HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 40. Un hombre en la multitudLa noche estaba en su punto más emocionante. El salón, decorado con elegancia, brillaba bajo la luz de enormes arañas de cristal. Las mesas estaban adornadas con flores blancas y doradas, y en cada rincón había carteles con las imágenes de personas reales, mostrando sus cicatrices con orgullo.La atmósfera estaba cargada de emoción y expectativa, y en el centro de todo Karina lucía radiante. Su vestido negro, ajustado y de corte clásico, resaltaba cada una de sus curvas, y llevaba un maquillaje discreto pero impecable. Como raras veces, su cabello estaba recogido en un moño que dejaba caer algunos mechones suaves alrededor de su rostro, y se notaba que esa noche era su noche.A las ocho en punto, comenzaron a llegar los invitados. Figuras importantes de la industria de la belleza, periodistas, y algunos influencers que habían sido seleccionados cuidadosamente para el evento. Las cámaras de la prensa no dejaban de apuntar hacia K
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 41. Amor propioEl aire fresco del balcón se volvió sofocante en un instante. Mikhail no podía apartar los ojos de Karina, de su boca diciendo aquellas palabras porque, por alguna estúpida razón no las había anticipado.¿Qué esperaba exactamente? ¿Llegar, decirle “aquí estoy” y que ella saltara a sus brazos con la misma alegría que antes?Absolutamente todo en ella le respondía que esas esperanzas estaban a punto de ser pisoteadas miserablemente. Karina tenía la mandíbula tensa, los labios apretados, y sus ojos brillaban con una mezcla de tristeza y determinación que lo desconcertaba.—Karina, por favor —dijo él con voz baja, casi suplicante mientras intentaba volver a acercarse a ella—. Cometí un error al dejarte ir. Debí ver… debí ver lo importante que eras para mí. Al final va a ser verdad eso de que nadie sabe lo que tiene hasta que lo p…—No lo digas —lo interrumpió ella y Mikhail se detuvo, viéndola entrecerrar los ojos, cruzándose de brazos como si
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 42. Vía librePodía hacer toda una escena con los celos que se le estaban acumulando dentro, pero la verdad era que Mikhail entendía que aquella era una noche demasiado importante para Karina, y que si la arruinaba también arruinaba cualquier posibilidad que tenía para reconquistarla. Porque no había duda, el camino te tenía por delante sería duro y complicado.Así que se dejó acompañar por el italiano hasta la salida del salón, y los pasos de ambos resonaron en la entrada mientras el aire nocturno los envolvía. Adriano se detuvo junto a la puerta principal, cruzando los brazos frente al pecho.—Esto se acaba aquí, Angelov —le dijo con firmeza—. No vuelvas a cruzarte con Karina a menos que ella lo quiera.Mikhail apretó los puños, pero se contuvo. Sus labios se curvaron en una sonrisa desafiante y sin decir una palabra más, se dio la vuelta y se marchó hacia donde lo esperaba Konstantine en el auto. Karina observaba la escena disimuladamente, rezando para n
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 43. La amantePara cuando Karina llegó a su departamento, estaba exhausta pero todavía la adrenalina de la fiesta seguía corriendo por sus venas. Cerró la puerta tras de sí, pensando en que lo único que quería era una bañera caliente, cuando de repente, un brazo firme la levantó y la empujó contra la madera.Su corazón se disparó.Un grito quedó atrapado en su garganta, pero antes de que pudiera liberarlo, una mano cubrió su boca; y los ojos de Karina se encontraron con los de Mikhail, oscuros y brillantes en la penumbra.—¡Mmmmmmmmmmmmm…!—¡Uy, perdón…! —murmuró él bajando su mano despacio.—¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! —susurró Karina con rabia, perdiéndose en aquella mirada intensa, casi devoradora, y la única explicación que obtuvo fue cuando él inclinó la cabeza y la besó.Un beso urgente, cargado de frustración y deseo acumulado mientras la abrazaba como si el mundo estuviera a punto de derrumbarse. Sintió la forma en que ella intentaba aparta
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 44. Viejas heridasAquellos ojazos de Karina eran dos pozos llenos de amenazas, pero en el fondo de ellos Mikhail podía ver a la maravillosa mujer que era y, sobre todo, sabía que se las merecía todas.Sus labios rozaron apenas los de Karina y sonrió.—Me voy ahora, pero esto no se ha terminado. Tengo un montón de cosas que arreglar pero la primera de ellas, la más importante, es que te amo, salvajemente, desesperadamente, y voy a hacer que me creas cuésteme lo que me cueste —le sonrió—. Y a lo mejor están los condenados italianos allá afuera para cavar mi tumba, pero igual ahora soy el hombre más feliz del mundo.Karina negó con impotencia, pero ¡¡¡¿qué diablos iba a replicarle si aquel hombre parecía más impenetrable que los muros del Abismo del Helm?!!!Mientras la puerta se cerraba detrás de Mikhail, él no pudo evitar mirar una última vez hacia el departamento de Karina. Sabía que ella era la mujer que quería en su vida, y con cada paso que daba alejándo
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 45. Una trampa especialKarina no había podido concentrarse del todo en todo el día. Las horas pasaban lentas, y aunque intentaba mantener su mente en el trabajo, su mente volvía a la noche anterior, a Mikhail. Cada vez que lo recordaba, un escalofrío le recorría la espalda. Quería pensar que era solo enojo, pero no podía negarse que algo más latía debajo de todo eso.No quería ser la amante de Mikhail, no estaba dispuesta a ser esa mujer que se metiera en el matrimonio de un hombre casado, por malo que este fuera. Pero tampoco era fácil sacarse sus besos de la piel o aquellas palabras de su cabeza.Sin embargo, el ritmo del día cambió cuando el jefe del departamento de distribución, Paolo Santelmo, la llamó al mediodía.—Jefa, tenemos noticias interesantes. Toda la línea de producción del próximo mes ha sido comprada por un solo cliente.Karina casi dejó caer el teléfono de la sorpresa , porque habías pasado las últimas semanas haciendo fuertes campañas de
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 46. Un acosador permanenteKarina respiró hondo mientras veía cómo Mikhail se marchaba, y a pesar de lo feliz que se sentía no podía evitar pensar que al menos por esa vez había jugado sus cartas mejor que ella.—Me encanta que estés aquí, pero este es un golpe bajo de tu hermano —dijo, mientras tomaban asiento, pero Irina sonrió y levantó una copa de vino que ya estaba servida en la mesa.—Para ser justas, no del todo —admitió, con una mirada cómplice—. Hace mucho tiempo que quería tener mi propio negocio, algo separado del legado de los Angelov. Así que cuando Mikhail me habló de tu empresa, supe de inmediato que quería ser parte de esto.Karina arqueó una ceja, sin dejar de mirarla con escepticismo.—¿Entonces esto no es solo un favor para tu hermano? —preguntó—. ¿Quiero decir… no lo voy a tener acosándome en la oficina como el socio oculto del que no me puedo deshacer? ¿No es su empresa?Irina negó con la cabeza con vehemencia, pero después de un moment
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 47. ¿Qué haces aquí?Era imposible no quedarse pensando en eso. ¿Cómo podía decir Mikhail que no tenía mucho cuando evidentemente los Angelov eran una de las familias más adineradas e influyentes de su país? Sin embargo para ella, que definitivamente no lo había mirado ni una sola vez por su dinero, aquello no significaba demasiado.Lo extrañó esa noche, era estúpido hasta negarlo. Su resolución de no ceder en aquella situación no tenía nada que ver con que lo quisiera o lo extrañara; en especial sabiendo que no le sucedía solo a ella, porque su día comenzó con un nuevo ramo de rosas frescas sobre su escritorio.Al abrir la tarjeta, leyó el mismo mensaje de siempre: “Pensando en ti. M.” Suspiró y dejó la tarjeta a un lado, tratando de no dejar que aquello la afectara; pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando la puerta de su oficina se abrió y la voz inconfundible de aquel hombre llenó el espacio y la hizo contener el aliento.—Buenos días, princ