a la puerta, sintiendo un nudo en la garganta, pero finalmente la empujó y entró.La habitación estaba tal y como ella la había dejado: la cama perfectamente hecha, una manta doblada al pie, y sobre el tocador, un par de frascos de perfume. Pero lo que realmente llamó su atención fue la maleta en la esquina.Mikhail se acercó, se agachó y leyó la nota que había dejado para su hermana, para que lo donara todo a la caridad. La abrió l
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 40. Un hombre en la multitudLa noche estaba en su punto más emocionante. El salón, decorado con elegancia, brillaba bajo la luz de enormes arañas de cristal. Las mesas estaban adornadas con flores blancas y doradas, y en cada rincón había carteles con las imágenes de personas reales, mostrando sus cicatrices con orgullo.La atmósfera estaba cargada de emoción y expectativa, y en el centro de todo Karina lucía radiante. Su vestido negro, ajustado y de corte clásico, resaltaba cada una de sus curvas, y llevaba un maquillaje discreto pero impecable. Como raras veces, su cabello estaba recogido en un moño que dejaba caer algunos mechones suaves alrededor de su rostro, y se notaba que esa noche era su noche.A las ocho en punto, comenzaron a llegar los invitados. Figuras importantes de la industria de la belleza, periodistas, y algunos influencers que habían sido seleccionados cuidadosamente para el evento. Las cámaras de la prensa no dejaban de apuntar hacia K
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 41. Amor propioEl aire fresco del balcón se volvió sofocante en un instante. Mikhail no podía apartar los ojos de Karina, de su boca diciendo aquellas palabras porque, por alguna estúpida razón no las había anticipado.¿Qué esperaba exactamente? ¿Llegar, decirle “aquí estoy” y que ella saltara a sus brazos con la misma alegría que antes?Absolutamente todo en ella le respondía que esas esperanzas estaban a punto de ser pisoteadas miserablemente. Karina tenía la mandíbula tensa, los labios apretados, y sus ojos brillaban con una mezcla de tristeza y determinación que lo desconcertaba.—Karina, por favor —dijo él con voz baja, casi suplicante mientras intentaba volver a acercarse a ella—. Cometí un error al dejarte ir. Debí ver… debí ver lo importante que eras para mí. Al final va a ser verdad eso de que nadie sabe lo que tiene hasta que lo p…—No lo digas —lo interrumpió ella y Mikhail se detuvo, viéndola entrecerrar los ojos, cruzándose de brazos como si
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 42. Vía librePodía hacer toda una escena con los celos que se le estaban acumulando dentro, pero la verdad era que Mikhail entendía que aquella era una noche demasiado importante para Karina, y que si la arruinaba también arruinaba cualquier posibilidad que tenía para reconquistarla. Porque no había duda, el camino te tenía por delante sería duro y complicado.Así que se dejó acompañar por el italiano hasta la salida del salón, y los pasos de ambos resonaron en la entrada mientras el aire nocturno los envolvía. Adriano se detuvo junto a la puerta principal, cruzando los brazos frente al pecho.—Esto se acaba aquí, Angelov —le dijo con firmeza—. No vuelvas a cruzarte con Karina a menos que ella lo quiera.Mikhail apretó los puños, pero se contuvo. Sus labios se curvaron en una sonrisa desafiante y sin decir una palabra más, se dio la vuelta y se marchó hacia donde lo esperaba Konstantine en el auto. Karina observaba la escena disimuladamente, rezando para n
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 43. La amantePara cuando Karina llegó a su departamento, estaba exhausta pero todavía la adrenalina de la fiesta seguía corriendo por sus venas. Cerró la puerta tras de sí, pensando en que lo único que quería era una bañera caliente, cuando de repente, un brazo firme la levantó y la empujó contra la madera.Su corazón se disparó.Un grito quedó atrapado en su garganta, pero antes de que pudiera liberarlo, una mano cubrió su boca; y los ojos de Karina se encontraron con los de Mikhail, oscuros y brillantes en la penumbra.—¡Mmmmmmmmmmmmm…!—¡Uy, perdón…! —murmuró él bajando su mano despacio.—¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! —susurró Karina con rabia, perdiéndose en aquella mirada intensa, casi devoradora, y la única explicación que obtuvo fue cuando él inclinó la cabeza y la besó.Un beso urgente, cargado de frustración y deseo acumulado mientras la abrazaba como si el mundo estuviera a punto de derrumbarse. Sintió la forma en que ella intentaba aparta